Mi pueblo lloró. Lloró esa mañana del 30 de agosto en la cual
quebrantaron su calma y su paz. Sobre sus vegas bajas cayeron las fuerzas
invasoras. Entraron en nuestras casas, empujaron y maltrataron a nuestras
madres, asustaron a nuestros hijos, violaron nuestra intimidad, rebuscaron nuestros
papeles. Dueños y señores de una tierra ajena que no los necesita ni los
quiere.
En un solo grito se
unieron las voces de doña Gloria, doña Cristina, doña Leticia, doña Inés: “Mi
hijo, ¡suelten a mi hijo!”
En un solo llanto se
unieron las lágrimas de Mariana y Orlandito, de P.H., Carita y Norbertito. “¡Papá,
Mamá! ¿A dónde los llevan?”
Desde lejos, sentimos los
ojos angustiados, confusos, solitarios de Ramón y Luriza: ¿Dónde está Papi?
¿Qué han hecho con Mami? ¿Dónde está
Padrino?”
Los hermanos, los amigos,
los compadres, los compañeros, los primos; todos conocían a alguien que era de
la familia de alguien. “Si yo lo conozco
desde chiquito”. “Si ese es un alma de
Dios”. “Si ese muchacho es un niño grande”. “Si son los hijos de Cristina, tan
buenos muchachos”. Bendición de pueblo
grande que conserva lazos de pueblo chico.
Ya no es hora de llorar.
Nuestras lágrimas partieron con ellos al verlos alejarse en aquellos
helicópteros burlones, cínicos,. “todopoderosos” que frente a nosotros, nos los
arrancaron. Aquí quedaban sus madres, orgullosas, comprensivas, fuertes. “De ningún modo le pido yo a mis hijos que se
entreguen”. Y aquí también quedaban sus hijos, fieles
reflejos de sus padres. Los padres patriotas conciben hijos patriotas. No puede
ser de otro modo.
No, ya no es hora de
llorar. Es hora de que luchemos juntos para evitar otra madrugada como la de de
aquel viernes 30 de agosto. Es hora de impedir que se lleven a los hijos de
esta tierra y los encarcelen por sus compromisos e ideales. Es hora de evitar
la intimidación y el hostigamiento. Es hora de vencer al dios del miedo. "Solo entonces seréis libres".
En mi vega ayer había
nueve amigos. Hoy son símbolos de la
patria. Mi pueblo no tiene por qué llorar.
Siluz
8 de septiembre de 1985
Tras los arrestos del 30 de agosto
de 1985.
A Norman, Papo y Lucy, Ivonne y Peco, Carlos, Coqui, Norberto Y Avelino, en solidaridad vegabajeña.
1 comentario:
Querida Siluz: Episodios lamentables de la historia de tu pueblo, del mío, de los pueblos del mundo. ¿Cuántas calamidades más tendremos, sin razón, qué pasar? Mi cariño para tí.
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