por
eso no me mandó a la escuela”
Margaret
Mead
A la edad en que Nahuel empezaría el kínder, estudiamos la
posibilidad de que estudiara en casa. Tras considerar los pro y los contra, y
dispuestos a aceptar el reto, nos decidimos por el “homeschooling”. En
realidad, no distaba mucho de lo que ya hacíamos, pero claro, como no estaba en
edad escolar, no lo considerábamos así. Ya hoy tiene nueve años y, si estuviera
en la escuela tradicional, estaría en cuarto grado. Pero nunca ha ido a la
escuela. De lo que no nos arrepentimos.
A menudo me preguntan si es lo mejor. No lo sé. Yo también me lo pregunto muchas veces. Solo puedo hablar de nuestra experiencia. No puedo decir que tenemos un sistema perfecto pero tampoco la escuela lo es. He leído mucho, analizado, buscado información, ido a orientaciones. Sin embargo, no tengo en mis manos el plan ideal ni el método infalible. Esto es un proyecto que vamos trabajando en la marcha y lo que funciona para mi familia, quizás no funciona para otra. Todos los niños y sus padres (también abuelos, en muchos casos) son diferentes. Cada escuela en casa también lo es. Lo que no se puede pasar por alto es que es un compromiso de toda la familia y cada miembro tiene que aportar.
A menudo me preguntan si es lo mejor. No lo sé. Yo también me lo pregunto muchas veces. Solo puedo hablar de nuestra experiencia. No puedo decir que tenemos un sistema perfecto pero tampoco la escuela lo es. He leído mucho, analizado, buscado información, ido a orientaciones. Sin embargo, no tengo en mis manos el plan ideal ni el método infalible. Esto es un proyecto que vamos trabajando en la marcha y lo que funciona para mi familia, quizás no funciona para otra. Todos los niños y sus padres (también abuelos, en muchos casos) son diferentes. Cada escuela en casa también lo es. Lo que no se puede pasar por alto es que es un compromiso de toda la familia y cada miembro tiene que aportar.
No se necesita ser maestro para estar a cargo del “homeschooling”. En nuestro caso, soy maestra retirada pero
esto no es un requisito. No tenemos que saberlo todo, solo dónde buscar. La lógica, el sentido común, la
disposición, nuestros conocimientos, el Internet, los libros de texto y referencias son
recursos que nos ayudarán a dirigir a nuestro niño en su aprendizaje. El nivel
depende de las habilidades, desarrollo e intereses del mismo niño. No hay que etiquetarlo en un grado, el niño
puede estar “ubicado” (por decirlo de alguna manera) en ciencia de quinto grado
y en matemáticas de cuarto. No se estudia para pasar de grado, ni para una
calificación ni para pasar un examen. Se estudia para aprender.
Tampoco se necesita separar una habitación de la casa como
salón de clases. Por supuesto que, si tiene espacio disponible, es muy
conveniente que cuente con su área de estudio, esté o no en
“homeschooling”. Así sea un rinconcito
de la casa o en su propio cuarto, debe disponer de un espacio donde pueda dejar
un trabajo sin terminar sin temor a que se le dañe o para leer sin ser
interrumpido.
Cada día tiene 24 horas y todas son nuestras. Pero no todos los días son iguales.
Aprovechamos el tiempo según lo necesitemos. No tenemos horarios estrictos ni timbres que
controlen. Hay días más activos que otros, tampoco nosotros amanecemos siempre
igual. En un día, de mucho entusiasmo e interés, podemos tomar tres horas
discutiendo nuestra historia. En otra
ocasión, podemos acortar la clase a media hora porque surge otro tema que lo
impresiona. Digamos que hablábamos de la
organización de nuestros taínos y como le llama la atención el lenguaje, se le
ocurre escribir un cuento usando ese vocabulario. Ahí termina una clase y
comienza la otra. ¡A escribir que la musa no vuelve! No hay cadenas, se sigue
un fluir lógico y espontáneo. Y si de
ahí quiere ir a pintar un yucayeque, ¡buscamos los pinceles! Después de todo,
la vida nos presentará todos los temas a la vez y no por asignaturas.
Y no es que no hagamos una rutina. Una rutina te da seguridad y cierta estabilidad pero no
puede aprisionarte. No tenemos una hora fija para comenzar aunque, por lo general, lo hacemos a eso de
las 9:00. No usamos uniformes, no nos
presionan exigencias ni prisas. No hay una hora para merendar, paramos el
trabajo cuando queramos o sintamos la necesidad. No se pasa hambre, ni sed ni
se sufre por tener que ir al baño. No interrumpimos cuando estamos
entusiasmados en una tarea pero tampoco la seguimos cuando nos sentimos muy
cansados. Por lo general, cubrimos una o dos materias en la mañana y una en la
tarde. Pero igual podemos estudiar algún tema por la noche, completar algún
proyecto o practicar alguna destreza.
Que un niño pida la computadora para buscar, por su propia iniciativa,
cuáles son las estrellas más grandes que el Sol o cómo son los distintos tipos
de célula, o que escoja un libro para leer cada noche antes de irse a la cama,
es algo que no lo logra ninguna asignación impuesta.
