29 de abril de 2009

¡No más!

—No me obligues a ser así contigo. Sabes que te celo porque te amo demasiado.
—Nunca te he dado motivo para tu desconfianza. Yo también te amo, sería incapaz de faltarte. Pero así no podemos seguir. Voy a dejarte, Luis.
—Te juro que no lo vuelvo a hacer. Tengo tanto miedo de perderte. Sin ti no soy nada, no me dejes, no podría vivir sin ti.
—Está bien, voy a darte otra oportunidad…la última…

Día tras día, la misma escena. Día tras día celos, gritos, golpes. Luego, la acostumbrada crisis nerviosa rematada de un epílogo de llantos y arrepentimiento. Día tras día, mes tras mes, año tras año. Laura soporta el maltrato del esposo, Luis jura y perjura que será la última vez. Día tras día. Alguna vez ella se supo en peligro, tanto como para atreverse a solicitar protección de la policía. Mas a los pocos días retiraba la orden, convencida por sus lágrimas y promesas.

En ese ambiente nació Luisita. Fue una niña saludable a pesar de las golpizas recibidas estando embarazada. ¡Cuántas veces calló, cuántas escondió las marcas del amoratado cuerpo! Un año más tarde llegó Juanito. No fue producto del amor sino del miedo. Como tantas noches, Luis llegó borracho a su casa. Sin importarle encontrar a la mujer amamantando, reclamó los llamados derechos de esposo y quiso tomarla a la fuerza. Ella, temiendo por la criatura, obedeció.

Ambos niños crecieron siendo testigos y víctimas de maltrato. Todos guardaban silencio, dominados por el terror. Callaron hasta el momento en el cual vieron caer a su madre malherida. Entonces gritaron solicitando ayuda, se le abalanzaron encima al padre tratando de defenderla, pero todo fue inútil. El hombre estaba poseído por la furia, el alcohol y el descontrol. Y la mató. Ese día los perdieron a los dos.

En ellos quedaron grabadas las huellas de la violencia. Juan, al casarse, buscará una mujer con quien solo sabrá expresarse a gritos y a golpes. Luisa pensará que no vale lo suficiente y merece ser castigada. Escogerá como pareja a un hombre muy similar a su padre.

Triste historia.

Repetida historia.
Común historia.
Pero ésta en particular no ocurrió.

Cuando Luis dijo: “no me dejes, no podría vivir sin ti”, ella pensó: “Pues tendrás que aprender”.
Esa misma noche escapó de él, de un futuro compartido, de una vida indigna a su lado.
Esa noche cortó la ruta de su destino y aseguró el porvenir de los hijos que algún día tendría.
Esa noche decidió vivir.



Siluz

26 de abril de 2009

Tres árboles

Detengamos la tala de árboles.
Faltan 84 firmas..¡si no lo has hecho, por favor, firma la petición, para derogar el permiso de corte indiscriminado de árboles.
Que no se nos haga demasiado tarde...

20 de abril de 2009

"Nuestra hora" en Mujeres de 40

Cuando recibí la carta de Marcela me sentí halagada. Me pedía alguna colaboración para su blog, tan leído. ¿Y ahora que yo escribo? Pensé. Se lo comenté a mi hija, quien da siempre la primera opinión sobre mis trabajos. Fue ella quien me sugirió que enviara el cuento “Nuestra hora”.
Este cuento fue publicado en la primera antología del grupo literario Tallerines. Marcela me hace el honor de incluirlo en su blog.
Por lo tanto, comparto con ustedes, desde
Mujeres de 40, la historia de Beatriz y Manuel y una revancha que les da la vida. No puedo negar que siento un cariño especial por ellos. Espero les guste.
Gracias, Marcela, por esta oportunidad. Mujeres de 40 (y algunos más también) es un blog dinámico, variado, ameno . Dedicados a todas nosotras quienes comprendemos aquella frase de Víctor Hugo: "
Los cuarenta son la edad madura de la juventud; los cincuenta la juventud de la edad madura".
Los esperamos en el blog de Marcela con el agua ya caliente para el mate y el café boricua recién colado.

13 de abril de 2009

Un fin de semana en el paraíso


Utuado no está lejos de mi pueblo costero, pero sentimos que allí entre montañas nos adentramos al paraíso. Llegamos a eso de la una para tomar una lancha en el Embarcadero, la cual atravesando el Lago Dos Bocas, nos llevaría a la casa de campo de AEAP, una pieza de artesanía hecha vivienda.
El lago lleva el nombre de Dos Bocas, debido a la confluencia de dos ríos principales: el Grande de Arecibo y el Caonillas, los cuales se unen en el área donde se construyó la represa.
Desconectados de todos, sin celulares, sin TV, sin computadoras, la naturaleza como única diversión y compañía. Fuimos tras la oferta que hizo Juliann en su blog de Aventuras Ecoturísticas en la Isla del Encanto, para alquilar la casa al borde del lago por tres días y dos noches. Nos pareció apropiada para celebrar el cumpleaños de Maritza, mi hija mayor. Su hermano Noel, y varios amigos llegaron primero para decorar. Desde que se divisaron los globos empezaron las sorpresas. Todas las personas a bordo de la Tanamá entonaron el tradicional Cumpleaños feliz, mientras la cara de Maritza iba cambiando de colores. Subidas aquellas escaleras, comenzaron a transcurrir los minutos de los tres hermosos días que nos esperaban.

Poco después llegaron los kayaks. Esa misma noche los probamos para apenas bajarnos de ellos; el lago llamaba como las sirenas a Ulises. El paisaje era espectacular: aves revoloteando, árboles luciendo todos los verdes imaginables, peces saltando, caballos pastando en la distancia. Y según entraba la noche, surgió el inconfundible canto del coquí.

Me tocó dormir en la litera superior. Incomparable ese despertar escuchando diferentes cantos de pájaros y al abrir los ojos, desde la misma cama, contemplar el apacible lago. Tomar un café boricua sobre la hamaca en la terraza y pensar en que en un ratito prenderíamos la barbacoa. Y no es que no hubieran todas las facilidades: microondas, cafetera, estufa y horno. Pero la carne a la parrilla adquiere ese sabor especial que en el campo sabe aún mejor.
Les habíamos pedido a los encargados de la transportación que nos recogieran a las once. Porqué cuando llegaron no estábamos listos, no puedo explicarlo. Creo que nos olvidamos hasta que los relojes existían. Por eso, cuando sentimos el motor, se formó un corre-corre de película. Y abordamos gracias a la paciencia y comprensión del chófer de la lancha. En el embarcadero habíamos dejado los autos. Ahora a buscar el Río Tanamá que conocíamos de referencia. Preguntando se llega a Roma; tomamos un camino que parecía interminable, pero ¡valió la pena recorrerlo!







Utuado está lleno de hermosos rincones.

Solo es cuestión de pedir orientación a Agustín.

O...¡leer el blog de Juliann!

10 de abril de 2009

Mi hermana Rosa

—Hernando, ayúdame, no puedo levantarme.
—Dale, ¿cómo no vas a poder?
—Hálame
—Nada, no puedo. Es como si tus rodillas se hubieran pegado al suelo. ¿Qué hacías? ¿Rezabas?
—Pedía orientación a la Virgen, necesito estar segura si debo ingresar al convento.
—Pues parece que no te quieren por allá, hermanita.
—Madre Celestial, si Dios no quiere que yo le sirva como monja, no lo haré.


