29 de abril de 2007

Joan Manuel Serrat - Puedo escribir los versos



POEMA XX

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir, por ejemplo: "La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos."

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.
¡Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos!

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.

¡Qué importa que mi amor no pudiera guardarla!
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Yo no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise..
Mi voz buscaba al viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Pablo Neruda, poeta chileno (1904-1973)

28 de abril de 2007

La estrella del Roxy

Desde el centro del escenario alcanzaba a ver la sala abarrotada. No podía distinguir los rostros de los espectadores, pero sí percibir su presencia. Escuchaba risas, suspiros, hasta de vez en cuando algún disimulado sollozo. Miles de personas aglomeradas en ese local sólo para verlo. Sí, esta noche todas las calles de la ciudad conducían al Roxy. ¡Cuántos habían esperado horas para obtener un boleto! Era preciso estar presente; hoy debutaba él en ese teatro legendario.
Por un momento abandonó el personaje interpretado. Perdió la cojera, el habla ininteligible. Los brazos se enderezaron y sus manos adquirieron movimientos ágiles. A pesar de que sus pies seguían sobre la tarima, los ojos miraban desde el auditorio. Se vio a sí mismo como lo hacían ellos: inmenso, encantador, carismático. Cautivo de una audacia insospechada se atrevió a pensar: “¡Soy la estrella!”
Todavía lo acaricia el rojo de la alfombra del pasillo central. Embriagado aún por los vítores a su paso, disfruta ese momento crucial en el cual se abre el telón y realiza un nuevo sueño. Durante cada función vence un temor inaceptado y se proclama inalcanzable, único. Mañana amanecerá su rostro en las primeras planas de los diarios. Vanidad y orgullo le aseguran merecerlo.
—¡Despierta, Bobo! —La realidad salpica al hombre.— ¡No se te paga por estar en el limbo!
Mira sorprendido a su alrededor sin poder evitar que se borren las imágenes y el ambiente enmudezca. La música cesa. Las luces se apagan. Los aplausos desaparecen. El público se desintegra. No trata de defenderse. Lo considera inútil; el administrador del teatro rara vez lo entiende. Con sus manos torpes y los brazos encorvados recoge cubo, trapeador y escoba. Arrastrando la pierna rígida se dirige a limpiar aquellas tablas donde por quince minutos fue la estrella. Ni siquiera se percató que sobre éstas, saludando a la multitud invisible que aún aplaude, permanecía su sombra, negándose a seguirlo.


Elsia Luz Cruz Torruellas
(Siluz)

Cuento publicado en : Cuént@me.com  (Antologia del grupo Literario Tallerines)
Buenos Aires: Editorial de los cuatro vientos, 2007

21 de abril de 2007

Cerrar ciclos

Hay que saber cuando una etapa llega a su fin.
Cuando insistimos en alargarla más de lo necesario, perdemos la alegría y el sentido de las otras etapas que tenemos que vivir. Poner fin a un ciclo, cerrar puertas, concluir capítulos...no importa el nombre que le demos, lo importante es dejar en el pasado los momentos de la vida que ya terminaron.
¿Me han despedido del trabajo? ¿Ha terminado una relación? ¿Me he ido de casa de mis padres? ¿Me he ido a vivir a otro país? Esa amistad que tanto tiempo cultivé, ¿ha desaparecido sin más?
Puedes pasar mucho tiempo preguntándote por qué ha sucedido algo así. Puedes decirte a ti mismo que no darás un paso más hasta entender por qué motivo esas cosas que eran tan importantes en tu vida se convirtieron de repente en polvo.
Nadie puede estar al mismo tiempo en el presente y en el pasado, ni siquiera al intentar entender lo sucedido. El pasado no volverá: no podemos ser eternamente niños, adolescentes tardíos, hijos con sentimientos de culpa o de rencor hacia sus padres, amantes que reviven día y noche su relación con una persona que se fue para no volver.
Todo pasa y lo mejor que podemos hacer es no volver a ello.
Por eso es tan importante (¡por muy doloroso que sea!) destruir recuerdos, cambiar de casa, donar cosas a los orfanatos, vender o dar nuestros libros. Deshacerse de ciertos recuerdos significa también dejar libre un espacio para que otras cosas ocupen su lugar. Antes de comenzar un nuevo capítulo hay que terminar el anterior: repítete a ti mismo que lo pasado no volverá jamás.
Cerrar ciclos. No por orgullo, ni por incapacidad, ni por soberbia, sino porque, sencillamente, aquello ya no encaja en tu vida. Cierra la puerta, cambia el disco, limpia la casa , sacude el polvo.
Deja de ser quien eras y transfórmate en el que eres.
(Resumen de una adaptación de Paulo Coelho)

