9 de marzo de 2011

A la sombra de Juan Antonio Corretjer: Consuelo Lee Tapia

A la sombra de ellos
VI. Consuelo Lee Tapia (1904-1989) y Juan Antonio Corretjer (1908-1985)

¿Qué tienes, Consuelo
¿Qué consuelo queda?
No debes llorar aunque la pena te muerda.
¿Qué tienes ahora, tú, Consuelo, sola?
…siempre quise saber cómo ser madre, poeta,
amante, soldado y armadura.
Siempre dudé que alguien lo lograra
Hasta mirarte erguida sin locura.
(Zoraida Santiago)
Pensar en Consuelo sin mencionar a Juan Antonio Corretjer, poeta nacional de Puerto Rico, es imposible. A pesar de que se conocieron en la mitad de sus vidas, éstas corrían en caminos tan cercanos que era imposible no encontrarse.

"Juan es la parte masculina que compone conmigo esta alianza amorosa de dos opuestos".

Nieta de don Alejandro Tapia y Rivera, padre de la literatura puertorriqueña, Consuelo Lee Tapia conoció desde pequeña los ideales de justicia e igualdad social. Estudió arte y música, y tal vez hubiera sido concertista de piano si la entrega a sus ideales políticas no la encaminaran hacia otro destino.

Dos acontecimientos en el 1936 definieron su pensar: el arresto y juicio de miembros del partido Nacionalista y la Guerra Civil Española. La vida la lleva a Estados Unidos, donde se unió al Partido Comunista. En un principio, debido a pertenecer a una familia acomodada, no fue mirada con agrado pero se ganó la confianza del liderato por su constancia y organización. Su dominio del español, inglés y conocimiento del francés la hacen pieza necesaria en la dirección del Partido. Es ya una militante activa y reconocida cuando en el 1942, conoce a Juan Antonio Corretjer, poeta nacionalista, recién salido de la penitenciaría.

El primer trabajo junto a él fue la organización de un periódico hispano que uniera la lucha de la independencia de Puerto Rico con los problemas de la América Latina. El mismo se llamó “Pueblos Hispanos”, dirigido por Corretjer pero organizado por Consuelo. A su inauguración asistieron numerosas personalidades, entre ellas, Pablo Neruda. El periódico se publicó semanalmente por casi dos años.

“Mariana Bracetti nos dio su vida para que ningún hijo de puertorriqueña naciera en la esclavitud. Puertorriqueña que no luche por la libertad del suelo patrio no cumple con el deber materno y sagrado que esta valerosa mujer interpretó en el sacrificio. Mariana Bracetti es más que luchadora por redimir su tierra del tirano; es también luchadora por libertar las madres puertorriqueñas. Mariana Bracetti no creyó suficiente dar vida a su hijo, sino que supo que el solo dar vida no es maternidad sino se lucha para que esta vida respire el aire de la libertad".
(De: Consuelo Lee: “La mujer y la identidad puertorriqueña”,
publicado en Pueblos Hispanos. 23 de sept. de 1944)

Ya casados, Consuelo y Juan Antonio se van a Cuba para el 1945, donde hacen importantes trabajos de traducción del inglés al español. En el 1946 regresan a Puerto Rico. Fundan el periódico “El Boricua”, dirigido por Juan Antonio pero es ella, como del anterior “Pueblos Hispanos”, su alma organizativa. Funda la escuela Betances en el pueblo de Guaynabo donde residen, de enseñanza gratuita, pero que fue arrasada por la Policía tras la Revuelta Nacionalista de 1950. Estos sucesos llevan a Corretjer a la cárcel. Ver a Consuelo andar sola le inspira uno de sus poemas más conocidos, "Andando de noche sola". Famosos son también:  "En la vida todo es ir", Boricua en la luna", "Oubao Moin", muchos de los cuales han sido musicalizados por Roy Brown.

¡Qué triste es una paloma
cantando al oscurecer!
¡Más triste es una mujer
andando de noche sola!
(De una décima jíbara)

Al caer de monte en monte
el lindo manto del día
y ya en la azul lejanía
liquidarse el horizonte;
cuando al vuelo del sinsonte
se ha enternecido la loma
y la dulce luna asoma:
cercana al canto del río
y oída desde el bohío
¡qué triste es una paloma!

Por la vereda sombría
habiendo dejado el llanto
en la paz del camposanto,
hasta la ‘cienda volvía.
Una sequedad me hacía,
en el largo atardecer,
el ansia de fenecer;
y esa soledad que espanta
un lazo por la garganta,
cantando al oscurecer!

Duele mucho, mucho y hondo,
esto que estamos mirando.
El mundo se está salvando
y nosotros tocando fondo.
Mientras más la voz ahondo
más fiera vibra en mi ser,
pues si es duro en cárcel ver
mi frente que no ha pecado,
más triste es mirar al lado:
más triste es una mujer.

Cuando en traje de sudores
te miro sin compañía,
pesado el fardo y sin guía
en un ciclón de rencores:
incendios son mis amores
a los que el canto se inmola
como en llamas de amapola
—¡ay patria! ¡por suerte viva
y por desgracia cautiva,
andando de noche sola!

Juan Antonio Corretjer
escrito el 5 de noviembre de 1950 en el
Cuartel General de la Policía de Puerta de Tierra
San Juan, Puerto Rico

Desde el 1964, pertenecen a la Liga Socialista Puertorriqueña. Como muchos dirigentes de esta organización, ambos son arrestados en octubre de 1969 con el cargo de conspiración contra el gobierno de Estados Unidos. En el 1971 es condenada a cinco años de prisión pero se logra que sea excarcelada bajo fianza. En el 1973, año que publica su poemario “Con un hombro menos”, sufre un infarto. Para el 1977 ha perdido mucha visión que la obliga a disminuir, no cesar, su actividad revolucionaria.

Cárcel de mujeres
en Vega Alta, P. R.
y a 30 de junio, 1971

Mi juani querido:
Llegamos anoche como a las 10:00 después de un bello paseo através de la Divisoria, pasando por Ciales. Miré para casa de Padilla y la casa de Tití. Todo el tiempo pienso en ti y en los muchachos.
Nos han tratado bien. Esto está tan y tan lleno que me pusieron en sección máxima pero no te alarmes — es limpio, todas las presas me han venido a saludar. Y las más jóvenes me llaman abuelita.
No sé que cura es pero ya me dejaron lavar y me dieron un excelente café (2 tazas) y un buen pedazo de pan con mantequilla. Carmín es la Carmín que conocí. Ha sido bueno para las dos.
Lo que me hace falta aparte de tí y mis compañeros y compañeras son tus libros. Me la paso recitando los que recuerdo y oigo la vocecita de Aidita recitando “Distancias”.
Espero que Myriam se quede en Ponce y Alberto en San Juan hasta ver que pasa con nosotros.
Aquí está todo el mundo cantando, hablando un avíspero lleno de energías y deseos de vivir.
Hay gente de Cantera (Ponce) y de Guaynabo. Muchas conocen a Isabelita, Carmín (recepción especial) y a las demás. Todas nos han tratado bien así que no te intranquilices. Ustedes son los que me preocupan.
Mi Juani, has que salgan tus grandes poemas para el
Perdona que deje el pensamiento trunco pero todas las presas me vienen a saludar y las interrupciones son grandes y biográficas.
El bello cielo de Puerto Rico debe asomarse para ustedes también aunque “recortado”. No me siento deprimida pues ya tú sabes como soy; extraño tu ausencia. Nos veremos y a la alegría es a la que hay que vigilar que no traicione a una.
Te adora tu
Consuelo

[Posdatas escritas al margen del papel:]
Ahora me acordé del párrafo inconcluso: que termines el poema o los dos cantos que te faltan para tu libro.
Carmín está en Admisiones, nos pondrían juntas.
Te quiero más que nunca y mi cariño es más grande por tu noble ejemplo.
Una presa canta:
Esta maldita pared
yo la voy a tumbar algún día
ya lo verás mi querer