Dichas estas palabras la empujé con fuerza. Pareció despegarse y ambos rodamos por el suelo. Desde ese momento, vi en mi hermana cualidades especiales y ya jamás me reí de sus extravagancias. De sus once hermanos, fui el predilecto, pues siempre la apoyé en sus ideas aunque no pudiera comprenderlas. Aquel día renunció al convento pero se las arregló para llevarlo a casa. Me llega su imagen vestida con una túnica blanca, manto y velo negro, piezas que ella misma confeccionó porque era muy buena costurera. Escogió como modelo de vida a Santa Catalina de Siena y se propuso imitarla en todo.
No sé bien cómo adquirió el nombre de Rosa pues fue bautizada Isabel. Tal vez porque nuestro apellido era Flores o quizás porque Mariana, la india que nos cuidaba, juraba que su rostro era igual a esa flor. Lo cierto es que el arzobispo de Lima, sin saber de este dato, la confirmó como Rosa. Al principio le molestaba pero terminó aceptándolo a fuerza de costumbre y en especial cuando uno de sus consejeros espirituales le dijo: “¿Pues hija, no es vuestra alma como una rosa en que se recrea Jesucristo?".
Mi padre Gaspar, oriundo de Puerto Rico, era arcabuz del virrey. Al casarse con Marta, una limeña, se radicó en Perú. Mi hermana fue tan rara como hermosa pues, para su pesar, era muy bella. Temía ser motivo de tentación o caer ante la vanidad y el orgullo. Yo temblaba cuando alguien le dirigía algún piropo; sus reacciones eran sorprendentes. Cuando mencioné que los chicos admiraban su larga cabellera, tras encerrarse en el baño la cortó sin que pudiéramos evitarlo. Una vez, mamá le puso una guirnalda de flores para realzarle el rostro y se clavó una de las horquillas en la cabeza tan fuerte que luego no podíamos quitársela.
Papá fracasó en una empresa minera y tuvimos serios problemas económicos. Rosa se encerraba a coser hasta altas horas de la noche para ayudar en las finanzas del hogar. Pensamos que tendría su futuro asegurado cuando un pretendiente rico le propuso matrimonio, mas ella lo rechazó. No quiso nunca saber de enamorados, fiestas o bodas. Solo serviría a Jesús, nos decía. Nuestros padres respetaron su decisión a pesar de no estar de acuerdo.
Al desistir de la idea del convento me pidió ayuda para construir una ermita en el huerto de la casa familiar. Así lo hice. Dirán que la ayudé a recluirse más en su soledad pero yo nunca pude negarle nada. Es cierto: se aislaba en su santuario. Salía solo para visitar el Templo de Nuestra Señora del Rosario o atender las necesidades espirituales de los desvalidos de la ciudad, pero ella era así feliz. Era su vida y misión. Además, atendía a muchos enfermos quienes se acercaban en busca de ayuda, creando una especie de enfermería en casa.
Recuerdo lo acontecido cuando fuimos atacados por piratas holandeses. El pánico fue evidente en la ciudad y Rosa reunió a las mujeres en la iglesia para orar por la salvación de Lima. Al llegar la noticia del desembarco subió al Altar y se dispuso a defender a Cristo en el Sagrario. Sin que nadie pudiera explicar la causa, el Capitán falleció en su barco lo que provocó la retirada de los enemigos. Muchos atribuyeron el milagro a mi hermana.
Aún así, fue objeto de muchas críticas por parte de amigos y hasta familiares. Reclamaban que Rosa era demasiado estricta con ella misma, que se hacía daño, se autocastigaba. Sí, sus sacrificios fueron duros, las penitencias extremas. La vi sufrir, siempre en silencio. Quizás por eso no me sorprendí cuando enfermó de gravedad. Casi lo esperaba. Tuvo dolores muy fuertes sin una sola queja. Era yo quien no podía tolerarlo. Me impresionaba la entereza para resistirlo todo. Muchas veces pensé que teníamos en casa a una santa pero hasta ahora no me atreví a afirmarlo. Me daba miedo que algo le pasara o le hicieran daño. Por nada del mundo le hubiera provocado otra pena. Y no es que se le aparecieran ángeles o levitara o cosas así, ¡no!, era algo más puro, más completo. ¿Un don? ¿Gracia? No sé, no sabría cómo llamarlo con exactitud. Rosa estaba guiada por inspiración divina. Ni su mente ni su corazón pertenecían a esta tierra y no era yo capaz de cuestionarla o reñirle.
Otro día me encargó la elaboración de un anillo para lo que llamó su desposorio místico. Según me dijo, ese Domingo de Ramos mientras oraba ante la Santísima Virgen del Rosario, sintió cuando el Niño Jesús de la imagen le decía: “Rosa de Mi Corazón, yo te quiero por Esposa”. Sin dudarlo, respondió: “Aquí tienes Señor a tu humilde esclava. Tuya soy y Tuya seré”. Celebramos la ceremonia el Domingo de Resurrección. Su felicidad fue completa cuando el sacerdote le colocó el anillo. Dos años después se reuniría con el Amado. Tenía solo treinta y un años de edad.
Usted, Excelentísimo, ha pedido mi testimonio para decidir si merece el título que la Iglesia quiere otorgarle. No sé qué hubiera pensado ella de todo este proceso; siempre quiso pasar desapercibida. Lo que sí sé es que aunque enterramos su cuerpo, la semilla de mi hermana Rosa, nuestra Rosa de Lima, hace años germinó en el cielo de América. No puedo sino sentirme orgulloso de haber ayudado a abonar su tierra.





