Amanecía en las vegas bajas. Con los rayos del sol cayeron sobre mi pueblo las fuerzas invasoras. Con la prepotencia de cien años de dominio, pretendiendo ser dueños y señores, entraron a los hogares, empujaron y maltrataron a niños y ancianos, y arrestaron a nueve hijos de este rincón costero.
En un solo grito se unieron voces aterradas, dolidas, sorprendidas. Padres, madres, hijos, hermanos, amigos, compadres, primos, compañeros. Todos conocían a alguien que era de la familia de alguien. Bendición de pueblo grande que conserva lazos de pueblo chico.
Y se los llevaron. Libres entre cadenas. Parados frente a la corte federal, vimos como los subieron a aquellos helicópteros que nos enfrentaban burlones, cínicos, todopoderosos. Faltaban dos, alegan. Se oye la voz de doña Cristina: “De ningún modo le pido yo a mis hijos que se entreguen”.
2011 – 10 de mayo
Es cerca del mediodía. Suena el teléfono y trae la noticia. Encontraron a Norberto. Tras el arresto de Avelino, era el último vegabajeño buscado como presunto Machetero. Profundos lazos de amistad nos unen a sus familiares.
Aquí estamos otra vez, como hace más de veinticinco años. Las mismas consignas, los mismos pasos, el mismo sentimiento...
"Con Norberto y Avelino, todos somos clandestinos"
Las mismas caras, más canosas, más arrugadas, más preocupadas. Los niños de antes, ahora hombres y mujeres, cargando sus propios niños. Explicándoles, tratanto de hacerles entender lo que no entendemos nosotros mismos. Tres generaciones. Presentes, como ayer, como siempre.
Dos dís después, el 13 de mayo, se celebraría la vista que ordenaría la extradición a Hartford, Connnecticut. Afuera, amigos y familiares, expresábamos nuestra solidaridad.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario