30 de octubre de 2013

Nombres inmortalizados por un poeta

“Si un escritor se enamora de ti, nunca morirás”.

Así decía un cartel que publicó Carmen, mi “manita mexicana” en su página de Facebook.  Hace más de una década que nos conocemos, a pesar de que nunca nos hemos visto en persona.  Charlamos mucho, vía Internet y esa noche discutimos la veracidad de esa frase y tratamos de recordar nombres inmortalizados por escritores. Como acostumbramos hablar de música, comenzamos con los compositores, y pensamos en los “meros meros” (como ella los llama): Serrat, Sabina, Serrano, Filio, Silvio, Pablo.  De ahí pasamos a la poesía, un tema que a ambas nos apasiona y sin embargo, nunca habíamos abordado. Cuántos nombres inmortales, pero cuántos más callados, y en especial, cuántos escondidos bajo un seudónimo, que fue el que pasó a la inmortalidad.

Así nos acordamos de Claudia, a quien le dedicó el poeta nicaragüense, Ernesto Cardenal, los siguientes versos:
Te doy Claudia, estos versos, porque tú eres su dueña.
Los he escrito sencillos para que tú los entiendas.
son para ti solamente, pero si a ti no interesan
un día se divulgarán, tal vez, por toda Hispanoamérica.
Y si al amor que los dictó, tú también lo desprecias,
otras soñarán con este amor que no fue para ellas.
Y, tal vez, verás, Claudia, que estos poemas
(escritos para conquistarte a ti) despiertan
en otras parejas enamoradas que los lean
los besos que en ti no despertó el poeta.

Carmen  habló del mexicano, Juan de Dios Peza, famoso por su poema “Reír llorando” y encontramos versos dedicados a Magdalena.

¡Te conocí soñando, Magdalena!...
Cruzó el revuelto mar de las edades
Mi espíritu agobiado por la pena,

Y á orillas del hermoso Tiberiades,
Sobre los campos del Medjdel desiertos.
Buscó en la triste soledad abrigo,

Y te llegó a encontrar y habló contigo
Con el lenguaje extraño de los muertos.


También buscamos la traducción del conocido poema de Edgar Allan Poe,
Annabel Lee, que termina así:
…y ni próceres ángeles del cielo
ni demonios que el mar prospere en sí,
separarán jamás mi alma del alma
de la radiante Annabel Lee.
Pues la luna ascendente, dulcemente,
tráeme sueños de Annabel Lee;
como estrellas tranquilas las pupilas
me sonríen de Annabel Lee;
y reposo, en la noche embellecida,
con mi siempre querida, con mi vida;
con mi esposa radiante Annabel Lee
en la tumba, ante el mar, Annabel Lee.

Versión de Carlos Obligado http://www.amediavoz.com/poe.htm#ANNABEL LEE

Versos tristes, impotentes, ante la soledad que nos deja la muerte del ser amado.  Así también llora el romántico español José de Espronceda en su Canto a Teresa.
¡Oh, Teresa! ¡Oh, dolor! Lágrimas mías
¡ah!, ¿dónde estáis, que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días
no consoláis vosotras mis pesares?...
¿Quién pensará jamás, Teresa mía,
que fuera eterno manantial de llanto
tanto inocente amor, tanta alegría,
tantas delicias y delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
en que perdido el celestial encanto
y caída la venda de los ojos,
cuanto diera placer causara enojos?
¡Pobre Teresa! ¡Al recordarle siento
un pesar tan intenso…! Embarga impío
mi quebrantada voz mi sentimiento,
y suspira tu nombre el labio mío;
para allí su carrera el pensamiento,
hiela mi corazón punzante frío,
ante mis ojos la funesta losa
donde, vil polvo, tu beldad reposa.
(José Ignacio Javier Oriol Encarnación de Espronceda y Delgado a Teresa Mancha)  

Y no se limita a nombres femeninos, los masculinos también son inmortalizados. El mejor ejemplo es este poema de la nicaragüense Gioconda Belli al escribirle a Sergio:
Te escribo, Sergio
desde la soledad
del mediodía asoleado y desnudo
mientras azota el viento
y estoy, gatunamente,
enrollada en la cama
donde anoche te quise y me quisiste
entre tiempos, sonrisas y misterios.

