15 de diciembre de 2011

Derecho a soñar (o a delirar..)


Yo también exijo este derecho: ¡el de soñar! Y que nadie me diga que los sueños, sueños son...

Gracias, Eduardo Galeano, por decirlo como nadie:

En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito?
Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

El aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones.
En las calles, los automóviles serán aplastados por los perros; la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor; el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas.

La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar; se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega.
En ningún país irán presos los muchachos que se niegan a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.

Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas.
Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos.
Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas.
La solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo.
La muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero.
Nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene.

El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra.
La comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos; nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión.
Los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle; los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos.
La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla; la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla.

La justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda.
Una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú.
En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.
La Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo.
La Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: “Amarás a la naturaleza, de la que formas parte”; serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma.

Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar.
Seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuanto hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo.
La perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

Eduardo Galeano
Patas arriba. La escuela del mundo al revés.

1 de diciembre de 2011

Yo habito una tierra luz

Yo habito una tierra luz que alumbró sueños distantes
La puerta del nuevo mundo que se abrió a los navegantes.
Yo habito una tierra luz que alumbró sueños distantes.

Yo habito la tierra fértil de la yuca y del casabe.
La que pare primaveras,
la eternamente sembrable.
La que ha mezclado sangre india, española y africana
para fecundar al criollo de la América antillana.


Yo habito una tierra grande,
de verdadera grandeza,
la que no se cuenta en millas
porque es grande en la nobleza
de sus hijos citadinos, campesinos o estudiantes.
Es cuna de hombre sensibles, de pensadores gigantes:
de Lloréns, Gautier Benítez, don Pedro Albizu, Coll, Betances.
Y de mujeres completas, tesoros de este linaje.

Por eso tierra que habito te traigo en este cantar
un compromiso de hijo, un juramento cabal,
que sirva siempre mi canto para unir, no separar.
Con mi voz llamando a siembra y con mis brazos sembrar.
Quiero ver siempre tu frente tan alta como tus cumbres.
Grande el amor en tus hijos
y el respeto a tus costumbres.
Que cada ser que aquí vive sienta orgullo en afirmar:
Esta es la tierra que habito,
pertenezco a este lugar.
Yo soy tuyo, Puerto Rico
pa' lo que quieres mandar.
(Tony Croatto)