22 de julio de 2012

“Si alguien quiere saber cuál es mi patria…”


En estos días, a través de facebook, recibí de una querida amiga esta imagen con la cita de Séneca: "Nadie ama a su patria porque es grande, sino porque es suya".  Y sé que es cierto, no la amamos por su extensión territorial, ni por sus logros, ni por sus atributos naturales, ni por su clima, sino por ser nuestra.  Entonces, quiere decir que no hay elección, ¿amamos la patria porque fue la que nos tocó?   ¿Cuál es en realidad nuestra patria?
Son muchas las definiciones que se han dado de la palabra “patria”.  Quizás es, junto a Dios  y amor, una de las voces  más difíciles de explicar, pues es mucho más que un concepto. Implica pasado y futuro, raíces y destino, cultura y tradiciones, sentimientos, creencias e ideología.  Decir que se refiere al “sitio donde se nace” es muy limitante, pues la patria, más que separarnos por fronteras, debe unirnos como humanidad.
Nadie mejor que un poeta para tratar de expresar el verdadero sentido de la patria.  El español Ventura Ruiz Aguilera decía:La Patria se siente, no tiene palabras, que claro la expliquen las lenguas humanas”
Tal vez sea Julia Prilutzky Farny, ucraniana nacionalizada argentina, quien define, de la forma más sencilla y certera, el significado de patria. 

Se nace en cualquier parte.
Es el misterio - es el primer misterio inapelable-,
pero se ama una tierra como propia
y se quiere volver a sus entrañas.
Allí donde partir es imposible,
donde permanecer es necesario,
donde el barro es más fuerte
que el deseo de seguir caminando,
donde las manos caen bruscamente
y estar arrodillado es el descanso,
donde se mira al cielo con soberbia
desesperada y áspera,
donde nunca se está del todo solo,
donde cualquier umbral es la morada.
Donde se quiere arar. Y dar un hijo.
Y se quiere morir, está la Patria.

Algunos, como recurso, prefirieron analizar lo que no es la patria para llegar a lo que sí es.  El argentino Leopoldo Marechal, en su poema  Descubrimiento de la patria afirmaba que:

La Patria no ha de ser para nosotros
una madre de pechos reventones;
ni tampoco una hermana paralela en el tiempo
de la flor y la fruta;
ni siquiera una novia que nos pide la sangre
de un clavel o una herida…
 La Patria no ha de ser para nosotros
nada más que una hija y un miedo inevitable,
es un dolor que se lleva en el costado
sin palabra ni grito.

El mejor ejemplo de esto es el poema ¿Qué es la patria?… preguntaste del paraguayo Chester Swann.
¿Qué es la patria? preguntaste
con candorosa inocencia
-Hijo mío, no es la patria
himno, escudo ni bandera
Tampoco patria es un mapa
O un pedazo del planeta

La patria es algo sin nombre
que se lleva dondequiera.
Patria no son uniformes
de una horda de soldados.
Tampoco son las fronteras
con que nos tienen rodeados.
No es la patria, hijo mío
ésa gigantesca hacienda
de adiposos estancieros
engordados con prebendas.
Tampoco es patria, esa historia
que nos mienten en la escuela.
Ni esos decretos firmados
por brutos analfabestias

¿Y qué es la patria entonces?
has insistido, hijo amado.
Espera que te lo aclare
en un romance cuadrado.
Patria no es esa estancia
gerenciada por tiranos.
Tampoco es un pasaporte
que se vende por centavos.
Tampoco es esa bandera
que nos guía a la batalla
para matar a tu hermano
por orden de los canallas.

La patria es justicia, es paz.
Es el lugar donde habito
es una tierra sin mal
aunque gobierne un maldito
Es el límite impreciso
entre tú y los demás.
Y sobre todas las cosas,
conciencia de libertad.

