30 de julio de 2010

No quiero transgénicos en mi plato

Alimentos transgénicos
A Violeta Malva
Que me concienció de este problema


La ingeniería genética se define como la manipulación deliberada de la información genética, con miras al análisis genético o al mejoramiento de una especie.
Se utilizó  en sus comienzos,  para producir sustancias farmacéuticas, como la insulina, compuestos en la leche de los animales y elaborar vacunas como la de la hepatitis B.  Estos logros llevaron a experimentos especializados con el fin de modificar vegetales y animales  para hacerlos superiores, más resistentes a enfermedades, plagas, herbicidas y con mayor tolerancia a las condiciones ambientales.
Así nacieron  los transgénicos u organismos vivos creados artificialmente al manipular sus genes.  Se consiguió aislar segmentos del ADN de un ser vivo (virus, bacteria, vegetal, animal e incluso humano) para introducirlos en el material hereditario de otro.  Se unen de esta manera seres que no tienen nada en común, se cruzan especies que no tienen que ver entre sí  para crear seres vivos que no hubieran existido por la vía natural.
El primer alimento modificado por la ingeniería genética y producido para el consumo masivo fue el tomate Flavr Svr. Más tarde se modificó la constitución de la soja  para hacerla más resistente a herbicidas y el maíz para resistir ciertos insectos y generar mayores ganancias por cultivo y cosecha.
España
En España se comenzó a cultivar maíz transgénico en 1998, el Bt 176, el cual tuvo que ser retirado del mercado por una serie de problemas ambientales.  En la actualidad  se cultiva el maíz de la multinacional Monsanto, MON 810 lo que hace que España sea el único país de la Unión Europea que cultiva transgénicos a gran escala y el primero en cultivos experimentales al aire libre. 
La Comisión Europea autorizó también el cultivo de una papa transgénica, denominada Amflora, de la multinacional química BASF, para uso industrial. La papa, que contiene dos genes de resistencia a antibióticos, se usará para producir amilopectina, un almidón que se usa para fabricar papel.  También se usará en la alimentación animal. ¿Qué garantiza que no llegue esta papa a nuestra mesa?  La cadena alimentaria la llevará tarde o temprano a ella.  Además, será inevitable la contaminación de cultivos, pues aunque las papas no tienen polen ni variedades silvestres, rebrotan espontáneamente y se mezclarán las cosechas.
México
En México, a pesar de una moratoria que estaba en vigor desde el 1998, se ha abierto la siembra experimental de maíz transgénico y se aceptan solicitudes de  pruebas de campo. Se promueve una “coexistencia” con argumentos que intentan acallar la protesta y resistencia indígena campesina.
Suramérica
En Argentina, la entrada masiva de soja transgénica exacerbó la crisis de la agricultura con un alarmante incremento de la destrucción de sus bosques primarios, el desplazamiento de campesinos y trabajadores rurales, un aumento del uso de herbicidas y una grave sustitución de la producción de alimentos para consumo local
En Brasil y Uruguay, la introducción de cultivos transgénicos vino acompañada de agudos aumentos en el uso de agrotóxicos. Esto es preocupante porque los agrotóxicos son gravemente dañinos al agua, suelos, flora y fauna, son disruptores endocrinos y están vinculados al cáncer y a enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer's y Parkinson.
Puerto Rico