(Carta del archivo de Casa Corretjer)

Consuelo era mayor que Juan Antonio. Como dato curioso, nació cuatro años antes y murió cuatro años después que él. Sin embargo, cuenta un “incidente”, ocurrido en el 1970. que le cumplió su deseo: nacer juntos. Cuenta Consuelo:
Pensando en nuestras vidas juntas son muchos los “incidentes” (palabra frívola para las cosas grandes), experiencias buenas y malas que hemos convivido. Pero todas han sido dentro de la experiencia de un amor indestructible. A pesar que haya tenido momentos que fuera machacado por el hambre, las enfermedades y la persecución, pero siempre nuestro amor ha vencido cuanta crisis trató de meterse entre nosotros. Es bueno que él en su afán inútil de ser “mayor que yo o alcanzarme”, haya llegado a los 75 intacto y a mi lado. Esa carrera no la ganará nunca. Yo seguiré con mis cuatro años menos unos días en la delantera. La vida de él ha sido tan azarosa que yo necesitaba llegar antes para lo que nos esperaba.

Este preámbulo es a modo de ambientar los 41 años de nuestro encontronazo (que viene de encuentro). Mi preocupación al conocernos fue y siempre ha sido que perdimos mucho tiempo por no haber nacido el mismo día, a la misma hora, en cunas adyacentes.
El “incidente” que les voy a contar es uno en que Juan me dijo: —se cumplió tu deseo: Nacimos juntos.

Una noche entre las 10:30 y las 11:00 regresábamos a Guaynabo de la reunión semanal de la Liga Socialista Puertorriqueña, de la cual somos miembros fundadores antes de que algunos se nos unieran. Al llegar a la entrada de la casa y por ser temprano y el tránsito pesado aun, tuvimos que retenernos antes de virar a la izquierda hacia el caminito que lleva a casa.
Venía la “escolta policíaca” de rigor que se detuvo en la estación de gasolina antes de llegar a casa a velarnos entrar. Pero esa noche tenían un fin nefasto especial. Era cerciorarse de que se cumpliera el mandato de matarnos a Juan y a mí por carambola.
Juan miraba por el retrovisor esperando la vía clara para virar. Pasaron varios autos.
Inmediatamente un auto que no voy a describir en detalle porque no viene al caso, se nos pegó al lado, lo más cerca que lo puede hacer un auto sin chocar otro. Delante iba un chofer y en el asiento detrás iba otro hombre con los brazos descansando en la puerta, que nos miraba fijamente.
Todo esto ocurrió en segundos. Me extrañó la inmovilidad del auto. Juan seguía mirando por el retrovisor. Otro auto pequeño con dos hombres pasó a gran velocidad o a gran ruido. El que guiaba por poco se lleva a uno jóvenes que caminaban y tuvieron que saltar a la entrada de nuestro caminito. El que lo acompañaba me llamó la atención porque sacó la cabeza y parte del cuerpo para mirarnos.
Entonces miré el auto del lado nuestro, y en el segundo que dije —Juan—, para llamarle la atención sobre su inmovilidad, él inclinó la cabeza y veo un arma que apuntaba a la sien de Juan. Al instante él movió la cabeza para atenderme. No me dio tiempo a decirle nada, ya que en ese mismo momento un disparo con “sordina” atravesó por detrás de nuestras cabezas y rompió el cristal del auto de mi lado, que siempre lo llevo arriba. Me llovió cristal roto como leve lluvia, pasándome la falda y sacándome puntitos de sangre en los muslos. Pero lo que me aturdió fue el ruido del “silenciador”. Por eso le digo sordina. Juan me miró y me preguntó: —¿Estás bien— y yo le contesté: —Un poco sorda.
— Pues se cumplió tu deseo: Nacimos juntos. Eso fue un atentado. ¿Qué hacemos?—. Yo contesté: —Lo sé. Pero que fecha antipática: el 17 de julio, cumpleaños de Muñoz Rivera.
Los asesinos del gobierno de turno esperaban en otra estación de gasolina más adelante. Me imagino el susto que pasaron cuando vieron un auto guiado por un cadáver con otro al lado. Porque el arma apuntaba a la sien, como he dicho, de Juan, y no podía fallar. Lo que faltó fue no conocer la filosofía jíbara que nos asegura: “Nadie muere en la víspera”. Y ese día no nos tocaba.