La patria no tiene dueño
Ni es propiedad privada
Es de todos y es de nadie
Como el aire y como el agua.
No es carroña de gerentes
ni cuartel de pistoleros
donde cobardes con armas
someten a los más buenos.
No es la presa de rapiña
de políticos protervos
Ni es el cofre sin fondo
de los bancos extranjeros.

La patria es algo inherente
que llevamos allí dentro
y respira con nosotros
aquí o en el mundo entero.
Patria es rosa sin espinas
y jardín frágil y bello
Es cristal del agua clara
Y tierna como hembra en celo
Es suspiro de azahares
por las estrellas del cielo
Es órbita interminable
que viaja en el firmamento.

La patria, hijo mío, es todo
el mundo que nos alberga
Compatriotas nuestros son
Los hermanos de la Tierra.

La patria es el ancho orbe
La redondez del planeta
Con todos los animales
Y plantas que nos alientan.

La patria es madre amorosa
Es carne, piel y madera
Es rescoldo sempiterno
de pretéritas hogueras.
Es verde de los paisajes
Es azul claro del cielo
Es agua clara del río
Y poncho de los arrieros.
Tal vez por ahora estemos
tan cortos de entendimiento
y busquemos separarnos
cercando nuestros linderos.
Pero vendrán otros tiempos
De honda solidaridad
En que nuestra patria sea
La Tierra… y la humanidad.

Igual pensaba el poeta cubano José Martí cuando decía “Patria es humanidad”, cita que usó como epígrafe Mario Benedetti en su poema:

La manzana es un manzano
y el manzano es un vitral,
el vitral es un ensueño
y el ensueño un ojalá,
ojalá siembra futuro
y el futuro es un imán,
el imán es una patria,
patria es humanidad

El dolor es un ensayo
de la muerte que vendrá
y la muerte es el motivo
de nacer y continuar,
y nacer es un atajo
que conduce hasta el azar,
los azares son mi patria,
patria es humanidad

Mi memoria son tus ojos
y tus ojos son mi paz,
mi paz es la de los otros
y no sé si la querrán,
esos otros y nosotros
y los otros muchos más,
todos somos una patria,
patria es humanidad.

Una mesa es una casa
y la casa un ventanal,
las ventanas tienen nubes
pero sólo en el cristal
el cristal empaña el cielo
cuando el cielo es de verdad,
la verdad es una patria,
patria es humanidad

Yo con mis manos de hueso,
vos con tu vientre de pan,
yo con mi germen de gloria,
vos con tu tierra feraz,
vos con tus pechos boreales,
yo con mi caricia austral,
inventamos una patria,
 patria es humanidad.

Jorge Luis Borges decía: “Nadie es la patria, ni siquiera los símbolos... ni siquiera el tiempo… Nadie es la patria, pero todos lo somos” y Benedetti reafirmaba que “Quizá mi única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros; quizá mi única noción de patria sea este regreso al  propio desconcierto”.
Y será este desconcierto, el que nos haga preguntarnos unos a otros cuál es mi patria. Para José Martí: “Nuestra patria es una, empieza en el Río Grande, y va a parar en los montes fangosos de la Patagonia”. Si pensamos que la República del Río Grande existió en Norteamérica entre las fronteras de la República de Texas y la República Mexicana y que la Patagonia es la punta más remota de la América del Sur, podemos deducir que a pesar de que nos separen las banderas, nos une la historia y la cultura.
Entonces, ¿reconoceremos nuestra patria? Según el dominicano Pedro Mir:

Si alguien quiere saber cuál es mi patria
no la busque,
no pregunte por ella.

Siga el rastro goteante por el mapa
y su efigie de patas imperfectas.
No pregunte si viene del rocío
o si tiene espirales en las piedras
o si tiene sabor ultramarino
o si el clima le huele en primavera.
No la busque ni alargue las pupilas.
No pregunte por ella.

(¡Tanto arrojo en la lucha irremediable
y aún no hay quien lo sepa!
¡Tanto acero y fulgor de resistir
y aún no hay quien lo vea!)