Por más de veinte años Puerto Rico ha sido una importante plataforma de la industria de biotecnología para experimentación y propagación de sus semillas transgénicas.  Se autorizaron siembras experimentales de maíz, soya, algodón, arroz, tomate, papaya y tabaco.  Y esto ya se autorizaba en el 1987, casi una década antes que en Estados Unidos.
En numerosos artículos esto se celebra como un paso al futuro, un adelanto innovador y motivo de orgullo.  No se habla de los enormes riesgos a la ecología,  la agricultura y la salud humana ni de los peligros de tipo político, económico y cultural.
Se afirma que  “La coexistencia es una realidad probada”. Sin embargo, hay pruebas de que la coexistencia implica contaminación transgénica.  Aquí no se puede ser inocente hasta demostrar culpabilidad.  Aquí, hay que demostrar de que no hay riesgos para el ser humano antes de aprobarse.  No podemos convivir con los riesgos porque cuando se demuestren puede ser ya demasiado tarde.
Los gobiernos y aún organismos internacionales  le siguen el juego al nuevo sistema colonial ahora dominado por las compañías de semillas como Monsanto, DuPont y Syngenta, las principales procesadoras de alimentos como Nestlé y los principales distribuidores de alimentos como Wal-Mart, Tesco y Carrefour. Un frente unido de organizaciones poderosas bancarias y comerciales, países y hasta la ONU, aceptan la maximización de exportaciones, eliminan la protección de alimentos locales, apoyan la agroindustria, la comercialización de agrotóxicos y las semillas transgénicas.
¿Solución para quién?
Las multinacionales justifican los transgénicos con que éstos son la solución contra el hambre.  Los transgénicos no pueden ser  la solución de nada. No se puede solucionar un problema creando otro mayor. Los transgénicos ponen la producción mundial de alimentos en manos de cuatro empresas biotecnológicas que controlan el 90% del mercado
Hay hambre porque la riqueza está mal distribuida.  Es un tema político y social.  Hay hambre porque hay pobreza. Hay hambre porque se cuenta con dinero o tierra para cultivar alimentos.  Los transgénicos no solucionarán el hambre sino controlarán la alimentación.  Los transgénicos concentrarán en pocas manos el poder agrícola.  Los transgénicos destruirán la agricultura sostenible y la soberanía alimentaria.
A las grandes compañías transnacionales no les interesa solucionar el hambre sino incrementar su capital y su poder económico.  A las grandes compañías multinacionales no les interesa mejorar la calidad de vida de los pueblos sino  manipular a los seres humanos como herramientas para su dominio. Olvidamos aquella profecía de los indios Cree:
“Sólo cuando se haya talado el último árbol; sólo cuando se haya envenenado el último río; sólo cuando se haya pescado el último pez; sólo entonces descubrirá el hombre blanco que no se puede comer el dinero”.
El mundo según Monsanto
Marie-Monique Robin, en su reciente libro titulado ‘El mundo según Monsanto. De la dioxina a los OGM. Una multinacional que les desea lo mejor’ explica como esa multinacional controla el monopolio de las semillas transgénicas.
Monsanto controla más del 90% de la venta de los OMG (organismo modificado genéticamente) en el mundo. Los pasos son conocidos:  publicidad, promesas de semillas milagrosas, contratos que incluyen prohibición de resembrar, compra del paquete semillas-pesticidas, obligación de utilizar solo sus servicios, derecho a inspeccionar sus campos y persecución judicial implacable a los que no cumplan lo estipulado.
Me pregunto que es "lo mejor" que nos desean...

