28 de septiembre de 2010

Luz de vida

“Muy sentida es la muerte
cuando el padre queda vivo".
Lucío Anneo Seneca
Hay decisiones difíciles y situaciones inexplicables. Soy yo el que debería estar ahí. A mi edad, no me queda mucho por hacer pero tú comenzabas a andar hacia tus metas. No es ése tu sitio, te robaron el futuro, torcieron tu destino. Me duele verte así, tan sola, tan indefensa; a ti, que le tenías miedo a la oscuridad. Nunca faltó una lucecita en tu cuarto, siempre la encendí antes de darte tu beso y la bendición. Hoy me falta tu luz, me sobra la vida.
Lunes
Sales de casa hacia la escuela, como de costumbre. Vas un poco atrasada, me tiras un beso, sin detenerte apenas. Un día normal, rutinario. No sé porqué, quizás te disgustó el menú del día, pero decides no almorzar en el comedor escolar y te vas, con unas amigas, a una cafetería cercana. En el camino se cruzan con un tiroteo. Una disputa por asunto de drogas, parece. Cuando se dan cuenta de lo que ocurre, es demasiado tarde. La llamada llega a casa tres horas después. “Su hija está muy grave”. El silencio a continuación me hace temer lo peor. Ruego a Dios que me permita volverte a ver.
Martes
Los doctores me citan en su oficina. “Tiene muerte cerebral”. De primera instancia, no entiendo estas palabras, no capto sus intenciones. Me repiten que estás muerta. Me niego a aceptarlo. Yo te siento respirar, tu corazón late. Ellos insisten en que ya no habitas en tu cuerpo, que solo las máquinas te mantienen con vida. Entonces comprendo. Quieren tus órganos. Eras una joven saludable, dicen. Irónico, ¿verdad? Muerta pero saludable. Tu salud anterior es mi esperanza. ¿Y si resistes? ¿Y si mañana despiertas? No, no puedo dar mi consentimiento a que te hagan pedazos.
Miércoles
Otro día más. Aún respiras. Dicen que no eres tú. Todo es artificial, añaden, solo mantienen latiendo tu corazón para poder cederlo a otra persona. No quiero escuchar más. Quieren matarte para que otro viva. Y a mí, ¿qué me importa ese otro? ¿Cómo me piden un sacrificio así? Te quiero a mi lado, te quiero conmigo, como sea, aunque no sonrías, no me conozcas, no te levantes, no hables, pero ¡viva!
Jueves
Hoy, por casualidad, conocí a la madre de Elba. Su hija tiene veinte años, cinco más que tú, y también está recluida en este hospital. Sus riñones dejaron de funcionar y se le acaba el tiempo. Necesita una donación para vivir. Quizás una palabra mía… No me atrevo ni a pensarlo. Lleva más de siete meses en espera de una oportunidad así. No soportará mucho más. Yo tampoco. Aún estás aquí, mi niña, no puedo imaginar que se repartan tus restos. No estás en subasta. No van a descuartizarte. No te asustes, no lo permitiré.
Viernes
Cariño, insisten. Han sido muy duros. Dicen que soy egoísta, que veré tu cuerpo bajar a una tumba donde se convertirá en polvo. Sin embargo, puedes dar vida, vivir en otros. Ahora me piden tu corazón. Hay un hombre con una grave afección cardíaca y sin un corazón nuevo, tiene los días contados. Claro, él sí tiene una oportunidad de vida. La misma que a ti te niegan. Nadie te dio la opción de salvarte. Es injusto.
Sábado
Creo todavía que despertarás, a pesar de las palabras del doctor. “Papá, no lo engañamos. Su hija no está en coma, tiene muerte cerebral, es irreversible”. Muerte cerebral, dicen. Muerte cerebral, repiten. No puedo aceptarlo. Espero un milagro. Hasta pienso que desean tu muerte física. Insisten que no puedo evitar la tuya pero que mi indecisión será la causa de la de otros. ¿Qué habrías querido tú, mi niña? Nunca hablamos de esto. La muerte era para ti un concepto muy lejano. Jamás pensamos que te llegaría tan pronto.
Domingo
Hoy supe que el hombre murió. No puedo permitir que pase lo mismo con otra persona, sea Elba u otra como ella. No quiero enterrar contigo su posibilidad de vida. Nadie me devolverá la tuya, es cierto, pero… ¿y si fuera al revés? ¿Si hubieras sido tú la que estuviera en la otra cama, cómo reaccionaría? Te miro por largo rato buscando una respuesta. Te siento pedirme que te deje ir, necesitas volar libre tras tu espíritu, que no te amarre a este cuerpo que ya no te pertenece. Y accedo. Me dirás que estoy loco, pero al dar el sí, veo paz en tu rostro. Ahora estoy seguro de haber hecho lo correcto. Alguien vivirá por ti y tú en él. No tengas miedo, chiquita. Estaré contigo. Prometo encenderte una vela todas las noches. Vete, descansa… ya es hora.

Elsia Cruz Torruellas
(Siluz)
8/2010

7 comentarios:

Prometeo dijo...

Es muy noble el dar de uno mismo para que otros vivan. Esta entrada me conmovió.

Adelante y éxito.

Fabiana dijo...

Me hiciste llorar. Es muy fuerte esta carta.

Dos cosas son ciertas: Ningún padre puede soportar la muerte de un hijo. Es antinatural.

Y todos debemos tomar conciencia de la donación de órganos para poder dar vida.

Gracias por compartir esto.

Rocío dijo...

Fuerte, real, triste y esperanzador.

Es un tema del cual a veces nuestros familiares se niegan hablar pero TAN NECESARIO.

Lo subo al FACEBOOK...

Siluz dijo...

Gracias por comentar, Prometeo, Fabiana y Rocío.
Es un tema fuerte, cierto, pero del que hay que hablar.
Y ojalá nunca nos veamos en la situación descrita. Nadie está preparado para perder a un hijo...nadie...

Hilda Vélez Rodríguez dijo...

¡Que razón tan grande, me hiciste llorar! Es algo en lo que no había pensado nunca.

M.R. Salaman dijo...

Tenemos conciencia de nosotros mismos en muchos niveles. Colocarnos en el lugar del prójimo, cuesta mas. Me gustó la posición desde la cual escribe el autor, así como la historia misma. Norma y yo somos donantes. Saludos cordiales.

Siluz dijo...

Hilda y Manny
Admiro el valor de esos padres a quienes les han matado un hijo, como es el caso de la muchacha de la despedida del año, y pueden no resentirse contra la humanidad. Les quitan una vida, y son capaces de dar varias. Nada fácil...