Va quedando lejano
el mundo que existía antes de conocerte
y va naciendo un nido de palabras y besos,
un nido tembloroso de miedo y esperanza
donde a veces me siento retozando entre trinos,
y otras veces me asusto,
abro los ojos y me quedo quieta,
pensando en este panal de miel
que estamos explorando,
como un hermoso, hipnotizante laberinto,
donde no hay piedritas blancas,
ni mágicos hilos
que nos enseñen el camino de regreso.

Rubén Darío, también nicaragüense, se inspira en Mía y le dice:

Mía: así te llamas.
¿Qué más armonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.
Yo triste, tú triste…
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?

Así también el puertorriqueño José de Diego, conocido como el Caballero de la Raza, escribió el poema que se haría clásico del romanticismo,  A Laura.  Como dato curioso, el nombre real de Laura era Carmen. Jorge María Ruscalleda publicó el en el 2005 el libro José de Diego: Vida e historia. Cartas a Carmen Echavarría, que contiene varias cartas que quedan como prueba del idilio amoroso entre este y Carmen Echavarría.  Fue esa mujer aguadillana quien sirvió de inspiración para la famosa elegía A Laura. “Siempre se habla de la Laura de José de Diego, pero nunca de Carmen”, dijo Ruscalleda, refiriéndose al poema. “Carmita era la famosa Laura”, añadió.

Laura mía: ya sé que no lo eres;
mas este amor, que ha sido flor de un día,
se olvida a solas de que no me quieres.
Y, en medio de mi bárbara agonía,
¡te llama a gritos, con el mismo grito
de aquellos tiempos en que fuiste mía!

Yo aun te defiendo, porque tú eres buena
y de tu dulce corazón no pudo
brotar la amarga hiel que me envenena;
De esta espantosa realidad aún dudo
y no sé quién me preparó, cobarde,
por detrás y a traición, el golpe rudo.

Ya es tarde, Laura: por desgracia
es tarde; mas si estás inocente....,
¿por qué muda, si aún la pasión
en mis entrañas arde?
¡Aún tu silencio criminal me asombra!
¡Aún hay un labio, a la traición cerrado,
huérfano de tus besos, que te nombra!
http://www.ciudadseva.com/textos/poesia/ha/dediego/a_laura.htm

Carmen debe ser el nombre de alguna musa.  Recordemos aquello que cantaba, entre otros, nuestro Danny Rivera:  “Carmen, Carmen, Carmen, te quiero y tú lo sabes. Carmen, Carmen, Carmen, jamás podré olvidarte”. Muy especial es este poema de Vicente Quirarte:

Plaza Santo Domingo
Aquellos años vuelven por azares,
como si los relojes, conjurados,
hicieran de esta plaza el Universo.
Un solo adolescente, el mismo
sabor a calle vieja, las palomas:
tiempo de exploración donde el cuadrante
enloquece de puntos cardinales.
Un nombre se articula. El organillo
lanza antiguas canciones a las nubes,
como esa niña espera que le armen
el castillo que habrá de derrumbarse
a la vuelta del príncipe en derrota.
No es que vuelvas, palabra, estás naciendo
como si nadie hubiera pronunciado
tus silencios con música tan lenta,
como el niño que mira hacia la plaza
a su cuaderno limpio de palabras
para escribir, en su lenguaje torpe:
"Carmen".

y este otro, de Juan de Dios Peza, ¡Cree!
¡Qué dulces pasan junto a ti las horas!
¡Ay! ¡si supieras lo que tú me inspiras!
¡Si vieras cómo sufro cuando lloras,
y cómo tiemblo cuando tú suspiras!