…y dicen que no hacen daño…

“Dime niño que juegas,
quién te dio los juguetes,
esas balas de goma,
esa falsa pistola, el fusil, los cohetes…
 fuiste tú y mis hermanos, quienes me los han dado,
que por ser de juguete dicen que no hacen daño”
(Alberto Cortéz) .  
¿Cuán seguros son estos alimentos para el ser humano y el ambiente? ¿Por qué muchas organizaciones ambientalistas y ecologistas claman en favor de la agricultura biológica y orgánica?  ¿Por qué promueven alimentos de calidad que no apliquen modificaciones o alteraciones genéticas, o utilicen agroquímicos y/o agrotóxicos para su crecimiento?
Si son de juguete... ¿no hacen daño?
Una directiva europea de 1997 obliga a que los productos transgénicos:
  • Demuestren ser necesarios y útiles,
  • Sean seguros para la salud humana y el medio ambiente,
  • Que sus características sean las declaradas y se mantengan a través del tiempo,
  • Que posean un etiquetado detallado que especifique si el producto está modificado genéticamente.
La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación ha celebrado audiencias con el objetivo de promover la biotecnología como “factible solución a los problemas del hambre en el mundo” y por ende promover los cultivos transgénicos. Los documentos públicos de FAO argumentan que la “coexistencia” entre transgénicos y cultivos tradicionales no implica riesgos, que es excesivo el prurito de organizaciones, comunidades y científicos “que exageran y polarizan el debate de los OGM”.
La otra cara de la semilla
Algunos de los peligros de estos cultivos para el medio ambiente y la agricultura son:
  • el incremento del uso de tóxicos en la agricultura,
  • la contaminación genética,
  • la contaminación del suelo,
  • la pérdida de biodiversidad,
  • el desarrollo de resistencias en insectos y "malas hierbas"
  • efectos no deseados en otros organismos.
Los efectos sobre los ecosistemas son irreversibles e imprevisibles.
En cuanto a la evidencia de daños a la salud hablemos como ejemplo de varios casos comprobados:
1- En los años 90, Arpad Pusztai, del Instituto Rowett de Escocia,  probó una papa transgénica experimental con ratas de laboratorio, las cuales sufrieron daños al sistema inmunológico y reducción de peso en varios órganos, incluyendo cerebro, hígado y el sistema reproductivo.
2- En noviembre de 2005  se hicieron pruebas a un guisante transgénico experimental desarrollado en Australia. Las ratas que ingirieron el producto mostraron cambios significativos en sus sistemas inmunológicos y nódulos linfáticos. También reaccionaron de manera parecida al ser expuestas a albúmina y otras dos sustancias, lo que demuestra que este guisante podría hacer al sujeto alérgico no solo al guisante sino a otros alimentos. Estas pruebas no son requeridas por ley para alimentos transgénicos en Estados Unidos.  Por lo tanto, productos transgénicos igual o más nocivos pueden estar hoy en el mercado.
3- En mayo de 2009 la American Academy of Environmental Medicine (AAEM) declaró que “los alimentos transgénicos presentan un serio riesgo a la salud” y pidió una moratoria a estos alimentos. Citando los resultados de varios estudios hechos con animales de laboratorio, la AAEM concluye que “hay una asociación más que casual entre los alimentos transgénicos y efectos adversos a la salud” y que “los alimentos transgénicos presentan serio riesgo a la salud en las áreas de toxicología, alergia, función inmunológica, salud reproductiva, y salud metabólica, fisiológica y genética.”
4 -El maíz Monsanto 810 tolerado en España, Argentina y Estados Unidos daña el hígado y los riñones de ratones en laboratorio. El maíz Monsanto 863 también daña la capacidad de reproducción y fertilidad de ratones.
5 - La nueva papa transgénica puede eliminar el efecto de antibióticos necesarios.
Manifiesto
Por todas estas razones defendemos la prohibición total de cultivos y alimentos transgénicos tanto en la producción, como en la importación y el consumo:
• porque son un peligro para el medio ambiente. Los insectos y hierbas que combaten, se hacen resistentes a sus “tóxicos” que, a la vez, contaminan a otras plantas, bacterias y microorganismos del suelo con sus componentes insecticidas, herbicidas y antibióticos.
• porque sus riesgos actuales sobre la salud humana, animal y vegetal son ciertos y, a medio plazo, impredecibles.
• porque los cultivos de la soja transgénica usada  para alimentar la producción industrial de cerdos, pollos y huevos, para agrocombustibles y para usos cosméticos están provocando cáncer, malformaciones genéticas y enfermedades respiratorias en las poblaciones rurales cercanas.
• porque los transgénicos son parte del modelo agroindustrial globalizado causante del hambre y las enfermedades alimentarias.
Aún hay esperanza
Las estadísticas nos demuestran que todavía podemos evitar el desastre.  El 92% de las tierras cultivables en el mundo está libre de OMG .  Solo cuatro países cultivan el 90% del total (EEUU el 53%, Argentina el 18%, Brasil 11,5% y Canadá el 6.1%) y en Europa solo el 0,119% del terreno cultivable está dedicado a OMG (el 80% en España,  frente al 4% dedicado a agricultura ecológica..  En el mercado hay solamente cuatro semillas que se cultivan en cantidades importantes (soja, maíz, algodón y colza)
Por lo tanto, ¡aún estamos a tiempo! Exijamos conocer qué comemos. No aceptemos transgénicos en nuestros platos. No los compremos, ni los vendamos.  Un mundo sin transgénicos todavía es posible.





3 comentarios:

Martha Ferrari dijo...

Siluz:
Muy interesante tu post. Hace poco le comentaba a una amiga mi deseo de volver a comer tomate con gusto a tomate y choclo (maiz) con gusto a maíz, porque en su afán de que los mismos se conserven más tiempo les quitan el gusto específico. El resultado es una apariencia impecable, pero su sabor insípido.Estamos muy cerca de que frutas y verduras parezcan de utilería.

Fabiana dijo...

Si supiéramos a ciencia cierta qué cosas llevamos a nuestra mesa nos horrorizaríamos.
Te lo aseguro.

Abrazos.

Siluz dijo...

Así es, Martha y Fabiana. No tenemos ni la más mínima idea de lo que consumimos. Y del daño que nos hacemos.
¡Tiene que haber una solución! No podemos seguir envenándonos sin remedio.