20 de diciembre de 2007

El inventario del 2007

"Y sabe que el ayer no es sino el recuerdo del hoy
y el mañana el sueño del presente."
(Khalil Gibrán)
Gracias por visitarme, por leer lo que escribo en voz alta, por dejar un comentario. A los compañeros de taller, gracias por sus correcciones y sugerencias. Gracias a mis amigos y a mi familia porque siempre están. A mis hijos y nietos, por ser la razón de mi vida.
El 2007 pronto no será más que un recuerdo y ese futuro que hoy soñamos será nuestro presente. Que el 2008 llegue acompañado de amor, salud, éxitos y paz. Que cada día estemos más cerca de alcanzar nuestras metas y si lo logramos, que tengamos el entusiasmo para trazarnos nuevas. Vivamos, decía Gandhi, como si fuéramos a morir mañana pero aprendamos como si fuéramos a vivir para siempre.
Conocí esta canción de Chico Novarro hace mucho tiempo interpretada por los hermanos Croatto: Nelly y Tony. Hoy encuentro otra versión del cantor dominicano, Fausto Rey.
Estoy haciendo el inventario
la lista de los bienes que poseo;
es tanta mi fortuna que me asusta,
es tanta que al pensarlo siento miedo.
Estoy haciendo el inventario
la suma de las cosas que yo tengo;
es tanto mi tesoro y tan profundo
pues nadie tiene más en este mundo.
Tengo el sol, las flores y la brisa.
Tengo el mar y la luz de tu sonrisa.
Tengo el cielo infinito.
Tengo miles de estrellas.
Tengo fe pues no hay nada sin ella.
Tengo al fin la suerte de estar vivo,
de tener un hermano y un amigo,
de abrazar a mi madre,
de besar a a mi hijo,
tengo a Dios que esta tierra bendijo.
Tengo amor
¿y qué más, qué más puedo pedir?
¡Nada más!
Para todos, ¡feliz Navidad y un nuevo año grandioso!

18 de diciembre de 2007

En cien palabras

La fotografía

De pronto la recordó. Esa fotografía era la única evidencia de aquel suceso. ¿Cómo no la destruyó antes? ¿Por qué venía a su mente ahora?


—Revisa ahí. Necesitamos el número de tu tía. Hay que avisarle.


No comprendía las palabras de su esposa. Ni porqué lloraba. Intentó levantarse sin éxito. Estaba en su cama pero rodeado de máquinas, cables, relojes, oxígeno. Tampoco pudo evitar que su hijo abriera esa gaveta y rebuscara entre papeles.

¡Allí estaba aquella vergonzosa fotografía!

En los oídos le retumbaron tres palabras:
—¿Papá, cómo pudiste?

Entonces lo arropó el silencio, la oscuridad, la inmensidad, la nada.


(Este cuento surgió de una consigna de Tallerines: escribir un cuento en cien palabras. Tuvo mención en el certamen de Librería Mediática de Venezuela en abril de 2006.)

11 de diciembre de 2007

Tric Trac: treinta y cinco años después

en memoria de "Mr. Edwin" Silva Marini
En 1972, siendo yo estudiante de Drama de la Universidad de Puerto Rico, montamos la obra "Tric-trac". Nuestra profesora, Myrna Casas, invitó al autor, Isaac Chocrón, quien vino de Venezuela para ver el estreno de su obra.

Lejos estaba yo de imaginarme que treinta y cinco años después mi hijo, Noel Ernesto, dirigiría esta obra. Y mucho menos que el Sr. Chocrón vendría a verla, invitado por la Universidad del Sagrado Corazón.

Fue una noche hermosa llena de recuerdos. Estar acompañada por mis amigas eternas, Magda y Toni, quienes fuimos parte del elenco original. Sentir la emoción de Myrna desde que vio el andamio, el "personaje más alto" del grupo. Recordar cada línea, como cuando se oye una vieja canción que podemos cantar sin saber por qué ni cómo. Ver que esta obra no ha perdido vigencia ni vitalidad. Conocer a un grupo de jóvenes que estaban tan emocionados con este montaje como lo estuvimos nosotros. Sentir el aplauso de un público que disfrutó la obra y comprendían el esfuerzo de "Casa abierta" por hacer lo que querían hacer: buen teatro.

1 de diciembre de 2007

PRIMER CONGRESO INTERNACIONAL DE LITERATURA VIRTUAL


Invitada por la compañera del taller “La belleza de la sencillez: La navaja de Occam”, Carmen Amaralis Vega, participé de varias actividades del Primer Congreso Internacional de Literatura Virtual Iceberg Nocturno 2007. El mismo se celebró en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Mayagüez, desde el 27 al 30 de noviembre.
Una de las mayores satisfacciones fue conocer a varias personas que como yo, disfrutan de escribir en sus páginas y blogs y compartir en foros y talleres. Digo conocer, pero como he dicho antes, no es la palabra correcta. Afirmo con seguridad que ya nos conocíamos a través de nuestros mensajes, opiniones, comentarios, pero sobretodo a través de nuestros textos. Ahora pudimos vernos en persona, olvidarnos de la pantalla y mirarnos a los ojos, hablarnos cara a cara, abrazarnos, sentirnos. Y todo en tierra boricua, entre nuestras colinas, bajo nuestro sol y cerca de nuestro mar.

Jesús Fernández, a quien llamamos "Quixano,el manchego” presentó dos de sus trabajos. Un docudrama, "CENIZAS", sobre la violencia de género y un largometraje "ARAÑANDO LAS PUERTAS DE LA NOCHE", sobre la traición y la corrupción. Ambos excelentes. Bien digidos, actuaciones sobresalientes, temas profundos.
Gina Rivera, de Ecuador, representó nuestro taller, que se caracteriza por ser un foro libre, donde se respira respeto y compañerismo. Manuel Rosa y Carmen Amaralis Vega de Puerto Rico, también navajeros, presentaron sus páginas y sus escritos.


Disfruté de la excursión que hicieron a las Cavernas de Camuy y al Observatorio de Arecibo, pero en especial de la compañía de Gina, Jesús, Carmen, Manuel, Norma, Alvaro, Ernesto quienes hicieron que mi hija y yo nos sintiéramos parte del grupo. Felicito a Carmen Amaralis, una de las organizadoras de este evento, por el éxito obtenido. Espero que el año siguiente haya un segundo congreso. Y que esta vez “Tallerines”, del que soy una de las coordinadoras, esté representado también.

No podemos negar la importancia y popularidad de los blogs y las páginas personales. No solo permiten una fácil publicación de textos sino una interrelación con los lectores. Interactúan además diferentes formas y medios: música, sonido, literatura, imágenes. Los mismos han sido elogiados y criticados, como ocurre por lo general cuando aparece alguna innovación, algo que atenta contra lo tradicional. Lo que no podemos negar es el alcance que éstos tienen. ¿Hubiera sido posible, sin los talleres y foros, que escritores de diferentes países, profesionales y aficionados, se encontraran en un congreso como éste? ¿Estaría siquiera en nuestras mentes que encontráramos lectores de países tan distantes como Australia, Japón o Hawai? Estemos de acuerdo o no, con sus pro y sus contra, sus limitaciones y maravillas, sus logros y fracasos, la literatura virtual llegó para quedarse.

Y aquí estoy, escribiendo en voz alta,
de mi isla al mundo,
conociendo gente real a través del mundo virtual
y llamándolos amigos.
Amén.

