9 de septiembre de 2016

A 4 años de haber empezado el “homeschooling”


 “Mi abuela quiso que aprendiera,
por eso no me mandó a la escuela”
Margaret Mead

     A la edad en que Nahuel empezaría el kínder, estudiamos la posibilidad de que estudiara en casa. Tras considerar los pro y los contra, y dispuestos a aceptar el reto, nos decidimos por el “homeschooling”. En realidad, no distaba mucho de lo que ya hacíamos, pero claro, como no estaba en edad escolar, no lo considerábamos así. Ya hoy tiene nueve años y, si estuviera en la escuela tradicional, estaría en cuarto grado. Pero nunca ha ido a la escuela. De lo que no nos arrepentimos.
      A menudo me preguntan si es lo mejor.  No lo sé. Yo también me lo pregunto muchas veces. Solo puedo hablar de nuestra experiencia. No puedo decir que tenemos un sistema perfecto pero tampoco la escuela lo es.  He leído mucho, analizado, buscado información, ido a orientaciones. Sin embargo, no tengo en mis manos el plan ideal ni el método infalible. Esto es un proyecto que vamos trabajando en la marcha y lo que funciona para mi familia, quizás no funciona para otra. Todos los niños y sus padres (también abuelos, en muchos casos) son diferentes.  Cada escuela en casa también lo es.  Lo que no se puede pasar por alto es que es un compromiso de toda la familia y cada miembro tiene que aportar.
     No se necesita ser maestro para estar a cargo del “homeschooling”.  En nuestro caso, soy maestra retirada pero esto no es un requisito. No tenemos que saberlo todo, solo dónde  buscar. La lógica, el sentido común, la disposición, nuestros conocimientos, el Internet,  los libros de texto y referencias son recursos que nos ayudarán a dirigir a nuestro niño en su aprendizaje. El nivel depende de las habilidades, desarrollo e intereses del mismo niño.  No hay que etiquetarlo en un grado, el niño puede estar “ubicado” (por decirlo de alguna manera) en ciencia de quinto grado y en matemáticas de cuarto. No se estudia para pasar de grado, ni para una calificación ni para pasar un examen. Se estudia para aprender.
     Tampoco se necesita separar una habitación de la casa como salón de clases. Por supuesto que, si tiene espacio disponible, es muy conveniente que cuente con su área de estudio, esté o no en “homeschooling”.  Así sea un rinconcito de la casa o en su propio cuarto, debe disponer de un espacio donde pueda dejar un trabajo sin terminar sin temor a que se le dañe o para leer sin ser interrumpido.
     Cada día tiene 24 horas y todas son nuestras.  Pero no todos los días son iguales. Aprovechamos el tiempo según lo necesitemos.  No tenemos horarios estrictos ni timbres que controlen. Hay días más activos que otros, tampoco nosotros amanecemos siempre igual. En un día, de mucho entusiasmo e interés, podemos tomar tres horas discutiendo nuestra historia.  En otra ocasión, podemos acortar la clase a media hora porque surge otro tema que lo impresiona.  Digamos que hablábamos de la organización de nuestros taínos y como le llama la atención el lenguaje, se le ocurre escribir un cuento usando ese vocabulario. Ahí termina una clase y comienza la otra. ¡A escribir que la musa no vuelve! No hay cadenas, se sigue un fluir lógico y espontáneo.  Y si de ahí quiere ir a pintar un yucayeque, ¡buscamos los pinceles! Después de todo, la vida nos presentará todos los temas a la vez y no por asignaturas.
     Y no es que no hagamos una rutina. Una rutina  te da seguridad y cierta estabilidad pero no puede aprisionarte. No tenemos una hora fija para comenzar  aunque, por lo general, lo hacemos a eso de las 9:00.  No usamos uniformes, no nos presionan exigencias ni prisas. No hay una hora para merendar, paramos el trabajo cuando queramos o sintamos la necesidad. No se pasa hambre, ni sed ni se sufre por tener que ir al baño. No interrumpimos cuando estamos entusiasmados en una tarea pero tampoco la seguimos cuando nos sentimos muy cansados. Por lo general, cubrimos una o dos materias en la mañana y una en la tarde. Pero igual podemos estudiar algún tema por la noche, completar algún proyecto o practicar alguna destreza.  Que un niño pida la computadora para buscar, por su propia iniciativa, cuáles son las estrellas más grandes que el Sol o cómo son los distintos tipos de célula, o que escoja un libro para leer cada noche antes de irse a la cama, es algo que no lo logra ninguna asignación impuesta.
     Aunque, más o menos, nos guiamos por el currículo del Departamento de Educación y los libros de texto del grado a que corresponde su edad, eso no nos limita.  Hemos usado libros de niveles más bajos o más altos, dependiendo del propósito.  Hay ilustraciones que aparecen en libros de los primeros grados que son más llamativas y nos aclaran dudas, así como hemos leído obras de teatro, cuentos y poemas recomendados para nivel intermedio. Lo importante es que lo estimulemos a leer, que nos vea leer, que le leamos. Verá el libro como un amigo, no un villano, que sienta que leer es una diversión y no una obligación. Cuando se lee por gusto, se disfruta lo leído, cuando se lee para un examen, terminamos odiando la historia y al autor.
     La biblioteca está siempre a su alcance. Puede usar los diccionarios, la enciclopedia, los mapas,  los materiales, todos los libros. Que pueda aclarar todas sus dudas en el momento que surjan. También puede usar la computadora y el Internet, los buscadores de información y  vídeos  en cualquier momento. Con la debida supervisión, no debe limitarse la curiosidad del niño. ¿Para qué dejarlo como asignación si él quiere saber ahora? La vida tampoco se le presentará por capítulos. Déjalo buscar, crear, investigar, inventar, experimentar, en el momento que lo necesite. No te sorprenda si dentro de poco sea él  quién te estará ensenando a ti los nuevos programas y tecnología.
Sobreviví al millón de personas
preguntando sobre socialización
     Y ¿la socialización? ¡Qué mucho les preocupa a la gente la socialización! Se imaginarán que los “homeschoolers” son niños retraídos, solitarios, callados. Y yo me pregunto qué entienden por socialización. ¿Estar sentado con otros chicos con los que solo se tiene en común el año de nacimiento? ¿Recibir regaños o castigos si se habla con el estudiante sentado al lado? ¿Compartir una hora en el almuerzo con chicos más grandes que te acosan y molestan? ¿Participar en peleas? Yo entiendo por socialización el compartir con otras personas, de cualquier edad, menores y mayores que él. Poder conversar con niños y adultos, jóvenes y ancianos.  Participar en eventos y actividades con amigos y familiares. Practicar deportes, tomar cursos de bellas artes, ser miembro de organizaciones de la comunidad. No debemos olvidar que nuestra meta es el desarrollo integral del niño y que debemos darle la oportunidad  de adquirir sentido de responsabilidad, respeto y solidaridad.
     Y ¿no hay disciplina?  Por supuesto que sí. No podemos permitir que el niño falte a las más elementales reglas de cortesía y respeto. En la vida hay leyes que tendrá que cumplir. Pero si se procurará que se sienta libre de expresarse, de preguntar, de sugerir, de dudar, de cuestionar, de disentir.