Estando junto a ti, mi pensamiento
es todo luz, y fuego, y armonía,
y un raudal de ternura y sentimiento
hay en mi voz para llamarte mía.


Y siento como el alma enamorada
tierna acaricia su ilusión ardiente,
cuando baña la luz de tu mirada
con dulces rayos de pasión mi frente.


Tus miradas de amor y de ternura
ningún pincel a retratar alcanza;
sólo en ellas contemplo la ventura
sólo ellas me retratan la esperanza.


Nos amamos ¿verdad? Está cubierto
nuestro amor por el cielo de dos almas,
como un rayo de luz en el desierto
se pierde entre las sombras de dos palmas.


Y ¿es posible que llores? El quebranto
te llena de letal melancolía.
¿Y dudas ¡ay! cuando te adoro tanto;
cuando en ti cifro la ventura mía.


¡Si te pudiera devolver la calma
que antes de amarnos te arrulló tranquila,
y pudiera sacar la luz de mi alma
la lágrima que empaña tu pupila!...


Mi labio en sueños con amor te nombra:
no dudes de ese amor que al pecho inflama,
porque la duda, Carmen, es la sombra
que en nuestras almas el temor derrama.


No dudes, porque tú eres de mi vida
la única luz que me dará consuelo,
la estrella de esperanza que convida
a no apartarse nunca de su cielo.


Unamos nuestra vida y nuestra suerte,
que nunca tu alma ante el dolor sucumba.
¿Separarme de ti? sólo la muerte.
¿Privarte de mi amor? sólo la tumba.



Otros nombres no están incluidos en el poema mismo pero sí en la dedicatoria.  Miguel Hernández  especifica que el poema “Tus cartas son un vino” fue escrito “A mi gran Josefina adorada”.  Josefina fue la musa de Hernández,  como fue Consuelo la de Juan Antonio Corretjer  o Matilde, la de Pablo Neruda.

La quinta cosa son tus ojos,
Matilde mía, bienamada,
no quiero dormir sin tus ojos,
no quiero ser sin que me mires:
yo cambio la primavera
porque tú me sigas mirando.

Otros, son más directos, como el mexicano Rubén Mora en su Lilia y el universo:

¡Está demandando un verso
tu cutis de rosa y nieve.
Pero ninguno se atreve
a realizar el esfuerzo!
¡Porque hacia rumbo diverso
el Universo se mueve,
al ver que en tu boca breve
está todo el Universo!
Universo que en tus labios
se viste de bugambilia
para sustento de sabios...
¡Pero yo estoy de vigilia,
no sé por cuales agravios,
para los labios de Lilia...!


¿Y Quién no ha escuchado el poema de Rubén Darío a Margarita?

Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento
en el alma una alondra cantar;
tu acento:
Margarita, te voy a contar
un cuento:
http://www.poemas-del-alma.com/a-margarita-debayle.htm#ixzz2i2Ndt128

Otros también hacen cuentos, pero sin mencionar nombres. El cubano José Martí, por ejemplo, nos habla de la niña de Guatemala:

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Otros se enorgullecen de sus amores ocultos, se niegan a regalar eternidad, casi como una venganza.  Los mejores ejemplos son varios de los poemas de José A. Buesa, entre éstos, Oasis:

Así como un verdor en el desierto,
con sombra de palmeras y agua caritativa,
quizás ser tu amor lo que me sobreviva,
viviendo en un poema después que yo haya muerto.

En ese canto, cada vez más mío,
voces indiferentes repetirán mi pena,
y tú has de ser entonces como un rastro en la arena,
casi como una nube que pasas sobre un río...

Tú serás para todos una desconocida,
tú que nunca sabrás cómo he sabido amarte;
y alguien, tal vez, te buscará en mi arte,
y al no hallarte en mi arte, te buscará en mi vida.

Pero tú no estarás en las mujeres
que alegraron un día mi tristeza de hombre:
Como oculté mi amor, sabré ocultar tu nombre,
y, al decir que te amo, nunca diré quién eres.