29 de noviembre de 2007

Buscando a Nora

Los mensajes en mi contestadora eran frecuentes:
“Comunícate, Nora. Mamá quiere hablarte".
“¿Estás hecha una falsa, Nora. ¿Ya no te acuerdas de los pobres?"
“Avísame si vas para la reunión del sábado".
“Te espero el viernes, Nora. No se te olvide".
Años recibiendo mensajes que nunca fueron contestados.
“Mañana te busco. Donde siempre".
“Gracias por lo de anoche, Nora. Te amo".
Lo extraño de todo esto es que yo no me llamaba Nora ni mis noches eran para ser agradecidas.
“Dile a tu hijo que mañana reparten las solicitudes de trabajo".
Entonces Nora no era tan joven como pensaba.
“Recuerda que te toca llevar el vodka”.
Las actividades eran frecuentes. Siempre la esperaban en algún lado. Fiestera la Norita...
“Nora, no has depositado lo de la sociedad".
¡Ay! Ahora también sus acreedores. Como si con los míos no bastara...
Fueron tantos los mensajes recibidos y durante tanto tiempo que terminé por acostumbrarme a ellos. Los borraba como una autómata, ya sin prestarles atención. Siempre supuse que su número tenía que ser muy parecido al mío. Jugué a ponerle un rostro, una familia, un amante, una vida. Pero nada más. Nora no pasó de ser un número equivocado.
Hasta que llegó un mensaje que me preocupó.
“Cuídate Nora. Te estoy velando...”
No suponía que Nora se hubiera muerto, así que eso de velarla me daba mala espina.
¿Cómo avisarle a Nora que se cuidara?
“Eso no se le hace a un hombre. Vas a pagarlo muy caro...”
¿Qué había hecho Nora? Y esa voz...la misma de aquella noche...
Brincaba cada vez que sonaba el teléfono esperando que fuera para ella. Que por lo menos encontrara un enlace, alguien que la procurara, alguien que la conociera, alguien que no fuera el hombre de la amenaza.
Pero todos los mensajes eran para mí, nadie volvió a preguntar por Nora.
Encontrar el número correcto era irrealizable. Podría estar meses cambiando cada número y la probabilidad de que consiguiera a Nora era mínima. Buscar su nombre en la guía telefónica. Sin apellido, imposible. Compré un identificador de llamadas.
Una noche, alrededor de la una de la mañana, sonó el teléfono. Algo me dijo que esa llamada era para Nora.
—Hola... sí, buenas noches... hola...
Solo oía una respiración jadeante al otro lado de la línea
—Te dije que te encontraría. Sé que estás en la casa.. y estás sola.
—¿Quién me habla? ¿A quién busca?
—¿Tan pronto te olvidaste de mí?
Era la misma voz. No sé si Nora lo había olvidado pero yo no. Me asusté tanto que colgué. No debí hacerlo pues aun no sabía el número de Nora y el de quién llamaba aparecía bloqueado. Sonó el teléfono otra vez.
—He dado con tu escondite. Pensaste que no te hallaría. Mira por tu ventana.
Miré. Por un momento, olvidé que yo no era Nora ni conocía a ese hombre . Pero allí , a lo lejos, estaba. Podría jurar que era él, el hombre de la voz, el hombre que buscaba a Nora.
Llamé a la policía, a emergencias, a la guardia municipal, a los bomberos, a cuánto teléfono me acordé que daban para estos casos. Todos me dijeron que cerrara bien la casa, que esperara por ellos, que vendrían a ayudarme. Tengo la idea que no me creyeron pues nadie vino. Total, ¿que podía decir, que una voz buscaba a Nora pero yo no era Nora? ¿Qué no tenía idea de quienes eran, ni él ni ella? Lo mínimo que me iban a decir era loca.
Mejor así porque el hombre se fue al poco rato con la vecinita del frente. No me esperaba a mí, sino a ella. Olvidé que era su costumbre de recogerla los sábados cuando salían a bailar. No era él. Esta persecución me hacía perder el sentido común y la lógica.
Al otro día escucho en las noticias por radio:
“Una mujer de cuarenta y siete años fue asesinada ayer por su novio quien luego se suicidó. Edgardo Sepúlveda, de cincuenta años, mató anoche a Nora Quintero, en la casa donde vivía la hoy occisa con su hijo. Aunque el joven dice que nadie llamó a su casa esa noche, Sepúlveda aún tenía en su poder un celular con el que se presume trató de comunicarse con la víctima. En el teléfono del asesino estaban registradas tres llamadas hechas poco antes de lo ocurrido que serán parte de la investigación.”
Sentí tambalearse mi mundo. Tres llamadas. Recordaba haber respondido a dos. ¿Habría entrado otra después de acostarme? Miré la máquina contestadora. Parpadeaba. Un mensaje recibido. Temblando apreté el botón.
“Te daré paz, Norita. No voy a molestarte nunca más".
Ya nada podía hacerse. Lloré. Aunque no lo creas, Nora, voy a extrañarte.
Sonó el teléfono. No me animo a responder.
—Por favor, deje su mensaje después del tono.
—Nora, soy yo. ¿Nos vemos mañana?

Elsia Luz Cruz Torruellas
(Siluz)


24 de noviembre de 2007

Eterno verano


—No te apartes mucho.
—Hasta las boyas nada más.

A pesar de las protestas de mi madre, siempre me distanciaba un poco más. La atracción de ese mar abierto, la inmensidad del horizonte, el golpear de las olas contra la roca enorme, el azul diáfano del infinito, todo era una llamada irresistible. Me llenaba de una paz embriagante al mirar desde lo lejos a la gente en la playa , alejada de todo y de todos, flotando en esas aguas claras y cálidas. Sentía ser astronauta en el espacio, mirando a mi planeta a distancia, siendo parte del todo pero observándolo imperturbable y ajena.

Cada verano el balneario se llena de gente. El sol quema las pieles blancas de turistas extranjeros mientras los visitantes del interior y los jubilados buscan la sombra que los almendros y las palmas de coco ofrecen. Sobre la arena, los estudiantes de vacaciones durante los meses de junio y julio, forman equipos de volibol playero; los niños hacen castillos o entierran sus cuerpos hasta el cuello y las parejas de adolescentes van dejando sus huellas o escribiendo sus nombres. Hoy, también yo, observo el ir y venir de las olas desde la orilla y escucho su murmullo suave y rítmico.

Tenemos la bendición de poder gozar de la playa el año entero. Aún en “invierno”, cuando las aguas están un poco más frías, disfrutamos de ella como en cualquier otra época. Cuando era niña, los viejos nos advertían que en diciembre cambiaba el viento y llegaban las aguavivas* a la ribera. Decían que si se pegaba una a la piel, producía un terrible ardor y que había que estar muy pendiente, pues eran casi transparentes y pasaban inadvertidas. Pero nunca me encontré una, así que lo tomé como un mito que mi madre repetía, para tratar de asustarme un poco. Para mí, como para mis hermanos y mis primos, no había nada más allá de nuestro océano, ni más estación que el eterno verano.

Nadé desde niña, por lo que me sentía tan segura en el mar como en tierra. Quizás por eso, me atrevía a lanzarme, sin ningún temor, desde la inmensa peña que divide nuestra playa en dos. De un lado, las olas se alzan violentas, iracundas; del otro, descansan pasivas, mansas. ¡Quién dice que son las mismas aguas! Ese caer sobre ellas, es lo más parecido a volar. ¡Una sensación indescriptible!

Aquel día caminaba con mi hermanito por la roca. Iba a enseñarle como tirarse al mar desde su cima, al igual que un día me enseñó mi hermano mayor. Tenía que saber exactamente el momento en que las olas se lo permitirían, y el punto exacto donde debía caer. Pero ese día el viento sopló más de lo acostumbrado, y luego cambió su rumbo. Al momento de lanzarme, percibí algo distinto en el ambiente. “No estamos en verano” pensé. Recordé las aguavivas , sentí nuevamente el golpe de aire, el batir de las olas y dudé. Ese instante de indecisión me hizo dar un paso en falso, y caí. Fue el último paso que di.