14 de abril de 2007

Federico García Lorca

EL CRIMEN

Se le vio, caminando entre fusiles,

por una calle larga,

salir al campo frío,

aún con estrellas, de la madrugada.

Mataron a Federico

cuando la luz asomaba.

El pelotón de verdugos

no osó mirarle la cara.

Todos cerraron los ojos;

rezaron: ¡ni Dios te salva!

Muerto cayó Federico.

-sangre en la frente y plomo en las entrañas-

.…Que fue en Granada el crimen

sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada…

Antonio Machado



11 de abril de 2007

Cuént@me. com



Hoy sale a la luz nuestra primera antología. Doce integrantes del taller virtual Tallerines, unidos por la magia de Internet desde nuestros países: Argentina, Uruguay, México, Venezuela, Israel, Puerto Rico y Chile. Porque a pesar de nuestras diferencias, buscamos las mismas estrellas y nos mueve el mismo viento. A pesar de que la primavera de unos es el otoño de otros, nuestras almas se encontraron en el tiempo y en el espacio y le dieron vida a la palabra. Y nació la amistad.

9 de abril de 2007

Viaje al interior

Viaje al interior
Siluz


“Quien consigue ser lo que soñó durante diez minutos por día,
ya está haciendo un progreso grande”.

Paulo Coelho

Desde el terreno de juego del repleto parque de béisbol, Rodríguez escuchaba los gritos enardecidos de los fanáticos. Era un partido de vida o muerte, sólo el equipo vencedor clasificaría para las Olimpiadas. Le llegó su turno al bate en la segunda mitad de la novena entrada, su equipo perdiendo 2 a 1 con dos hombres fuera y uno en primera base. Tenía que lograrlo, por su país, por él mismo, por sus compañeros. Golpeó aquella bola más con su corazón que con sus brazos sobre el bate. Y... se va.. se va... ¡se fue! ¡Cuadrangular!

Sobre la mesa se destacaba el bizcocho de cumpleaños de dos pisos adornado con figuritas del Hombre Araña, su héroe favorito. A su alrededor, bombones, caramelos, dulces de todas clases, colocados sobre el mantel de cumpleaños; sobre su cabeza decenas de globos y en el centro de la sala una piñata llena de golosinas y sorpresas. Su madre tomaba fotografías a los quince niños que jugaban a ponerle el rabo al burro. Poco después, entre aplausos y risas infantiles, Jaimito, lleno de ilusiones, apagó las siete velas mientras escuchaba el conocido “feliz, feliz en tu día”, por primera vez dedicado a él.

Llegó el momento crucial. Entre sus nervios y lo inusual de la pregunta formulada, Teresa dudaba haber contestado con propiedad. Pero ya estaba allí, entre las tres finalistas, mucho más lejos que las candidatas anteriores de su país. Una de ellas sería escogida como la nueva Señorita Universo. Se tomaron de manos. —La segunda finalista es... —y la chica rubia a su izquierda recibió un trofeo y un ramo de rosas. Sólo quedaba ella y la europea de ojos claros. Se abrazaron. Sus ojos se llenaron de lágrimas cuando escuchó el nombre de la primera finalista y sintió una cinta caer sobre sus hombros y una corona sobre su frente morena.