Y dirán que era falsa mi pasión verdadera,
que fue sólo un ensueño la mujer que amé tanto;
o dirán que era otra la que canté en mi canto,
otra, que nunca amé ni conocí siquiera.

Y así será mi gloria lo que fue mi castigo,
porque, como un verdor en el desierto,
tu amor me hará vivir después que yo haya muerto,
pero cuando yo muera, ¡tú morirás conmigo!

Poetas, que  como Juan de Dios Peza, justifican su silencio con su caballerosidad.

La escribió una mujer joven y bella.
¿Descubriré su nombre? ¡No!, ¡no quiero!
pues siempre he sido, por mi buena estrella,
para todas las damas, caballero.

Nos hemos limitado a los poetas, pero debemos pensar que esta frase aplica a todos los escritores, compositores, pintores.  Debemos pensar entonces que el amor de un artista nos hará inmortales, así no sea correspondido.  Quedará plasmado nuestro rostro, nombre y esencia en sus obras, en sus canciones, en sus novelas, en sus escritos, en sus cartas, en sus poemas, en sus pinturas.  Y quizás, quienes en vida vivieron separados, unan, ya muertos,  sus nombres en la eternidad.  Aunque nunca lo sepan...




3 de octubre de 2013

Un dia de "homeschooling"

Son las 7:45 am.  Desde mi cuarto, aún en bata de dormir, escucho a mis vecinos gritándoles a las nenas que se den prisa. Oigo que meten bultos a la guagua, niñas ya listas, vestidas  y peinadas, para ir a la escuela. Nahuel duerme. 
No tengo duda que esta es una ventaja de que estudie en casa. Se despierta cuando no tiene sueño, con una sonrisa, con deseos de vivir un nuevo día y la pregunta: ¿qué vamos a hacer hoy?  En sandalias, sin peinarse aún, vamos al pequeño huerto, echamos agua a las matas, vemos su progreso, conversamos.  Y aún en pijama, a desayunar.

Nuestro horario es flexible, nadie nos impone clases fragmentadas ni un orden fijo, ni tocan timbres cada cincuenta minutos que nos limiten.  Podemos estar horas estudiando las frutas y los vegetales, y usar el tema, para conocer  las diferencias, las propiedades, las ventajas de consumirlas, la siembra, sumarlas y restarlas, aprender sus nombres en inglés y su correcta ortografía en español, usarlas en oraciones completas, dibujarlas, hacerlas en plasticina, etc.  
Estudiamos la historia de Puerto Rico.  Nahuel conoce a Oscar López, a Mariana Bracetti, el Grito de Lares, el verdadero himno de Puerto Rico, el azul de nuestra bandera,  porqué desaparecieron nuestros taínos.  Intentamos mostrarle el otro lado de la historia, que conozca también la versión del conquistado, no solo la que escribe el conquistador.

Leemos, comentamos, cantamos, dramatizamos, dibujamos.  Daríamos un gracioso espectáculo a quien nos viera imitando cómo se reconocen los murciélagos: él, un bebé murciélago y yo la madre que había ido a buscar su alimento.  O convirtiéndonos,  yo en el Sol y él en la Tierra que gira a mi alrededor.  Hablamos de temas de actualidad, de descubrimientos espaciales, de mitos y leyendas, de nuestra identidad latinoamericana, de los seres vivos, de valores, arte, música, poesía.
No tenemos que ir al mismo nivel en todas las materias.  Puede ir a su propio ritmo.  Si tiene habilidad para las matemáticas,  y puede seguir avanzando, ¿por qué limitarlo a lo que se supone que se cubra en un grado?  O si tiene dificultad en otro tema, ¿por qué no tomar ese con más calma hasta que lo comprenda?  Nuestra meta no es pasar de grado, es aprender.