Hoy empieza oficialmente un nuevo verano. Allá, al frente, el océano. Aún no me acostumbro a contemplarlo desde este ángulo. Siento que voy a contramano. Lo miro desafíante desde mi silla de ruedas. Sigue ejerciendo un poder cautivador sobre mí. Pero esta vez me devuelve la mirada.

—Sigo aquí. Estoy viva —le grito victoriosa.
— Y tu hermanito también —le escucho responder.

Hoy el mar y yo hicimos las paces.

Elsia Cruz Torruellas
(Siluz)
Escrito para un ejercicio de "Tallerines" en Oct. 05


*aguaviva: La fragata portuguesa o aguaviva, es una especie colonial que vive flotando en la superficie del mar gracias al gran flotador que posee (pneumatóforo), que está lleno de gas, y que puede alcanzar los 30 cm de largo por 10 cm de ancho. Su picadura es muy dolorosa e, incluso, peligrosa para personas débiles o niños. El contacto con sus tentáculos provoca quemaduras en la piel. En determinadas personas sensibles puede llegar a provocar un shock anafiláctico y causar la muerte por paro cardíaco o ahogamiento.

5 de noviembre de 2007

Su mejor homilía

Las monótonas pisadas del cura al ascender al púlpito hicieron crujir los peldaños de madera. Como todos los domingos se aclaró la voz, pero se le olvidó el tema de la homilía al ver entre los feligreses a aquella mujer que había entrado a su confesionario la noche antes. Sentía su mirada fija en él, aquellos ojos negros lo atravesaban como la espada al santo cerca del altar. Recordó las palabras pronunciadas:

—Padre, estoy embarazada.

No hubo reproches ni exigencias. Ni siquiera sorpresa. Quiso disimular pero ella notó su espanto. Sí que estaba aterrado. Su reputación, su carrera, todo por lo que había vivido hasta ahora se iba abajo.

—Déjeme. Yo sigo sola.

Tiempo después me contó que esas frases lo persiguieron toda la noche, que fueron cruciales pues lo obligaban a todo lo contrario. Era necesario enfrentar lo ocurrido. Por dignidad, por principios, por pura decencia. Si antes obró por los impulsos de la pasión, ahora tenía que hacer lo que le dictaba la conciencia. Es así que lo recuerdo: un hombre íntegro, honesto, dispuesto a afrontar las consecuencias de sus actos, a reconocer que no era infalible y sí responsable de sus errores.

Ya en el púlpito miró a todos los pares de ojos que lo observaban con curiosidad. Debió haber palidecido pues el monaguillo se le acercó:

—Padre, ¿se siente usted bien?

Padre. Aquel nombre por el que todos lo llamaban pareció retumbar entre las paredes del templo. Padre...Padre...Si alguien tenía derecho a llamarlo así era el niño que ella llevaba en su vientre. Ése que estaba considerando no traer al mundo.

—Haré lo que usted me diga. No quiero perjudicarlo.

Amigos, no la culpo. Entiendo que estaba asustada, eran otros tiempos. El amor y la admiración por él la obligaban a querer protegerlo. Fue él quien decidió.

— A veces nos dejamos llevar por los instintos. No somos de piedra y el amor nos puede llevar a ser impulsivos. También a recapacitar. Se dice en Corintios que “El amor es paciente, servicial y sin envidia. No quiere aparentar ni se hace el importante. No actúa con bajeza, ni busca su propio interés. El amor no se deja llevar por la ira, sino que olvida las ofensas y perdona. Nunca se alegra de algo injusto y siempre le agrada la verdad. El amor disculpa todo; todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta. El amor nunca pasará”.* Por eso, por lo que creo y por lo que espero, en nombre de la Verdad y del Amor, doy paso a la Vida.

Dicho esto, bajó del púlpito y fue hacia el último banco desde donde ella lo contemplaba atónita. Ante la sorpresa de todos salieron abrazados, dejando atrás un torrente de murmuraciones y habladurías. La Iglesia no le perdonó su afrenta, nunca volvió a oficiar una Misa, lo llamaron indigno y traidor. Para mí, no obstante, fue el más valiente de los hombres. Hoy que marcha a encontrarse con el Dios en el que nunca dejó de creer y con mi amada madre, quien se le adelantó en el camino, le agradezco ser quien soy.

Padre, hoy, ante tu féretro, recuerdo aquellos sucesos, porque sin lugar a dudas ese día diste tu mejor homilía. Gracias, papá.

Elsia L. Cruz Torruellas
(Siluz)

* (1Cor. 13:4-8)

30 de octubre de 2007

Reencuentros en Facebook

Hay personas que calan hondo en nuestras vidas, que por un motivo u otro nunca olvidamos. Hay rostros que podemos reconocer aunque hayan cambiado con el paso de los años . Hay amigos a los que no vemos en mucho tiempo pero que al volverlos a encontrar, es como si los hubieras visto ayer.

En Internet hay millones de formas de hacer nuevos amigos, de “conocer” gente de diferentes países del mundo, de todas las creencias y de diversas edades. Entre esos medios, he encontrado una herramienta ideal y efectiva, no para hacer nuevos amigos (¡lo que es fabuloso!) sino para reencontrar aquellos que un día fueron significativos en mi vida. O yo en la de ellos. Me refiero a excompañeros de escuela, excompañeros de trabajo, ex vecinos, ex estudiantes...a tantos ex que se van acumulando a lo largo de los años.

Cuando llega ese temido y esperado día en que nos alejamos de nuestra escuela superior, de los compañeros con los que hemos compartido tantos años y experiencias, juramos que nunca nos alejaremos. “Te recordaré siempre”, “no te olvidaré”, son frases escritas en los dorsos de las fotos que repartimos. Y luego, sin poder evitarlo, cada uno escoge su sendero, y los caminos que corrían paralelos, se van por diferentes rumbos y se pierden en el tiempo y el espacio.

Llega nueva gente a nuestra vida, estudiantes universitarios, compañeros de hospedaje, compañeros de trabajo. Crece la familia, nos emparejamos, nos convertimos en padres, tíos, cuñados, suegros, abuelos. Conocemos clientes, pacientes, alumnos, colegas, jefes, subalternos. Nuestros círculos se amplían , se mezclan, se disuelven o desaparecen.

Se ha dicho mucho sobre facebook. Ha sido juzgado antes y después de ser analizado, por gente que lo usa y por gente que no lo conoce, por personas que desconfían y otros que les dedican horas. Como todo, tiene su lado bueno y su lado malo. Puede ser una herramienta útil o un arma de doble filo. Puede ser un instrumento social o una invasión a la privacidad. Aún así, a Facebook le debo haberme reencontrado con compañeros de escuela de los que no sabía desde que nos graduamos en el 1970. Me he comunicado con alumnos a los que le di clase a lo largo de treinta años en la Escuela superior de Vega Baja. He tenido noticias de muchos de ellos, cosa que no creo hubiera sucedido de otra manera. Algunos están fuera de Puerto Rico, otros en diversos puntos de la isla, algunos no recuerdo sus nombres pero sí sus caras. Compartir fotos de aquella época nos ayuda a recordar. Y como sabemos, recordar es revivir. Me entristece enterarme de sucesos desagradables o del fallecimiento de alguno, pero ¡qué lindo ver a la mayoría convertidos en padres y adultos responsables! ¡Cuánto orgullo siento al saber qué no me han olvidado!