Aunque, más o menos, nos guiamos por el currículo del
Departamento de Educación y los libros de texto del grado a que corresponde su
edad, eso no nos limita. Hemos usado
libros de niveles más bajos o más altos, dependiendo del propósito. Hay ilustraciones que aparecen en libros de
los primeros grados que son más llamativas y nos aclaran dudas, así como hemos
leído obras de teatro, cuentos y poemas recomendados para nivel intermedio. Lo
importante es que lo estimulemos a leer, que nos vea leer, que le leamos. Verá
el libro como un amigo, no un villano, que sienta que leer es una diversión y
no una obligación. Cuando se lee por gusto, se disfruta lo leído, cuando se lee
para un examen, terminamos odiando la historia y al autor.La biblioteca está siempre a su alcance. Puede usar los diccionarios, la enciclopedia, los mapas, los materiales, todos los libros. Que pueda aclarar todas sus dudas en el momento que surjan. También puede usar la computadora y el Internet, los buscadores de información y vídeos en cualquier momento. Con la debida supervisión, no debe limitarse la curiosidad del niño. ¿Para qué dejarlo como asignación si él quiere saber ahora? La vida tampoco se le presentará por capítulos. Déjalo buscar, crear, investigar, inventar, experimentar, en el momento que lo necesite. No te sorprenda si dentro de poco sea él quién te estará ensenando a ti los nuevos programas y tecnología.
Sobreviví al millón de personas preguntando sobre socialización |
Y ¿la socialización? ¡Qué mucho les preocupa a la gente la
socialización! Se imaginarán que los “homeschoolers” son niños retraídos, solitarios,
callados. Y yo me pregunto qué entienden por socialización. ¿Estar sentado con
otros chicos con los que solo se tiene en común el año de nacimiento? ¿Recibir
regaños o castigos si se habla con el estudiante sentado al lado? ¿Compartir
una hora en el almuerzo con chicos más grandes que te acosan y molestan? ¿Participar
en peleas? Yo entiendo por socialización el compartir con otras personas, de
cualquier edad, menores y mayores que él. Poder conversar con niños y adultos,
jóvenes y ancianos. Participar en eventos
y actividades con amigos y familiares. Practicar deportes, tomar cursos de bellas
artes, ser miembro de organizaciones de la comunidad. No debemos olvidar que
nuestra meta es el desarrollo integral del niño y que debemos darle la
oportunidad de adquirir sentido de
responsabilidad, respeto y solidaridad.
Y ¿no hay disciplina?
Por supuesto que sí. No podemos permitir que el niño falte a las más
elementales reglas de cortesía y respeto. En la vida hay leyes que tendrá que
cumplir. Pero si se procurará que se sienta libre de expresarse, de preguntar,
de sugerir, de dudar, de cuestionar, de disentir.
Recordemos que no tenemos un manual del maestro ni un libro
de instrucciones. Que muchas veces
tocamos de oído. Pero es precisamente eso lo que nos permite descubrir nuestra
propia melodía. Es un proceso agotador,
en ocasiones más para nosotros que para él. Demanda prepararnos, organizarnos,
tantear alternativas, fallar muchas veces, indagar, estudiar, comparar, trabajar. No tenemos todas las respuestas, pero sí
mucha fe en los que hacemos. Y mucha paciencia. Con el niño, con nosotros
mismos y con la gente a nuestro alrededor. Tendremos que seguir contestando
preguntas de quienes no creen en el “homeschooling”, aguantando sus miradas
suspicaces y recriminatorias. Tendrás
que repetir una y mil veces que no se dan notas, que no tiene que tomar exámenes, que no hay
que ubicar al niño en ningún grado ni registrarlo en ningún departamento, que
es completamente legal y que sí lo aceptarán en la Universidad cuando llegue el
momento. Que el niño está aprendiendo y
lo más importante, que es feliz haciéndolo. Y nosotros también.
2 comentarios:
Te felicito y admiro más todavía por haberte atrevido a enseñar a tu nieto de esta manera. Como no es algo nada común quiero compartir contigo un caso que conozco en que la madre de tres hijas decidió enseñarles en su casa. Me lo contó hace años su abuela y me quedé muy impresionada. Pero el punto es que esas tres mujeres fueron admitidas a la UPR cuando les tocó y se graduaron con honores. Hoy día se destacan por su creatividad que estoy segura en la escuela tradicional les habrían coartado o cercenado. Dos de ellas son fundadoras y participantes del grupo de teatro "Y no había luz". La otra es una navegante en bote de vela por el mundo entero. Nada que ver con los roles tradicionales que se promueven en las escuelas elementales y secundarias.
Gracias, Ivonne, por comentarme sobre esas mujeres. He oído mucho de ese grupo de teatro, y todo bueno. Ciertamente, hay luz en todas ellas.
Precisamente hoy, otra amiga me hablaba del caso de Thomas Alva Edison, quien fue expulsado de la escuela por su aparente torpeza y falta de interés. La madre se ocupó de su educación y ya sabemos los resultados.
Cuando uno duda, estos casos le hacen confirmar la confianza y la fe.
Gracias.
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