Elsia Cruz Torruellas
(Siluz)
cuento basado en la biografía de Santa Rosa de Lima
(30 de abril 1586-24 de agosto 1617)
quien ha sido llamada la primera santa de América.

4 de abril de 2009

De regreso...

¿Está seguro que desea borrar tales archivos?
Sí, contesté.
Y casi enseguida quise arrancarme la mano.

Acababa de matar a Dionisia, mi pc, que no hacía mucho había casi reconstruido. El caso es que me estaba causando problemas, no veía los videos en los blogs, de pronto se ponía todo azul o reiniciaba sola. Y decidí limpiarla. ¿Por qué nos empeñamos en hacer cosas que no sabemos? ¿Cuántas veces cae el rayo en el mismo sitio? Tras apretar aquel botón, se quedó allí sin hacer nada, sin recriminaciones, solo me miraba como repitiéndome: “zapatero a tu zapato…”
Tras el mal rato, una visita al taller, otro roto en el bolsillo y varios días de espera, ambas sobrevivimos.
Mientras para calmar mi angustia de no poder echarle la culpa a nadie más que a mí misma, me puse a pensar en las veces que me han pasado cosas similares. Seguro que a ustedes también les ha pasado. Si quieren contar alguna experiencia en los comentarios, ¡adelante! Me gustará mucho saber que no soy la única a quien de vez en cuando le explotan las neuronas.
¿Es posible que te haya pasado algo así?
1. Echar liquido de “power steering” en donde se supone eches el liquido de frenos. Y por supuesto, darte cuenta de inmediato pero muy tarde para evitarlo.
2. Enviar en un Chat un mensaje a la persona de la que estás hablando en lugar de a la persona a quien le hablas.
3. Enviar una carta a la persona equivocada y darte cuenta en el momento que aprietas el botón de “enviar”. ¿Entendiste entonces el significado de desear que te trague la tierra?
4. Ignorar una llamada telefónica para darte cuenta que quien llama está frente a la casa y se da cuenta que no le quieres contestar.
5. Pensar: “yo puedo sola, gracias” para agarrar todas tus maletas y rodar junto con ellas por el suelo frente a todos a los que rechazaste su ayuda.
6. Vanagloriarte de que tu auto si corre sobre la arena ("No se preocupen, este no falla nunca") para atascarlo y tener luego que remolcarlo .
7. Intentar arreglar un enchufe o un interruptor ("Esto es cuestión de unir dos cables. Cualquiera con dos dedos de frente puede hacerlo.") y a los dos segundos dejar toda la casa sin electricidad y para colmo, dañar el microondas y la cafetera.
8. Romper un papel pensando que es un recibo viejo y es la garantía del equipo que acabas de comprar.
9. Que ese equipo que acabas de comprar y del que rompiste la garantía… vino dañado.
Son cosas que pasan, y de las cuales más tarde podemos reírnos. Menos mal…porque hay otros segundos muchos más importantes que cambian nuestra vida para siempre. Hay instantes que marcan nuestro futuro y otros que quisiéramos tener el poder para dar vuelta atrás al tiempo. No quiero pensar en esos amaneceres donde al despertar recordamos un desgraciado e inevitable ayer. Pero eso es harina de otro costal y tema para otro post.
Así que sigo trabajando con Dionisia. A ver si ahora que la estoy personalizando no le causo otro ataque windowiano. Porque es a mí a la que le va a dar un ataque pero de histeria. Y voy a tener que empezar a pensar en comprar una nueva...
No, no me escuches, Dionisia... nada dije. El punto es que… ¡estamos de vuelta!