Hacer un nuevo amigo es una maravilla. Recuperar a un viejo amigo es un milagro.

Teatreros de la Lino: http://www.facebook.com/group.php?gid=21228997176

27 de octubre de 2007

Tric Trac



TRIC TRAC
de Isaac Chocrón

Si clasificáramos a los seres humanos en números según sus características, si pudiéramos vernos desde afuera, como ajenos especimenes de nuestra raza, quizás nos daríamos cuenta de lo peligrosos y crueles que podemos llegar a ser. “Se nos pasa la mano. La mano y las piernas y los ojos y todo lo que tenemos por dentro. Nos excedemos” Isaac Chocrón, el reconocido dramaturgo venezolano, en su obra Tric Trac, demuestra la enorme gama de emociones, pensamientos y experiencias por las que por obligación atravesamos los seres humanos a lo largo de nuestra existencia. Diez seres, sin sexo, raza ni edad, crean un nuevo sistema; uno que se rige por una sola frase: Tric Trac. Guerra y paz, amor y odio, política, religión, miedo y valor, coraje, crueldad, rencor, convivencia, hogar y matrimonio, tortura, campos de concentración, conquistadores, dominio del más fuerte, exilio, la comunicación, los recuerdos, la identidad, alianzas, poder, traición, justicia, la verdad, educación, rituales, la soledad, las ciencias: naturales, humanas y ocultas; son todas reglas necesarias para jugar a vivir. Unas veces se gana y otras se pierde, pero es imprescindible participar en este partido “interminable”. Sin principio ni fin” en el que “todo se olvida” y “se ve solamente lo que tú quieras ver”. Porque al fin y al cabo, solo somos ejemplares de la raza humana de la cual cada uno de nosotros puede aclamar: “yo tengo un poco de todo el mundo y todo el mundo tiene un poco de mí” . Tric-trac, tric-trac.

TRIC-TRAC

Autor: Isaac Chocrón

Lugar: Universidad del Sagrado Corazón, Santurce, Puerto Rico
2do piso Barat Sur
Antiguo Museo de Arte Contemporáneo

Fecha: 26-28 de octubre, 2-4 de noviembre, 9-11 de noviembre

Hora: Todas las funciones serán a las 8:00 p.m. con excepción de las de los domingos que serán a las 6:00p.m.

Durante el último fin de semana, se espera la visita desde Venezuela del autor, Isaac Chocrón.

Dirige: Noel Ernesto

Auspicia:
Casa Abierta y la Universidad del Sagrado Corazón

17 de octubre de 2007

¿Por qué escribimos?

Sin lugar a dudas, cada escritor o aspirante a serlo, podría preguntarse lo mismo. Quizás no solo por qué escribimos, sino por qué nos lanzamos en paracaídas, por que “surfeamos”, por qué nos tatuamos el cuerpo, por qué escalamos el Everest, por qué hacemos teatro, por qué competimos en deportes, por qué componemos. La lista de preguntas es interminable.
Me llamó la atención lo que respondieron dos amigos talleristas , a quienes conocí en Buenos Aires, Martha Ferrari y Alejandro Panizzi a esta pregunta.
Martha asegura que:
“Escribir para mí es una pasión, un divertimento, una compañía, una ocupación gratificante y un antídoto del aburrimiento, pero sobre todo, es una plataforma de ensoñación, para que mi personalidad -tan apegada a la tierra - venza por un rato susentido práctico y con las alas de la utopía se anime a volar.”
Alejandro alega que :
“...es un acto tortuoso, que conlleva una gran dificultad,
trabajoso y capaz, incluso, de causar pena.
Lo maravilloso, acaso, sea haber escrito."
Sus argumentos me hicieron reflexionar. Y yo, ¿por qué escribo? Acepto que me gusta, lo disfruto, me entretiene, me libera, pero confieso que mucho más me gusta haber escrito. Empezar un texto cuesta y desarrollarlo mucho más...casi como un parto. (Que si no olvidáramos el proceso al tener a nuestro primer hijo en brazos, todos seríamos hijos únicos.) Y me pregunto: ¿por qué lo hacemos si nos causa ansiedad y tensión? ¿Por qué, aún así, al terminar un escrito ya estamos pensando en el próximo? ¿Por qué tenemos una lista de "cosas" que vamos a trabajar algún día? ¿Por qué una cantidad de ideas sin abordar qué nos exigen ser atendidas? Generalizando: ¿Por qué sentimos la necesidad de realizar actos que nos producen satisfacción al lograrlos pero angustia en el trayecto?

Le decía a mis estudiantes de teatro que el temor escénico es parecido a subirse al más alto trampolín de una piscina. Estás ahí, mirando desde lo alto, ves el agua tan distante, sientes mariposas en el estomago, quisieras bajar por donde mismo subiste, y te preguntas "¿qué diablos hago yo aquí? Pero cuando te tiras de clavado y te sientes volar sin necesidad de alas, deseas repetir la emoción y subes para tirarte otra vez.

Esa sensación de mariposeo, el preguntarse "¿por qué yo me meto en esto?" y prometerse "no vuelvo más", el ajetreo estrésico antes de la primera función, el cosquilleo antes de salir a escena, esa nostalgia según cierra el telón para ya estar pensando en la próxima producción; todo eso también es parecido a lo que siente un escritor frente a la computadora mientras trabaja.

Coincido con Alejandro es que el proceso es difícil. Se cruzan las ideas y los personajes, te ataca la inseguridad, te agobia la búsqueda de las palabras precisas, la prisa, el deseo de concluir el texto, la incertidumbre, el temor de no hacernos entender, el hastío de corregir, la necesidad de re-escribir, la tentación de borrarlo todo y volver a empezar. Sin embargo, necesitamos escribir. Secundo a Martha cuando dice: “Nunca le encuentro el punto justo y lo único que me hará interrumpir la obsesiva tarea, será el proyecto del próximo cuento”.

Porque cuando por fin dejamos un cuento como terminado, la satisfacción de haberlo logrado es similar a vencer el miedo y lanzarnos al vacío o a recibir el aplauso del publico en el saludo final. Para entonces, ya tenemos algo nuevo que decir. Y vuelta a volar...
Debe ser que cuando nacemos para escribir, del cielo nos cae el lápiz. O que el ser humano siempre quiso tener alas y de una manera u otra, necesitamos emprender vuelo.

O quizás es mucho más sencillo. Lo hacemos porque sí. Como diría mi abuela: “sarna con gusto, no pica”.

Siluz

13 de octubre de 2007

Los ojos de mi madre

“Nunca es triste la verdad
lo que no tiene es remedio...”
J.M. Serrat

—¡Estás buscando que se lo diga!
—¡No me amenacés!
—Entonces, no me provoqués vos. ¡Dejame en paz!

Aquellas frases se le quedaron grabadas. A sus seis años no entendió el significado, pero sí pudo captar la reacción tras ellas. Tal vez fueron los ojos aterrorizados de su madre, la angustia que sentía en su silencio o la sorpresa de ver a los padres discutir, pero no pudo evitar estallar en llanto.

—Mi niño, no llorés. No pasa nada.
—Entonces, por que llorás vos?
—No, Gabrielito, si no lloro...

Mentira, sí lloraba. Lloraba por tener que callar siempre. Lloraba al tragarse todo su orgullo. Lloraba porque se odiaba. Lloraba para mantener la paz. Lloraba de rabia y remordimiento. Lloraba para que su hijo no supiera.

Hoy, después de tanto tiempo, Gabriel recordaba ese día. Quizás porque volvió a ver aquella mirada en el rostro de su madre. Con su diabetes descontrolada y dos riñones atrofiados, las esperanzas de vida no eran muchas. Se asombró de ver que una mujer tan fuerte como ella le temiera tanto a la muerte.

