La tierra hoy se mueve... como todos los días. A su alrededor, un campo de energía positiva,
repleto de pensamientos y oraciones, choca con sus equivalentes negativos. Un
mar de buenos deseos y vibraciones humanas viajan en dirección paralela al
destino, provocando una alteración en el plan divino, si lo hubo. El planeta parece frenar con ímpetu,
zarandear lo previsto, estremecer a sus habitantes. Pero sigue girando. Siempre girando. Un día
más. El día esperado. El día temido. Hoy.
Susana
recibe una llamada de su amiga. Ambas han dado a luz a sus niños con tres días
de diferencia. Dos bebés saludables, con buen peso y estatura. Susana apenas ha visto al suyo, la separaron
de él para evitar se infectara. Todos sus planes de lactar se vinieron abajo.
El diagnóstico obliga a medicamentos muy fuertes, intolerables para la criatura. No
puede creer lo que le cuenta Ana. Síndrome de muerte súbita. “No tengo ya a
quien darle mi leche. Nada me haría más feliz que tu bebé la utilice. Déjame ser
su nodriza mientras tú te recuperas”. La
tierra se mueve. En medio de la oscuridad, brilla un halo de esperanza.
Rosa siente
que se le cierran todas las puertas. El
hogar que intentaba formar se derrumba. Engaños, infidelidades, malos negocios,
trampas. Decide marcharse sola, ir a buscar
suerte en otros lares. Llama a su prima. “Llévate los muebles y enseres que
quieras para la casa que estás construyendo, sé que todo te hace falta. No
quiero llevarme nada que me traiga malos recuerdos, te regalo todo, voy a
empezar de cero”. El mundo sigue girando. Dos vidas. Alfa y Omega.
Jaime está enfermo.
No puede venir a trabajar sin contagiar a todos. La función tiene que
continuar, con o sin él. Rolando se da
cuenta que es la oportunidad de su vida. De tanto ver los ensayos desde su
cabina de sonido, puede repetir los parlamentos de todos los personajes. Se
ofrece a hacerlo. Con algo de recelo, la compañía acepta. Y lo logra. Tanto que,
cuando Jaime volvió, casi quisieron que continuara Rolando. Un día tras otro. Esperar, pues, a pesar de todo, se mueve.
El mensaje
llegó de madrugada. “¡Mataron a Junior!” Llantos, gritos, desesperación. Al otro lado de la isla, otro recado rompe
la noche: “¡Hay un donante!”
Expectación, ilusión, fe. Ambas
familias corren al hospital, una llena de dolor, otra de esperanza. Amanece. La
luz rompe el manto negro de la eternidad. El Apocalipsis se vuelve Génesis.
Mientras, en
algún punto etéreo del universo, seres de energía, sin tridentes ni alas,
juegan indiferentes. Es un partido de suerte, escogen sus fichas al azar. La
tierra sigue girando, cada humano es empujado hacia su destino, cada día…hasta
el jaque final.
Elsia Luz Cruz Torruellas
(Siluz)
*Eppur si
muove”(“Y sin embargo, se mueve”, en español) es la frase que, según la
leyenda, Galileo Galilei dijo entre dientes al salir del tribunal de la Santa
Inquisición. Galileo fue obligado, so
pena de muerte, a retractarse de su apoyo a la teoría heliocéntrica de
Copérnico, a pesar de estar seguro de que la tierra no era el centro del
universo sino que giraba, como el resto de los planetas conocidos, alrededor
del sol.
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