22 de febrero de 2014

Julia, la revolucionaria

Óleo de Ángel Ballestero Pinazo,
inspirado en el poema  de Julia de Burgos “Río Grande de Loíza”

Es nuestra la hora

Traidores y Judas,
¡temblad!
que es nuestra la hora
¡nuestra!

Ya se acerca el grito de los campesinos,
la masa,
la masa explotada despierta.

¿Dónde está el pequeño que
en el raquitismo deshojó su vida?
¿Dónde está la esposa que murió de anemia?
¿Dónde está la tala que ayudó a sembrarla
la que hoy está muerta?
¿Dónde está la vaca?
¿Dónde está la yegua?
¿Dónde está la tierra?

Campesino noble,
tu desgracia tiene solo una respuesta.
El imperialismo de Estados Unidos
tiene una ancha fosa.
Allí está tu muerta,
allí el pequeñuelo,
allí tu vaquita,
allí está tu yegua,
tu tala y tu tierra.

Campesino noble,
tu tragedia tiene solo una respuesta,
afila tu azada,
afeita el machete,
y templa tu alma.
Baja de los riscos y cruza los prados, borrachos de caña.
¡Acércate!
Mira las centrales.
¡Allí está tu muerta!
Contempla el salvaje festín de las máquinas,
agarra bien fuerte tu azada y prosigue
y di: “¡Hasta la vuelta!”
¡Acércate!
Aquí están los bancos
con papel tan solo llenaría
tu casa de muchas monedas.
¿Lo tienes? No obstante
aquí está tu tierra,
tu única vaquita,
tu tala y tu yegua.
Contémplato todo:
fachadas,
banqueros,
monedas.
Empuña bien fuerte el machete
y prosigue
y di: “¡Hasta la vuelta!”
¡Acércate!
Hay muchos que esperan la llegada tuya
que es hoy decisiva en la causa nuestra.
¡Agarra tu azada!
¡Empuña el machete
y abraza las filas de la independencia!

Traidores y Judas
¡temblad!
que es nuestra la hora,
nuestra la victoria,
nuestra la república,
nuestra su grandeza.
Una patria libre se unirá al concierto
de los pueblos grandes en Hispanoamérica.

Y la tiranía bailará su danza
-la danza macabra de la despedida-
envuelta en la sangre de los mil traidores
que han alimentado
su vil salvajismo
y su cobardía.

¡A formar, compañeros,
a formar,
que es nuestra la hora!
¡nuestra!
¡nuestra!
¡nuestra!

Julia de Burgos



Amaneceres

Una Canción a Pedro Albizu Campos.



De corazón a labio,
de Norte a Sur y a estrella,
los montes y los niños y el aire te saludan.

Príncipe del imperio de las constelaciones
donde comienza el alma a iniciarse la idea.
Descubridor del cielo verdadero y presente
por donde el mundo mira la tierra borinqueña.

Vencedor de prisiones, libertador de rumbos,
enterrador perpetuo de todas las cadenas.
Todo en ti se adelanta en bandadas de sueños
desde Atlanta hasta el tierno manantial de las sierras.
Porque te fuiste, íntimo, soñando claridades,
y, soñando, a tu estrella solitaria regresas.

Todo en ti se adelanta en banderas de nubes
Desde Atlanta hasta el hombre que doquiera peleas.
Porque te fuiste, inmenso, peleando libertades.
Y peleando mundiales libertades regresas.

Todo en ti se adelanta en magnitud de símbolo.
Desde Atlanta hasta el hoy eterno de tu ofrenda.
Porque te fuiste, todo, de amor a Puerto Rico
y todo, de amor patrio, a lo eterno regresas.

Corazón del instante, nervio y pulso del mundo,
que vivió en tu martirio, por ti se libera.
En tu cárcel los pueblos aplastados se vieron
y a tu nombre los pueblos, redimiéndose, llegan.

A tu nombre, canción en la boca de un río,
relámpago antillano cabalgando la tierra,
amapola de América, dibujada en mil pétalos,
universo rendido al alma borinqueña.

Julia de Burgos



18 de febrero de 2014

Este domingo...sin falta

     No había otra solución. Por lo menos, ninguna que le resultara viable. Lo peor no era el cómo, sino el después.  Imposible abandonar a su madre. Ya era muy mayor, dependía de él en todo sentido. Vivían en la casa que les dejó el abuelo, siempre juntos, uno para el otro.  Amigos, pocos; diversiones, menos. Apartados de todos en un pueblo donde el progreso parecía haber pasado de largo.  Para visitar a los vecinos más próximos necesitaban el auto,  cosa que no acostumbraban hacer. Su madre se negaba a salir, solo a las citas médicas que no pudiera evitar y los domingos, sin falta,  a la iglesia. 
     Él no se había atrevido a contarle lo mal que se sentía.  Menos aún, que el diagnóstico fuera tan desalentador.  Una condición degenerativa irremediable,  dijo el médico.  Tenía que ser ahora,  antes que ella lo notara. Si dejaba pasar el tiempo, se convertiría en una carga para su madre quien apenas era capaz de cuidarse a sí misma. Él era su compañero, su ayudante, su sostén, su enfermero, su chófer.