Trató de darle ánimo aunque solo se le ocurría repetir frases trilladas: “La ciencia ha avanzado mucho. Yo te daré uno de los míos”. ¿Y por qué no? No era mala idea. Habló con el médico de cabecera. Aunque ella se negara, donarle uno de sus riñones era posible. Su juventud, salud y sobretodo la suerte de no haber heredado la condición, lo permitía.

—Yo sé que estás dispuesto a hacer cualquier cosa por tu madre, Gabriel, pero siento decirte que es imposible. He discutido esto con ella. No es candidata para trasplante —y sin dar más explicaciones, se marchó del cuarto.

A pesar de la tajante negativa, Gabriel no se dio por vencido. “¡ No candidata a trasplante!” ¡Absurdo! Consultó otros especialistas, entre ellos al Dr. Galíndez, uno de los mejores endocrinólogos del país y conocido defensor de los derechos humanos. Estaba consciente de que su madre nunca había querido verlo, que por algún motivo no era santo de su devoción pero ¿qué importaba eso ahora? Si alguien podía salvarla, ése era él.

La recepcionista verificó el nombre de la paciente y los datos en la hoja. Le hizo preguntas que, aunque le parecieron extrañas, respondió por cortesía. Minutos después se entrevistaba con el médico y era pasado al laboratorio a hacerse los exámenes pertinentes. A la mañana siguiente recibió su llamada. Le preocupó la insistencia del doctor y la urgencia en que fuera a su oficina. Su madre debía estar peor de lo que imaginaba.

—No, Gabriel. No se trata de eso. Lo que tengo que decirte es tal vez más grave.
—¿Qué pasa? —preguntó desconcertado.
—No sé cuánto sabés sobre esto, pero colaboro con las Abuelas de Mayo en la búsqueda de niños desaparecidos durante la dictadura.
—¿Sí? —respondió, sin entender que tenía qué ver todo eso con él.
—En el juicio que se hace a los militares mencionaron a una mujer que se hacía cargo de las mujeres embarazadas con el propósito de secuestrar a sus hijos al nacer. Tenemos la sospecha que se trata de tu madre.
—¿De qué habla? ¡No puede ser!
—Tus análisis nos han hecho pensar que, además, adoptó uno de ellos.

No quiso preguntar más. Salió de aquella oficina sin rumbo alguno. En un instante se le derrumbaba la vida que creyó suya. Perdía pasado, presente y futuro; nombre, identidad, familia, todo a la misma vez. Aquella mujer a quien llamaba madre era una desconocida, una fugitiva, una criminal. Creyó renacer sin haber muerto. Caía en un abismo, sin haberse acercado al borde siquiera y sin encontrar de dónde asirse. Caminó por horas, con miedo a comprender el alcance de las palabras del Dr. Galíndez. Merecía una explicación. Sus pasos lo llevaron al hospital.

El padre salió a su encuentro desesperado. —Muchacho, ¿dónde andabas? —Tras una pausa que le pareció eterna, añadió—: Tu madre está muy mal. Solo te llama a vos.

No pudo decir nada. Entró al cuarto para encontrarse una vez más con aquella mirada. Ojos de miedo, de súplica, de llanto contenido; ojos que decían adiós. En el interior de Gabriel se entremezcló toda una gama de emociones: decepción, odio, amor, rabia, ternura, aversión, agradecimiento, rechazo, cariño, vergüenza, incertidumbre, repugnancia, dolor.

Y al cerrarle los ojos, pudo ver que gritaban: perdón.



Elsia Luz Cruz Torruellas

Cuento ganador en el Certamen de Tallerines 2007

4 de octubre de 2007

Redescubriendo a Gioconda Belli

En uno de los talleres literarios a los que pertenezco se dio la consigna de escribir sobre una poeta a la que admiráramos. Busqué en mi memoria y de momento solo se me ocurrió Julia de Burgos. Tengo que confesar que a mi mente llegaron muchos nombres de hombres. Busqué entonces en la memoria de mi computadora (que es mucho más confiable que la mía) y me recordó, entre otras, a esta escritora de nuestro tiempo, de quién no solo me identifico con muchos de su poemas sino también con su obra narrativa: Gioconda Belli. Junto a Rubén Darío y Ernesto Cardenal, se consideran las voces representativas de su natal Nicaragua.

Comparto con ustedes:
REGLAS DEL JUEGO PARA LOS HOMBRES
QUE QUIERAN AMAR A MUJERES MUJERES

I
El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.



II
El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
conque yo estaré al lado suyo.

III
El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.

IV
El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.

V
El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones,
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.

VI
El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.

VII
Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.

VIII
El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.

IX
El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.

X
El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.


XI
El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria
.


Gioconda Belli

29 de septiembre de 2007


“Lo mejor de este galardón no es el poder ahora tener un premio
para lucir en mi "sidebar" sino esas palabras hermosas
que expresaron cada uno de esos queridos blogueros.
Gracias ♥”.
(Rocío en su blog “Mis nuevos-buenos aires”)

Como bien dice Rocío al pasar el galardón, lo mejor del “Blog solidario” no es el premio en sí sino lo que dice de ti la persona que te lo otorga. Y cuando uno siente sinceridad, cariño, aprecio, estas palabras adquieren un valor incalculable.
Gracias, Rocío y Xaimy, por sus mensajes pero sobretodo por su amistad. A pesar de estar tan cerca es extraño que no nos hayamos visto. La cita está pendiente, algún día será. Pero eso no es razón para decir que no nos conocemos. Desde que coincidimos hace años en aquella sala de yahoo (tan llena de recuerdos, Cabita y Bori) hemos compartido muchas experiencias. Queda un mundo por descubrir; Internet no deja de maravillarme cada día. Seguiremos creciendo, aprendiendo, expresándonos, viviendo. Espero que siempre leyéndonos.

Y paso a citarlas:

Rocío: -> "Ahora me toca a mí pasar el premio... Algunos de los que mencionaré ya han recibido el premio, pero no puedo dejar de reciprocar la ayuda, apoyo y solidaridad que han tenido con esta humilde bloguera.
Siluz - Puertorriqueña 100%, escritora, maestra de teatro, mujer cálida, transparente y tan fuera de lo común [Ichión]”. (http://mis-aires.blogspot.com/)

Xai: “La persona que me otorgó el premio es una de las mejores personas que he tenido la dicha de conocer. Su calidad de ser humano es excepcional, tiene un corazón del grande del universo, además de ser una de las personas más brillantes que conozco. Sé que este ejercicio es una cadena que debe seguir adelante, pero por esta vez voy a hacer una excepción a la regla
Mi querida madrina SILUZ, en primer lugar quiero premiarte a ti y tu blog
ESCRIBIENDO EN VOZ ALTA. Gracias, Lucy, por ser quien eres, por ser como eres y por todo lo que he aprendido y sigo aprendiendo de ti.” (http://queodisea.blogspot.com/)

Menos mal que no tengo que agradecerles hablando en voz alta sino escribiendo, porque sé que la emoción me traicionaría. Solo puedo decirles, GRACIAS.
Un beso y que Dios las bendiga y las cuide siempre.