     Recordemos que no tenemos un manual del maestro ni un libro de instrucciones.  Que muchas veces tocamos de oído. Pero es precisamente eso lo que nos permite descubrir nuestra propia melodía.  Es un proceso agotador, en ocasiones más para nosotros que para él. Demanda prepararnos, organizarnos, tantear alternativas, fallar muchas veces, indagar, estudiar, comparar, trabajar.  No tenemos todas las respuestas, pero sí mucha fe en los que hacemos. Y mucha paciencia. Con el niño, con nosotros mismos y con la gente a nuestro alrededor. Tendremos que seguir contestando preguntas de quienes no creen en el “homeschooling”, aguantando sus miradas suspicaces y recriminatorias.  Tendrás que repetir una y mil veces que no se dan notas,  que no tiene que tomar exámenes, que no hay que ubicar al niño en ningún grado ni registrarlo en ningún departamento, que es completamente legal y que sí lo aceptarán en la Universidad cuando llegue el momento.  Que el niño está aprendiendo y lo más importante, que es feliz haciéndolo. Y nosotros también.

Referencia sobre la legalidad en Puerto Rico: http://nche.hslda.org/hs/state/pr/FAQspa.asp

2 comentarios:

Ivonne Acosta Lespier dijo...

Te felicito y admiro más todavía por haberte atrevido a enseñar a tu nieto de esta manera. Como no es algo nada común quiero compartir contigo un caso que conozco en que la madre de tres hijas decidió enseñarles en su casa. Me lo contó hace años su abuela y me quedé muy impresionada. Pero el punto es que esas tres mujeres fueron admitidas a la UPR cuando les tocó y se graduaron con honores. Hoy día se destacan por su creatividad que estoy segura en la escuela tradicional les habrían coartado o cercenado. Dos de ellas son fundadoras y participantes del grupo de teatro "Y no había luz". La otra es una navegante en bote de vela por el mundo entero. Nada que ver con los roles tradicionales que se promueven en las escuelas elementales y secundarias.

Siluz dijo...

Gracias, Ivonne, por comentarme sobre esas mujeres. He oído mucho de ese grupo de teatro, y todo bueno. Ciertamente, hay luz en todas ellas.
Precisamente hoy, otra amiga me hablaba del caso de Thomas Alva Edison, quien fue expulsado de la escuela por su aparente torpeza y falta de interés. La madre se ocupó de su educación y ya sabemos los resultados.
Cuando uno duda, estos casos le hacen confirmar la confianza y la fe.
Gracias.