Doña Ana colocó sobre la mesas el pavo que acababa de sacar del horno. Ya dispuestos los demás platos, todos sus hijos esperaban ansiosos reaccionando al olor embriagante que salía de la cocina. El postre, su favorito, esperaba su turno en la nevera. Sin disimular su satisfacción al verlos a todos reunidos y contentos, como cuando pequeños, sirvió la cena. Siempre elogiaban su buen gusto, ese sabor único que le daba a las comidas, la “sazón inimitable de las manos de Mamá”.

Al bajar el sol, la gente empezaba a marcharse; hora de cerrar el kiosco. Cuidadosamente, Noel desarmó la máquina, su invención mimada, la cual tenía aún en etapa de experimentación. Por eso iba de feria en feria, ¡cuántos voluntarios allí encontraba! Un soñador eterno, un sentimental sin límites, así era descrito por sus allegados debido a la importancia que le daba a los pequeños detalles, a los recuerdos sencillos. Para Noel, una foto era una maravilla auténtica, una forma de capturar un segundo en la eternidad. Lamentaba el hecho de que en los momentos más tiernos o memorables, en aquellos impredecibles, no tuvo una cámara fotográfica disponible. ¿Por qué no podía recuperar esas vivencias que de algún modo permanecían en su subconsciente? Fue así que diseñó a “Utopía”.

Basado en el dato de que se experimentan emociones porque los campos eléctricos del cerebro generan estructuras dinámicas en otro campo físico al cual el psiquismo allí asomado reacciona, formuló la siguiente hipótesis: Los campos eléctricos del cerebro activan los neurotransmisores del sistema, haciendo reaccionar el psiquismo. Los circuitos de los millones de neuronas que controlan las funciones sensoriales entablan comunicación con los sistemas de campo que dominan la producción de sensaciones y emociones. Como los recuerdos no son afectados por estímulos eléctricos pero sí en gran medida las sensaciones, éstos pueden ser reimaginados. El cerebro, en este estado, generado por las nuevas sensaciones provocadas por la experiencia original vivida, envía señales que son interpretadas rehaciendo imágenes. Éstas, a través de un programa computadorizado capaz de descifrarlas pueden ser vistas en un monitor.

Decidió probarla en sí mismo y se encontró con una enorme sorpresa. No vio su pasado, sino que en aquella pantalla se plasmaron sus más íntimos deseos, sus ilusiones no realizadas. ¿Sería posible sentirlos como si ocurrieran de verdad? En lugar de devolver momentos vividos, “Utopía” regalaba lo no experimentado; en vez de proyectar lo ido, imaginaba lo deseado. Y se dedicó a perfeccionarla, a convertir fantasías en realidades con la mismas sensaciones, la alegría, la emoción, la euforia, el bienestar del instante.

Estaba convencido de que el esfuerzo no era en vano. Cierto que no logró su objetivo original pero no se pensó fracasado. Intentó viajar al pasado, al mundo de la memoria y se encontró la llave hacia el interior del individuo, hacia el mundo de sus sueños. Ese mismo día cuatro personas se lo habían demostrado allí en la feria. Conectados a su máquina vio a Rodríguez gritar disfrutando desde su silla de ruedas; a Jaimito soplar velitas de cumpleaños mientras lo esperaba el encargado del orfanato; a Teresa, quien llegó allí con el hastío de la rutina marcado en su rostro, salir con una sonrisa triunfal y a Doña Ana regresar al asilo donde vivía con la tranquila satisfacción de quien tiene por quien vivir.

Aunque lo tildaran de idealista, de farsante, de loco, valía la pena. Después de todo, ¿no es la felicidad una utopía?

Elsia Luz Cruz Torruellas