1 de abril de 2008

Vuelvo a mirarte

Vuelvo a mirarte: estás
y eres el mismo:
Los ojos y las manos, y ese gesto
de la boca, entre tierno y despectivo.
Vuelvo a mirarte: ya no digo nada.
Me he quedado de pronto
con los labios vacíos,
sin pasión, sin enojo, sin impulsos,
sin reproches, sin nada que decirnos,
sin nada que pedir.
Sin nada mío.

Apenas con un resto de ternura
no sé si para ti o para conmigo
para envolverme en ella al quedar sola,
no más sola que ahora. Yo te miro:
tú estás sereno al fin.
Y estás tranquilo
porque me quedo quieta entre tus manos
y me callo y sonrío:
nunca sabrás, mi pobre amor, qué pienso
cuando sonrío así.

Y alguna vez sabrás que me has perdido.
Mañana o no sé cuándo. Todavía
no están del todo secas estas ramas.
Pero hoy ha comenzado nuestro otoño
y hace frío.
Hoy empiezo a quererte un poco menos,
hoy dejas de dolerme y no estoy triste.

Julia Prilutzky Farny

Nació en Kiev, Ucrania, en 1912 y adoptó la ciudadanía argentina desde temprana edad.Cursó estudios de derecho en la Universidad de Buenos Aires y música en el Conservatorio Nacional.Publicó su primer libro de poesía a la edad de dieciocho años y pronto se convirtió en portavoz de la generación poética del 40.Entre sus libros más reconocidos figuran «Antología del amor», «Sonetos» y «Sólo estará la rosa». Orgullosa de haber vivido todos los sentimientos amorosos que rimaba, se mantuvo coqueta aún anciana. Murió en el 2002 a los 90 años.

ALGUNA VEZ, DE PRONTO, ME DESPIERTO...

Alguna vez, de pronto, me despierto:
Un dolor me recorre tenazmente,
un dolor que está siempre, agazapado,
por saltar, desde adentro.
Entonces tengo miedo.
Entonces, me doy cuenta que estoy sola
frente a mí, frente a Dios, frente a un espejo
lleno de mis imágenes,
de rostros polvorientos.
Estoy sola, pero siempre estoy sola:
Es lo único cierto.
El amor era un huésped,
la soledad es siempre el compañero
que permanece al lado, inconmovible.
Lo único seguro, verdadero.

Oigo mi corazón, vieja campana
que dobla y que golpea,
que rebota en las sienes y en la nuca
y en la boca y los dedos.
Es cierto, tengo miedo.
Miedo de no poder gritar, de pronto,
de que ya sea demasiado tarde
para un ruego.
La costumbre ahoga las palabras
y alarga el desencuentro.
Ah, tantas cosas quedarán ocultas,
perdidas, sin recuerdo,
tantas palabras que no fueron dichas,
tantos gestos.

Unos dirán: Yo sé, la he conocido,
fue una ardiente rebelde,
se desolló las manos y la vida
por defender los que creyó más débiles.
Otros dirán: Yo sé, la he conocido,
era dura, malévola,
avara de ternura, con la boca
mostraba su desprecio.
Alguien dirá: Y cómo sonreía...
Qué importa lo que vendrá después del gran silencio.

Claro que tengo miedo.

Así, en la madrugada
mientras algún dolor -un dolor, siempre-
va hincando sus agujas en mi cuerpo,
abro las manos en la sombra dulce
para atrapar mi soledad, de nuevo,
y me quedo a su lado, sin moverme,
con los ojos abiertos la vida detenida.
Toda mi sangre es un temor inmenso.

Julia Prilutzky Farny

4 comentarios:

Martha Ferrari dijo...

¡Qué belleza!te agradezco Siluz esta recopilación de la magnífica Julia Prilutzky Farny. hiciste que recordara a una poeta magnífica que mantenía un poco en la sombra. Así pasa con algunos autores,una los lee, los vuelve a leer, los olvida un poco para volverlos a encontrar para disfrutarlos otra vez como si fuera el primer encuentro.De pronto, recordé su poema La Patria que ambas mencionamos en un foro.¿Te acuerdas?

Hilda Vélez Rodríguez dijo...

Hermosura, que forma tan magistral de describir esa soledad..

Siluz dijo...

Si, por supuesto que me acuerdo, Martha. Fue por ese poema que conocí a Julia Prilutzky, y lo tuve mucho tiempo en la columna lateral del blog. De hecho, lo utilicé en otra entrada, no sé si la viste, sobre el significado de la palabra patria.

http://siluz.blogspot.com/2012/07/si-alguien-quiere-saber-cual-es-mi.html

Siluz dijo...

¿Verdad que sí, Hilda? Me emociona su forma de decir lo que cualquiera de nosotras podría sentir y quizás no sabríamos cómo.