24 de septiembre de 2007

Blogs solidarios

Sé que hay muchas personas merecedoras del premio Blog solidario y son muchos los blogs cuya lectura disfruto. Entiendo que debe seguirse la cadena y no volverla atrás por lo que quise buscar personas nuevas para otorgarlo. Selecciono a:

Rocío , joven puertorriqueña dueña del blog "Mi buenos-nuevos aires" (http://mis-aires.blogspot.com/), "Piensa" (http://pensar-2.blogspot.com/) y "Enmudecida"(http://enmudecida.blogspot.com/) He sentido su apoyo y presencia constante, su solidaridad con los blogs amigos y su intervención en varios blogs como "Herencia literaria" (http://herenciasliterarias.blogspot.com/). Mención especial merece su antiguo blog "Hada Morena" enlazado con la mayoría de los blogs que leo y donde se percibían fuertes lazos de amistad.

Xai, otra joven de mucha sensibilidad de Puerto Rico, dueña del blog "O sea.. ¡qué odisea!" (http://queodisea.blogspot.com/) y colaboradora de "Herencias literarias" (http://herenciasliterarias.blogspot.com/).

Emma Rosa, asturiana, del blog "Opiniones de una ama de casa" (http://emmarosarg.blogspot.com/) porque demuestra como de una forma sencilla se puede opinar de todo y bien. También por sus blogs: "Enmaquetando palabras"(http://emmarrosarg.blogspot.com/) donde nos regala sus escritos "y Personajes, mitos y leyendas" (http://personajesyleyendas.blogspot.com/) del Fórum Letras Libres.

Hilda, también puertorriqueña, de un blog que encontré hace poco (o más bien, me encontró ella a mí) y que me encantó por lo variado y valioso: "Los tereques de Hilda"
(http://hilda-losterequesdehilda.blogspot.com/)

A ellas cuatro, mi aplauso y este premio que yo también recibí con mucho orgullo y alegría de las manos de Claudia y Héctor para que lo copien y peguen en su blog.

20 de septiembre de 2007

Para siempre



El domingo, 23 de septiembre, se conmemora en Puerto Rico el Grito de Lares. Lo que fue en 1868 un acto de emancipación del imperio español es hoy un acto de reafirmación patriótica contra el imperio estadounidense. Con un total menosprecio por nuestros días patrios, fue además hace dos años el día escogido para asesinar a uno de nuestros más bravos combatientes: Filiberto Ojeda Ríos. En otro abuso de poder, de brutalidad, de falta de respeto por la vida ajena y los sentimientos y valores del pueblo puertorriqueño, EL FBI irrumpió en el hogar del luchador independentista y sabiendo que estaba herido de muerte, lo dejó morir desangrado.

Van, Comandante, mis respetos para usted y su viuda, con este sencillo homenaje a su memoria.

Para siempre

“Le dije 'te entrego mi corazón y mi vida’
y su respuesta fue:
'te entrego mi corazón porque mi vida es para la patria'.”
Elma Beatriz Rosado


“¡Lo mataron, lo mataron!”

El grito retumbó por toda la isla. La reacción general fue de incredulidad. Tras quince años prófugo parecía ser invisible, indestructible, inatrapable. Los prepotentes quisieron demostrar que no lo era y lo hicieron inmortal.

“Se lleva a cabo un gran operativo; cientos de agentes han atacado por sorpresa un tranquilo y apartado barrio del oeste.”

Tembló al escuchar las noticias. Eran tan imprecisas. Le preocupaba ella, su amiga de la infancia, esa jovencita a quien no veía hace mucho tiempo y quien abandonó todo para irse con él al clandestinaje. Esa muchacha, estudiante de leyes, practicante en uno de los bufetes más importantes de la capital, con un futuro prometedor el cual ella pensó entonces que había echado por la borda.

“Rodearon la casa. A ella la sacaron herida. El está adentro.”

Circulaban rumores y especulaciones. Progresaba la tensión y el desasosiego. ¡Esto no podía estar pasando! Se habían criado juntas, compartido juegos, muñecas, libros, pinceles, travesuras, secretos. Juntas descubrieron palabras prohibidas, juntas rebuscaron temas tabúes, juntas soñaron con el galán de turno, juntas aprendieron a bailar y coquetear, juntas pasaron de la niñez a la adolescencia... siempre juntas. Hasta que lo conoció.

“Han controlado todo el área. No dejan entrar ni salir a nadie. Hay francotiradores en los helicópteros.”

Entonces las confidencias fueron imposibles y los silencios, inquebrantables. Ya no era capaz de leer en sus ojos ni adivinar sus pensamientos. Los temas de conversación eran otros: injusticias, imperialismo, coloniaje, patria, presos políticos, guerra, paz, socialismo, lucha, amor, libertad, revolución. Hasta que se fue sin decir adiós.

“La dejaron salir. Ella está bien; él, muerto. Desangrado. ”

Su amiga de siempre. A que precio tan alto la recuperaba. La ve en el noticiario, el dolor reflejado en el rostro. Sabe que tiene que vivir para que el pueblo se entere de lo ocurrido. Es lo único que ya puede hacer por su maestro, por su compañero, por el héroe de la patria. Es dueña de la verdad y tiene que transmitirla.

“Quisieron hacerla arrodillar. Ella se negó. Él no se lo hubiera perdonado. Entonces la tiraron contra la tierra. Más de 100 tiros desde lo alto. Uno lo alcanzó. ”

El pasó a la eternidad, junto a Albizu, a Bolívar, a Sandino, a Guevara. Ella, que lo acompañó, lo comprendió, lo amó, no se conformará con llorarlo.

Se oye una canción de Silvio: “...te amaré si estoy muerto, te amaré el día siguiente además...”

Se ha visto obligada a renacer, a volver a la luz. Tiene que caminar con la cabeza en alto por la ruta marcada con su sangre. Hoy, aún en soledad, se ve segura, luchadora, decidida, con el inmenso orgullo y la responsabilidad de ser la viuda del Comandante.

18 de septiembre de 2007

PREMIO BLOG SOLIDARIO

Hace unos días, Claudia, mi amiga
del taller literario Tallerines,
desde su blog "La perla de Janis"
me otorgó el premio Blog solidario:
"Elsia Luz, de Puerto Rico, por su blog "Siluz" http://www.siluz.blogspot.com; escritora, medio argentina también, porque adoptó este país. Pensé en ella por su calidad de persona, su dulzura, sus cuentos, su buena predisposición para con los demás."
Ella recibió el mismo de manos de Marcela del blog "Mujeres de 40 y más" (http://www.mujeresde40.blogspot.com/).

Hoy tengo doble alegría, pues mi amigo Héctor
de Hectoriadas-Ficciones y realidades
me otorga el mismo premio:
"Claudia me dio el premio Blog solidario, que es un premio que circula de mano en mano, o sea, el que lo recibe tiene que otorgarlo a otras personas. A quienes se destacan por algo, a nivel personal o general, a aquellos que te hacen bien...yo te elegí a ti para el premio, siempre y cuando estés de acuerdo. Mi abrazo. Héctor"
Solo puedo responder a sus palabras con una de las más lindas que conozco: ¡Gracias!
Un beso y asumo la tarea de pasarlo en los próximos días.
Una vez más, gracias, muchas gracias.

15 de septiembre de 2007

Basquencuentro

Entre el deporte y la literatura

Mucha gente me ha comentado que no les cuadra que una persona que le gusta tanto leer y escribir se apasione por el deporte, sobretodo por el baloncesto. No creo que una cosa impida la otra sino que hasta ambas aficiones pueden unirse. Para muestra, basta un botón.


Basquencuentro
Siluz


Arroyo se prepara, tira de tres y.. ¡encesta! La ventaja es para Puerto Rico: 21-18”

La imagen era frecuente: el televisor en el patio y toda mi familia alrededor para ver el partido de baloncesto. Un evento crucial: la oportunidad de la isla para participar en las Olimpiadas estaba en juego: tenían que ganarle a Canadá. Entre picadera y cervezas , los gritos de mis tíos eran descomunales cada vez que uno de “los doce magníficos” anotaba.