     Ese domingo, la anciana se asombró de que su hijo no solo la transportara a la iglesia, sino que asistiera a la Misa.  A la salida, la invitó a almorzar algo liviano.  Quería hablar con ella pero no sabía cómo.  Saltaba de un tema a otro, queriendo llegar, o evitar, alguno en específico. Lo notó inseguro, distraído, nervioso. Por eso, cuando se estacionaron en el garaje, no le extrañó que no la ayudara a salir del auto. Lo dejó prendido, bajó la puerta, volvió al auto y buscando  las palabras adecuadas, empezó a hablar.  Una vez más, daba vueltas sin llegar al punto, repetía incoherencias o trataba temas superficiales.  Hasta recuerdos de infancia que ella creía olvidados.   Estaba segura que no era para eso que seguían en el auto.  Y poco a poco, escuchando, esperando…se quedó dormida.
     Los encontraron, abrazados.  Aún el auto estaba encendido.


Siluz 
junio 2013

7 de febrero de 2014

Dos regalos de cumpleaños


Patria 

Solo tengo una patria
y tiene nombre y apellido.

Solo tengo una bandera
era una frisa 
con la me arropaban de niño.

Mis fronteras eran
las barras de mi cuna
y se han ido ensanchando
por todo el universo.

Hubo un momento
donde solo una persona
me amaba
y no se notaba vacío.

Me enseñaba de letras,
artes y héroes muertos.
Me señalo un camino
que cada vez que me descarrilo
vuelvo arrepentido.

Como una religión sin credo,
una moral sin régimen,
una manera de vivir
para hacer el bien.

Tengo un norte
muy definido,
es mi primera amada,
mi primer consuelo,
mi primera mano dura
cuando hacia
lo que no estaba permitido.

Mi ciudadanía son sus canas,
su sonrisa
mis días festivos.
Su piel son la tierra que amo,
sus ojos son el cielo que miro.

Solo tengo una patria
y aunque tiene nombre y apellido
nunca me ha hecho falta pronunciarlos,
solo con decir Mami,
ella responde.


Feliz Cumpleaños Viejita Mía. Te Amo.



6 de febrero del 2014

Noel Ernesto



Ella es la que ordena mi desastre,
dice “No” y no hay nada que lo cambie.

Puede hacer mil cosas a la vez,
los de afuera son de palo… ella es.

Ella nunca duerme por las noches,
vuela en su guitarra y mil reproches.
A veces parece un huracán
y otras como un trapo anda y más.

Quizás deba confesarte que te quiero tanto,
somos tan distintas y es tan necesario tenerte conmigo para caminar.
Lo se, se que no hace falta que te diga nada,
solo basta con cruzar una mirada.
Voy contigo al cielo y al fondo del mar, y al fondo del mar.

Ella se hizo amiga del silencio,
pura discreción, todo secreto.
Traicionó una vez su seriedad,
como nadie dice la verdad.

Ella de hablar tanto se marea,
dice no y al rato está en la fiesta.
No se queda quieta en un lugar,
se que no controla su ansiedad.

Quizás deba confesarte que te quiero tanto,
somos tan distintas y es tan necesario tenerte conmigo para caminar.
Lo se, se que no hace falta que te diga nada,
solo basta con cruzar una mirada.
Voy contigo al cielo y al fondo del mar, y al fondo del mar.

Y se entera el mundo si algo sale mal,
eso que me importa si conmigo estás.

Quizás deba confesarte que te quiero tanto,
somos tan distintas y es tan necesario tenerte conmigo para caminar.
Lo se, se que no hace falta que te diga nada,
solo basta con cruzar una mirada.
Voy contigo al cielo y al fondo del mar, y al fondo del mar.

Quizás deba confesarte que te quiero tanto,
somos tan distintas y es tan necesario tenerte conmigo para caminar.
Lo se, se que no hace falta que te diga nada,
solo basta con cruzar una mirada.
Voy contigo al cielo y al fondo del mar, y al fondo del mar.
Fuente: musica.com

Música: Soledad y Natalia Pastorutti
Vídeo: Sandra Cruz Torruellas