(Tomado de: Reintegro-Extraordinaria, Año 3 #2, Agosto-Diciembre 1983)

Para los 80, Consuelo participó en la lucha por la excarcelación de los prisioneros políticos y de guerra puertorriqueños. Después de la muerte de Juan Antonio en el 85, fue miembro fundadora de la Fundación Pro Museo Biblioteca Corretjer y pudo participar de la inauguración de la sede de la Casa Corretjer, en el pueblo de Ciales, Puerto Rico. Allí permanecerán juntos sus recuerdos, libros, fotografías, obra; siempre unidos, como vivieron.
Si quieres comprender cómo te amo
pídeme de la Vida hasta la Muerte.
Por ti desafiaré los Elementos,
los Astros y la Suerte.
Y en pago de mi amor sólo te pido
tu mano en lazo con la mía unida.
Tu corazón mi corazón moviendo
para toda la vida.
Mírame con tus ojos amorosos.
Piénsame, pensamiento idolatrado.
Bésame, beso tuyo, beso mío.
Llévame en ti como un relicario.
Que hoy más que nunca soy como la hechura
de tu amor, de tu beso, tu caricia:
del encendido óleo de tus ojos,
del molde de tu arcilla.
Juan Antonio Corretjer

óleo: Oscar Lopez

6 comentarios:

carmita dijo...

Saludos. Muy bueno el artículo.Lo copié para enviárselo a Zú. Muchas felicidades en el Día de la Mujer. Esperemos q. antes de abandonar este planeta podamos ver la equidad de género. Que no haya q. dedicar un día especial a la mujer, porque se respeta la dignidad de la persona sin distinción de su género. FELICIDADES A TODAS LAS GRANDES MUJERES COMO TU, MARITZA, SANDRA, MARIANA, CRISTINA, VANESSA, ALEX Y AQUELLAS Q. YA TUVIERON Q. PARTIR PERO Q. FUERON NUESTRA INSPIRACION Y NUESTRA GUIA. ABRAZOS. TU AMIGA Y COMADRE, CARMEN

Anónimo dijo...

Me has recordado muchas cosas que compartí con don Juan y doña Consuelo. Consuelo contaba su primer episodio de rebeldía cuando, en 1937, estando a la mesa con su familia su hermano, que era miembro del jurado contra los nacionalistas, dijo que había que encontrar culpable a Albizu. Su familia era descendiente del General confederado, Robert Lee.

Tuvieron suerte de tenerse uno al otro.

Siluz dijo...

Gracias, Carmita. Muchos saludos a Zu, espero le guste.
Felicidades también a mis cuatro ahijadas en este día que algún día no habrá que celebrar.
Gracias por leer y comentar. Un abrazo.

Siluz dijo...

Así es, anónimo. Porque se complementaban, se encontraron y se reconocieron.
Y así permanecen en nuestra memoria y en la historia, siempre juntos.
Gracias por comentar.

Hilda Vélez Rodríguez dijo...

Muy bien, te quedó muy bien. Una vez los visité en la casa con mis hijos y ella se puso a jugar con mis ellos. No tengo que decirte la emoción de verlos en su hogar, como seres corrientes, a esos dos que aprendí a amar y a respetar desde la perspectiva de la nuestra lucha contra la colonia.

Siluz dijo...

Qué lindo recuerdo, Hilda. Gracias por compartirlo.
Creo que Juan Antonio se quedó en nosotros, su imagen graada en el recuerdo, pero además sus poemas, sus discursos, su ejemplo, su acción. Y con él, Consuelo.