“El rebote es para Peter John, la pasa a Barea, la recibe Ayuso, tira y.. ¡encesta!”

Cualquier partido era una excusa para que se reunieran todos. La abuela seguía con ahínco cualquier partido de béisbol, pelea de boxeo y hasta competencias de natación o pista y campo. Pero se desvivía por el básquet. Fueran Juegos Centroamericanos, del Caribe, Panamericanos, Mundiales, Olímpicos, del Sistema Solar, de la Vía Láctea o más allá, ¡no importa!
Allí estaba ella para vitorear al equipo nacional.

“Terminada la primera mitad, los boricuas se van al camerino con solo un punto de ventaja”

En el intermedio, la familia se dispuso a comentar estrategias, a criticar árbitros, a sentar jugadores, a activar a otros, a dirigir a distancia. Yo me disfrutaba toda aquella efervescencia pues la emoción colectiva era tanta, cual si ninguno de nosotros fuera a sobrevivir si Puerto Rico perdía esa noche.

Fue entonces que lo vimos. Entre la pasión por el básquet y el bullicio, nadie había advertido la presencia de ese hombre. De unos seis pies de altura y unos setenta años, no era conocido de ninguno de nosotros .

—El tercer parcial es fatídico. Ahí se nos acaba la gasolina —comentaba la abuela cuando sus ojos se toparon con los de aquel hombre. La vimos enmudecer y de momento exclamó—: ¡Felipe! —El hombre no se movió, pensé que temía acercarse, vi que sus manos temblaban y la voz se le quebró cuando dijo—: ¡Rosa!

¿Rosa? A Abuela siempre la llamábamos la abuela, aún los que no eran sus nietos, pero que yo supiera su nombre era Blanca. Seguro que aquel desconocido la confundía con alguien. Pero ¡no! Dio varios pasos hacia él, ademán que le dio valor para acercarse y fundirse ambos en un largo abrazo. Y al mirarse no se vieron pues los dos tenían la vista nublada en lágrimas.

“Puerto Rico termina el tercer parcial con una cómoda ventaja de 58-43”

Los seguí al balcón. La atención de mis tíos y mis primos volvió al partido. La voz del narrador dominaba sobre la algarabía reinante. Mi abuela ya no lo escuchaba. Jamás la vi separarse de un juego antes.

—Tantos años, Felipe. Es increíble que estés aquí.
—Más de cincuenta años, Rosa. Lo sé. Supe que habías enviudado y...
—Te fuiste entonces. Querías jugar baloncesto en Estados Unidos. Desapareciste. Nunca supe más de ti.
—No tuve suerte. La vida me llevó por otros rumbos. Al principio me fue mal, Rosa, muy mal. Años después me enteré que te casaste y ya no tenía sentido regresar.

“Jugada de tres puntos de David Thomas de Canadá acerca el marcador 66-61”

La familia estaba histérica. Puerto Rico desperdició una ventaja que llegó a ser de diecinueve puntos. ¡ No era posible una derrota! La abuela seguía ajena a todo. Los vi perderse en la oscuridad. Ya no pude escuchar sus palabras pero lo que no oí lo imaginé.

“¡Se acabó el juego! 72-66: ¡victoria para Puerto Rico!”

Expresiones de júbilo estremecieron el aire. Canadá nos hizo pasar un buen susto cuando ya creíamos el juego decidido. Una velada inolvidable, sin duda. Esa noche descubrí que el nombre completo de mi abuela era Blanca Rosa. Que pude haber tenido un abuelo llamado Felipe. Y que el partido no termina hasta que llega el segundo final. Tampoco la vida.


Elsia Luz Cruz Torruellas
13 de septiembre de 2007


Publicado en "Ser abuelo" Relatos 3 (Antología - Literando's 2008)

11 de septiembre de 2007

Mi "Roosevelt" viejo

¿Dónde está el aljibe, dónde están tus patios,
dónde están tus rejas?
Volverás al piano,
mi hermanita vieja,
y en las melodías

vivirán los días claros del hogar.
(Cátulo Castillo, Caserón de tejas)

Ya mis amigos se fueron casi todos
y los otros partirán después que yo.
Lo siento porque amaba su agradable compañía
mas es mi vida tengo que marchar.
(José Feliciano)

Mi mundo de infancia era muy pequeño. Constaba de tres o cuatro calles, un colegio, una iglesia, un parque. A pesar de que salíamos a menudo a conocer lugares de la isla, aquellas pocas calles eran únicas porque eran mías y juntas formaban mi pequeño pueblo.
Allí, las personas de siempre.
En la esquina, Lolita, quien me llamaba cada vez que hacía bizcocho o polvorones. Vivía con su hermana Ana Luisa, ambas solteras. Los gritos de Lola rompieron la noche el día que Ana murió. Gritos desesperantes que más tarde se convirtieron en lamentos de soledad.
De vecinos inmediatos teníamos a Don Chago y doña Panchita. Ella, seria; el bonachón. Con ellos descubrí que a las personas también las seca el tiempo. Al otro lado, doña Nicolasa. Era la abuela de mi amiga Ligia y era tan estricta que hasta le temíamos un poco. Un día se fue de viaje: sin partir ni regresar. Tuvo una caída en el aeropuerto que la sumergió en un sueño eterno. No sospechábamos que Kiki, su nieto, nuestro amiguito menor, la seguiría, víctima de una pelea fatal, en plena juventud.

Cruzando la acera, Doña Concha, una señora negra y menuda, que a pesar de sus muchos años conservaba su agilidad. Tenía una nieta, Elisa, varios años mayor que mi hermana y para quién, sospecho ahora, éramos sus muñecas. Un día dejó los juegos por la vida y se fugó a ser mujer.
Visitaba cada casa, una noche por mes, la imagen de la Virgen en una urna de madera. El turno tras el nuestro era de una anciana de grandes ojos claros posados en una cara cadavérica. Doña Mercedes no le abría la puerta a nadie después de las seis de la tarde por lo que teníamos que evitar que nos ganara la noche. Yo iba con Mami a entregarla, nunca sola, porque apenas osaba mirar aquellos ojos hundidos que parecían robarle días a la muerte.
A su lado, un matrimonio: doña Nieves y Don Emiliano, los abuelos de esa primera ilusión de amor , que es eterna, aunque termine. El no pudo vivir sin ella y tras ella se fue en silencio a la eternidad. En esa misma calle, Monsín, con sus ataques nocturnos de histeria que oíamos atónitas en casa y doña Angelita, la de la amplia sonrisa. Más arriba, Irma, en su salón de belleza, quien soñaba con que su niñita, hoy abogada, tuviera mi edad para peinarla (¡cuán grande me sentía entonces!) y Adelita, que practicaba en mi pelo largo los peinados que aprendía en la academia. El Sr. Venegas, dueño de un carro azul deportivo, envidia de los muchachos, y de un perro labrador, Bob, que salía a ladrarnos cuando pasábamos camino a Misa. Toñita, la española, en la casa del frente. Para mí ella era un acento extraño, un marcapasos, (ni idea de que era eso) y una media tejida llena de dulces el Día de Reyes. Y Mary Piñol, quien iba a ponerle a diario las inyecciones de insulina a mi abuelo, llena de relatos y anécdotas. Pero en cuentos, nadie se ganaba a mi abuelo Juan, protagonista de todas las aventuras y conquistador de las brujas. Jamás me hubiera imaginado yo que aquellas marcas en los brazos eran cicatrices de vacunas y no las huellas de los dedos de ellas al sujetarlo en una lucha violenta.
Y entre todas esas personas estábamos mi hermana y yo, en nuestro palacio, protegidas por mi tía y mi madre y mimadas por la abuela. Mi abuelita Esperanza... La consideré siempre la más buena, la más linda, la mejor cocinera, la que más refranes y adivinanzas sabía y la mejor hacedora de papelillos. Era la típica abuelita: gordita, con su pelo largo blanco peinado en moño, tejiendo en su sillón o haciendo crucigramas, con unos espejuelos que hacían ver sus ojos aún más grandes y claros y con cientos de poemas en su memoria. Pero también se fue, como se fue Mami años después, como se han ido casi todos a formar esta comunidad en el cielo.
Hoy mi pequeño pueblo se va convirtiendo en uno fantasma. Solo quedan las casas; muchas convertidas en negocios, otras, cerradas. La de Doña Adela se convirtió en una tienda, la de la otra Doña Mercedes en una enfermería, la de Tuti en una oficina escolar y hasta el pequeño convento, con su capilla al Niñito de Praga a quien las monjas cambiaban de ropa, es hoy una estación de radio. ¿Adónde fueron mis amigos? Cuando nos reuníamos en alguna casa, en la biblioteca, en el cine (¡curiosa forma de hangar!), en el parque, en las Niñas Escuchas, en las Hijas de María, en la JAC, pensábamos que nunca nos alejaríamos. El atrio de la Iglesia de La Merced, era nuestra plaza; sus fiestas parroquiales eran nuestras patronales. Estudiamos juntos todos los grados, compartimos todas las etapas, reímos y lloramos juntos, conocimos el amor y la muerte. Nos hicimos adultos sin darnos cuenta. Y casi todos abandonamos nuestro Roosevelt.
Pero mi recuerdo sigue allí, en la casa grande, aún rodeada de árboles, con su verja de granadas y su semáforo de ferrocarril. Encerrado en ella encuentro el espíritu maternal que hoy extraño tanto. Aún veo a mi madre recibiéndome en el portal y siento en cada esquina su presencia, su sonrisa, su alegría, su entusiasmo, su paz, su fe. Permanece en esa casa la ilusión, la fantasía, la inocencia de una infancia que ella supo hacer feliz.