No, no la busque.
Si alguien quiere saber cuál es mi patria,
no pregunte por ella.
No quiera saber si hay bosques, trinos,
penínsulas muchísimas y ajenas,
o si hay cuatro cadenas de montañas,
todas derechas,
o si hay varios destinos de bahías
y todas extranjeras.

Siga el rastro goteando por la brisa
y allí donde la sombra se presenta,
donde el tiempo castiga y desmorona,
ya no la busque,
no pregunte por ella.
Su propia sangre, su órbita querida,
su instantáneo chispazo de presencia,
su funeral de risa y de sonrisa,
su potrero de espaldas indirectas,
su puño de silencio en cada boca,
su borbotón de ira en cada mueca,
sus manos enguatadas en la fábrica y
sus pies descalzos en la carretera,
las largas cicatrices que le bajan
como antiguos riachuelos, su siniestra
figura de mujer
obligada a parir
con cada coz que busca su cadera
para echar una fila de habitantes
listos para la rueda,
todo dirá de pronto dónde existe
una patria moderna.
Dónde habrá que buscar y qué pregunta
se solicita. Porque apenas
surge la realidad y se apresura
una pregunta, ya está la respuesta.

No, no la busque.
Tendría que pelear por ella…

19 de julio de 2012

Verdades amargas

     Cuando era pequeña, oía a mi abuela recitar este poema, al que ella llamaba "Verdad amarga" en todas las fiestas familiares. Recuerdo sus gestos, sus expresiones y hasta el final dramático que le daba arrodillándose en el piso. Pasaron los años, y aunque ya no podía arrodillarse, nunca olvidó la letra, que hoy recuerdo llena de nostalgia.  Junto a "La Muñeca", este poema me trae de regreso esa voz de la que mucho aprendí y a quien tanto extraño.
     Siempre pensé que había sido escrito por el mexicano  Juan de Dios Peza, autor de otro de los poemas que nunca faltaron en nuestras actividades, "Reír llorando". Un día, por casualidad, comentando el artículo "Precioso, pero no es mío con un amigo, encontré que el verdadero autor es Ramón Ortega, poeta hondureño (1885-1932) y que su título es "Verdades amargas". No conocía a este autor, y al buscar información, entendí que siendo joven tuvo desequilibrios mentales que lo llevaron a la locura y muerte temprana, por lo que su producción literaria no es muy extensa. Aún así, se considera uno de los principales exponentes del modernismo en su país,  a pesar de que algunos lo llaman "el poeta olvidado". 
     No sé si es la versión correcta, pues encuentro varias en Internet, pero publico la que recitaba mi abuela, según me la dictó allá para el 73 y que aún guardo en una libreta con mi selección de poemas especiales.

No quisiera decir lo que he mirado
a través del cristal de la experiencia;
el mundo es un mercado do se compran
honores, voluntades y conciencias.

Amigos: es mentira, no hay amigos:
la amistad verdadera es ilusión;
ella cambia, se aleja y desaparece
con los giros que da la situación.

Amigos complacientes sólo tienen
los que disfrutan de ventura y calma;
pero aquellos que abate el infortunio
sólo tienen tristezas en el alma.

Si estamos bien, nos tratan con cariño,
nos buscan, nos invitan, nos adulan;
mas si acaso caemos, francamente,
sólo por cumplimiento nos saludan.

En este laberinto de la vida
donde tanto domina la maldad
todo tiene su precio estipulado:
amor,  parentesco y amistad.

El que nada atesora, nada vale
y en toda reunión pasa por necio,
y por más nobles que sus hechos sean,
lo que alcanza es la burla y el desprecio.

Lo que brilla nada más tiene cabida,
y aunque brille por oro lo que es cobre;
lo que no perdonamos en la vida
es el atroz delito de ser pobre.

La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado;
las llagas del delito no se ven
si las cubre un diamante bien cortado.

Nada humano es perfecto, puro y santo;
todo se halla impuro, entremezclado;
el mismo corazón, con ser tan noble,
cuántas veces se encuentra enmascarado.

