Dice la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948 en sus primeros artículos que:
· Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
· Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.
Todos los seres humanos somos libres e iguales. Todos los seres humanos tenemos los mismos derechos y libertades. Todos. ¿Es esto cierto? No, aún no. Podremos afirmar que todos los seres humanos son libres e iguales cuando no sea necesario hacer distinciones:
· Cuando no se mencione como característica primordial ser: “el primer negro”, “la primera mujer”, “el primer hispano”.
· Cuando no se hable de minorías para asegurar oportunidades de empleo.
· Cuando todo niño tenga garantizado educación, alimento y albergue.
· Cuando no se haga hincapié en el color de la piel o en rasgos étnicos.
· Cuando no sea necesario proclamar un día de la mujer para defender sus derechos.
· Cuando no nos dividamos en clases sociales ni sea determinante la preferencia sexual.
· Cuando no sean necesarias leyes para proteger a los ancianos, los niños o los discapacitados.
· Cuando se erradique el hambre, la miseria, la injusticia y todos seamos libres para escoger nuestra felicidad.
· Cuando la vida humana valga más que un pedazo de una tierra o un ideal.
· Cuando no nos limiten fronteras ni banderas.
· Cuando no se cometan crímenes en el nombre de Dios.
· Cuando ningún pueblo intente dominar a otro, cuando no reine la ley del más fuerte, cuando la violencia no vaya por encima de la razón y la palabra.
· Cuando se piense en que todos y cada uno somos parte de la raza humana, custodios de este planeta, habitantes de un mismo hogar.
Solo entonces tendremos derecho a proclamar nuestra igualdad. Mientras tanto, nos queda muy grande la palabra “humano”.
Siluz
2 comentarios:
Inpresionante. hasta estoy agradeciendo lo que pasò con Claudia,porque me permite leerte.
Un placer .Coincido totalmente.Ademàs
es maravilloso verte con tus hijos
tu hija es de una belleza! que cabello
y debo agregar
clonada a su madre
los varones.....actor uno,judokas
y llego al nudo
de los bebès
ni hablemos
uno màs bello que el otro
Una mujer MUY RICA;vos.
Gracias, Mariel.
Te cuento que mis hijos son Ramírez Cruz... así que ¿quién dice que no somos familia?
Un abrazo. Luego voy a leer todo por tu blog.
Te enlazo.
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