A Sandra, mi hermana, a quien siempre traté de imitar,

a Ligia, mi amiga, con quien jugué, peleé, reí y lloré,
a Titi, quién es hoy el tronco de aquel hogar.


Elsia Luz Cruz Torruellas


Urb. Roosevelt está ubicada en Hato Rey,
Río Piedras (San Juan de Puerto Rico)


Caserón de tejas (Canta: Gina María Hidalgo)

5 de septiembre de 2007

TATA

—Vístete, Piru, que vamos para casa de Tata.

Oír eso y estar lista era simultáneo. Aquella finca para mí, criada en una urbanización de la ciudad, era sinónimo de aire, naturaleza, sueños, libertad. No quedaba lejos, lo sé ahora, pero el ambiente era tan distinto que hubiera jurado que cruzábamos alguna frontera. Anunciaba nuestra llegada Chispita, la perrita de turno. No sé cuantas conocí, pero nunca faltó una chihuahua con ese nombre. A la entrada, una hilera de árboles de María que conducían a una casa de madera rodeada de miramelindas. Afuera, un buzón amarillo con letras negras que decían “El Mundo” y un “coroto” colgando de una rama que Tata llenaba de azúcar para que comieran las reinitas. El techo a dos aguas sobre dos habitaciones amplias, una de las cuales eran “mis aposentos” cuando pernoctaba allí. Entonces me sentía princesa y dueña de aquel reino cual protagonista de cuento de hadas. Luego a dormir escuchando la nana de los coquíes para despertar con el canto de los bienteveo. Hoy, ya nada es lo que fue. No se publica “El Mundo’ ni ladra “Chispita”. Tampoco hay casa, ni finca... ni Tata.

Nació a principios del siglo XX en Maracaibo y fue bautizada Romelia Elena. Desconozco cuándo llegó a Puerto Rico pero contaba que conocía a mi madre desde niña. Eso me parecía fascinante, no porque entendiera el valor de esa amistad eterna sino porque para mí era increíble que Mami alguna vez hubiera tenido cinco años. Me intrigaban el acento que nunca perdió, su elegancia, su carácter. Muchos la tildaron de gruñona, antipática, estirada pero jamás de hipócrita. Sus relatos del caserón de la hacienda venezolana, de muchos hermanos a la mesa con el padre a la cabecera, de correr a caballo sin silla, de bohemias, me transportaban a un mundo desconocido. Bebía, fumaba y relataba aún con orgullo rebelde que huyó de su casa cuando no le permitieron cortarse el pelo, quitarse el corsé ni cantar acompañándose con guitarra. Su aire misterioso se acrecentaba al narrar haber sido reina del Carnaval del 28 y haber perdido a su primer esposo en el accidente de Gardel. Después, su matrimonio con Mariano, tirar el ancla en Borinquen y dejar de ser Romelia para convertirse en Doña Melly. Yo la llamé siempre Tata. Entonces yo era Piru (para mi familia, aún lo soy). —Debieron llamarte Siluz —comentaba mezclando mis nombres. No sospechó, ni yo tampoco, que Siluz nacería casi medio siglo después.

Pero llegó la autopista. La red de carreteras de la isla se modernizaba. Fue la única vez que la vi llorar. —Nos expropian. Por aquí justo pasará el expreso.

Y con el progreso se fue mi reino mágico. Aquella finca desapareció en el tiempo. Como Tata. Como mi niñez. O quizás no, miento. Las tres permanecen intactas en mis recuerdos de mujer, aún con sueños e ilusiones, aún con fe.

Elsia Luz
(Siluz)

30 de agosto de 2007

Aguante, Puerto Rico

¡PUERTO RICO, AHÍ!


Vistos todos los resultados, hechos todos los análisis, leídas todas las columnas deportivas en los diarios… una conclusión: hoy es un día crucial. No, no hablo de nada personal, tampoco algo de vida o muerte, quizás de lo que hablo es irrelevante para algunos a mi alrededor. Sin embargo, estoy ansiosa y sé que somos muchos.
El baloncesto es nuestro deporte nacional y nuestra selección el equipo de todos.

PUERTO RICO TIENE QUE GANARLE HOY A CANADÁ.

Gracias a que Argentina (lindo Argentina) le ganó a Panamá, se dio el milagro y entramos a la segunda ronda. Gracias a Argentina (precioso Argentina que sabe empatar y ganar en tiempo extra) que le ganó a Brasil y por la excelente labor en conjunto de nuestro equipo, seguimos ahí. Y si hoy le ganamos a los del Norte, Puerto Rico irá a semifinales. Pero más importante aún, asegura ir a repechaje y tener opción para encontrarnos en Beijing 2008.
Si ganamos y en el mejor de los casos también ganará Argentina, podríamos ir a semifinales contra los gauchos (bello Argentina, ojalá nos sigan ayudando. aunque tengamos que vernos las caras en la recta final) Si ganara USA entonces nos mediríamos contra los gringos y ésos nos quieren hacer pagar con creces la derrota de Atenas. A menos que…
Si perdemos…(no llamemos al diablo) y en el peor de los casos también perdiera Venezuela... que nadie me hable esta noche. Porque nuestros canasteros estarán haciendo las maletas de regreso a casa y yo, una vez más diré: “ Odio el Básquet”. Hasta el próximo partido…
Oremos.. como decía el gurú… Vamos, Puerto Rico, ¡podemos!
¡Ayúuuuuuuuuuudalos, divina pastoraaaaaaaaaaa!


Nota:
¿¿¿¿¿Por qué &%#$ no dan estos juegos por televisión????????