Puede utilizar los recursos tecnológicos y la biblioteca, cuando quiera.  Si quiere más información sobre algún tema, va de inmediato a la enciclopedia o a la computadora. Tiene sus libros de referencia al alcance, igual que los buscadores virtuales.   Y si es importante que los sepa usar, más lo es el que lo quiera hacer.  Innumerables veces me pide buscar vídeos sobre el espacio, los planetas, las estrellas más grandes que el sol, el Big Bang, las supernovas, otras galaxias.  Y la interrogante que siempre aparece: ¿estamos solos en tanta inmensidad?

El aprender puede ser divertido. Buscamos la forma de hacer ejercicios y proyectos amenos, de jugar aprendiendo, de usar expresiones artísticas.  De que estudiar sea una tarea agradable y gratificante por sí misma, no una competencia o  una imposición. No recibe castigos ni humillaciones por no entender algo, no tiene miedo de preguntar, nadie se burla de él ni le hace bromas pesadas,  no sabe lo que es "bullying", no necesita sacar una determinada calificación ni pasar un examen.  No hay nervios ni presiones innecesarias. Para enfrentarse al mundo, habrá tiempo.  Y estará más preparado para hacerlo con la seguridad y confianza que le dé el haber tenido una infancia feliz.
No todos los días amanecen iguales. Tampoco nosotros. Hay días que estamos más enérgicos que otros, hay días que cubrimos muchos temas, hay días que apenas nos da el tiempo para nada. Hay días que estamos más receptivos, hay días en que nada parece funcionar, hay días que queremos hacerlo todo, hay otros en que solo queremos descansar y charlar. Pero aún de  una película, un juego, una conversación, podemos aprender tanto. 

Cuando nos preguntan ¿y la socialización?,  me pregunto;  ¿de qué socialización hablan?  De estar sentado al lado de un grupo de niños toda una mañana, escuchando, callando y escribiendo.  ¿Por qué tenemos que socializar con unos niños con los que lo único que tenemos en común es nuestro año de nacimiento?  Y sí, entiendo que hay que compartir.  Nahuel lo hace muy bien, no solo con niños de 6 años, como él, sino también con adultos jóvenes y mayores, adolescentes, niños de otras edades.   Y para desarrollarse adecuadamente están los talleres de teatro, los equipos de deporte, las clases de música, las excursiones por la isla, las actividades familiares.




Hay grupos de apoyo para los “homeschoolers”.  Hay muchísimas páginas que nos ayudan, que nos orientan.  En especial, recomiendo: http://prhomeschooling.blogspot.com para los que necesiten información sobre la Educación en el Hogar en Puerto Rico, su legalidad, así como enlaces de diferentes asignaturas. Hay también muchísimos recursos , material de referencia, juegos y ejercicios; entre ellos:

Orientándonos,  hemos formado  nuestro propio currículo, de acuerdo a nuestra realidad, creencias, edad, intereses, habilidades, adaptando los cursos tradicionales, probando métodos, buscando y descubriendo.  Cada día es un escalón, lo subimos gateando, nos sujetamos de los pasamanos, si caemos nos levantamos y  reintentamos, hasta que llegamos al próximo escalón con la mirada puesta en la meta.

Es agotador sí, lo es.  Quizás más para la maestra que para el pupilo. Se necesita mucha paciencia, calma, organización del tiempo, constancia, tolerancia para aceptar las críticas y fe en lo que hacemos.
Y no siempre marcha todo sobre ruedas.  Más bien, aprendemos en la marcha.  Él y yo.  Nos equivocamos, pues volvemos a empezar.  En fin, no hay supervisores que nos evalúen, no hay miedo a perder el trabajo o a que nos regañen¸ no hay un libro que completar o un manual dictador.  Tampoco es que no haya disciplina y orden pero nos lo dicta el sentido común, la lógica, el aprovechamiento natural del tiempo y la innata curiosidad del niño.
En fin, creo que estamos educando. Y nos sobra tiempo para jugar. Y abrazar. Antes que llegue la noche y  surjan nuevas preguntas. Y sus dudas no me dejen dormir buscando la forma en que encontraremos las respuestas.  Mañana será otro día.