La sociedad que dora su deudor
persigue con saña al criminal,
mas si el puñal del asesino es de oro
enmudece y el juez besa el puñal.

Que existe la virtud, yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso;
hay rasgos de virtud en el malvado,
hay rasgos de maldad en el virtuoso.

Cuando veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

A nadie habrá de herir lo que aquí digo,
porque ceñido a la verdad estoy;
me dieron a libar hiel y veneno;
hiel y veneno en recompensa doy.

Pero si peco en las palabras toscas
de estas líneas oscuras y sin nombre,
doblando mis rodillas en el polvo,
¡pido perdón a Dios y no a los hombres!



Ramón Ortega
(Honduras)

10 de julio de 2012

Lectura infantil


Buscando entre libros y cuadernos viejos, en un viaje de nostalgia, encontré este libro.  No sé quien fue su dueño original pero tengo la impresión que ha pasado por muchas generaciones de mi familia.  Les aseguro que no fui yo, pues tiene fecha de 1916. Lo que sí sé, fue que pasó por las manos de mi hermana y las mías, pues ambas dejamos nuestras firmas infantiles en sus páginas.
¿Cuántos de ustedes aprendieron a leer con las aventuras de Luis y Ana?
El libro está escrito por José González Ginorio y según explica al final, “está basado en nuestro Método racional para enseñar a leer y escribir simultáneamente”. Añade González Ginorio sobre el niño en una nota a los maestros: “La lectura de este libro le recuerda su vida y se ve rodeado de sus padres, de sus hermanos, de sus amigos, de sus animales favoritos, de sus flores, de sus arboles, de sus juguetes, de todo lo que para él es bello, de todo lo que él ama…"
No tenían Luis y Ana televisor, ni juegos electrónicos, ni Barbies o muñecos robots ni naves de guerras espaciales o muñecas que parecen reales. Pero tenían al gato Mauro y al perro Leal, un hermanito bebé al que ayudaban a cuidar, jugaban al gato y al ratón, a la pelota, alimentaban a los pollitos, disfrutaban en el campo y en la playa, cooperaban en las tareas del hogar y descansaban juntos al final del día.

Quizás  pintaba una familia perfecta en un mundo ideal, distinto al que los pequeños lectores conocían.  No hay en ese mundo madres solteras, ni padres criando solos; mamá espera en casa a papá, quien trabaja afuera para mantener el hogar. Roles claramente definidos por su género:

“La familia de Luis trabaja.
Por la mañana su papá sale de su casa. Va a trabajar al pueblo.
El trabaja para su familia.
Es un buen padre.
La mamá trabaja también. Ella limpia la casa.
También cose la ropa de sus niñitos amados.
Ella prepara la comida para todos.
¡Buena madre!”

Así aprendimos a leer, convencidos que las nenas cocinaban y cosían y los nenes salían a la calle a trabajar.  Hoy, cien años después, se pide que se eviten los estereotipos, los roles de género.  Y me parece muy bien. Pero yo pediría mejor que se eviten los cuentos de violencia, venganza y maltrato infantil, el poco respeto por la vida animal y las escenas de miedo, cucos, espantapájaros o ropavejeros. 
Creo que está muy bien que los niños vean como algo normal que papá friegue los platos y mamá vaya a la oficina, o que comprenda que la familia puede ser solo papá o solo mamá. No les haría daño ver algo como:

Mi mamá me ama. Amo a mi mamá.
Vivo con mi mamá y mi hermana.
Mi papá me ama. Amo a mi papá.
Mi papá me busca todos los fines de semana.
Amo también a mi madrastra.
Mi madrastra me ama.

Lo que sí hace daño es que piensen que a un lobo se le puede llenar la barriga de piedras  y tirarlo al río o a una bruja quemarla en una estufa o que pueden ser abandonados por su madrastra, con el consentimiento del padre, en un bosque sin comida ni agua y ser engordados para convertirse en plato de una cena.