27 de diciembre de 2012

Un clóset de recuerdos

Con las presuntas profecías mayas, la proximidad de mi cuarto quinceañero y la llegada de un nuevo año, respiro renovación.  He recorrido un camino de transformaciones: de maestra de escuela a feliz jubilada, de madre de jóvenes adultos a consentidora abuela; cambios reflejados en mi físico, mi talla, mis necesidades, mis costumbres y rutina.  Esta realidad me hizo chocar con la impostergable tarea que, por dejadez, estaba evitando.  Sí, sin remedio, ¡tenía que limpiar mi closet!
Parada frente a las puertas abiertas me pregunté: ¿Cómo es posible que haya dejado acumular tanta cosa que no uso ni necesito?  Como maestra de teatro, sabía que toda pieza pasada de moda, podía servir en una obra, ya sea como vestuario o utilería.  Y que cualquier cosa, guardada por años, iba a ser necesitada el día después que lo botara. Pero estaba decidida a tomarme el riesgo.   Lo sorprendente es que con cada pieza sacada del clóset, salían también recuerdos perdidos, la nostalgia de momentos idos y aquella frase, cierta o no, que decía mi abuela: “todo tiempo pasado fue mejor”.
Allí estaba el traje que usé para la boda de mi hijo. Un traje sencillo, sobrio, tal como fue la recepción en la casa de la novia, en Argentina. Qué nervios ¡yo era la madre del novio! Era el menor y el primero que se casaba.   Como invitados especiales teníamos a los periodistas del diario Primera Hora que habían convertido a Juan Noel en un “Boricua en la luna”. Para entonces, él y Ale estudiaban en la Escuela de Teatro de San Miguel, donde se conocieron.  Quién me hubiera dicho que, seis años después, regresarían a casa bendiciéndome con dos nuevos nietos. Junto al traje, toda esa “ropa de invierno” que, por razones obvias, me sobra en la isla.  Los abrigos sí los conservé, por si algún día, mi Buenos Aires querido, “yo te vuelva a ver”.
        a ese traje lo siguen una camisa violeta y dos en blanco y negro. Las compré para el velorio y entierro de mi titi. A su lado, el vestido que usé para asistir a una obra de teatro, culminación de un taller, que me dedicaban esa misma semana. Recuerdo ese domingo; al despedirme de Titi, me di cuenta que no le había dicho sobre el homenaje, pero me fui pensando: “se lo cuento el próximo domingo”.  No hubo otro.  Se me fue el viernes, calladita, tranquila. Ni siquiera sé si escuchó, desde el lecho, nuestro adiós.
Un sentimiento muy distinto me evoca una camisa de líneas rosas y blancas. Con ella me retraté, frente a “aguas grandes”,  en uno de los paisajes más hermosos de este planeta.  Mis vivencias no se van al cesto con ella.  Sí se van un montón de pantalones y blusas, los cuales tuve la esperanza de un día volverme a poner y ahora tengo  la certeza de que nunca lo haré. 
Añado otro conjunto; lo usé para el rencuentro de mi clase graduada.  No sospechaban nuestros diecisiete años,  al despedirnos en los “70”, que cada uno tomaría rumbos no imaginados y que la mayoría de nosotros, juntos desde los años primarios, no volveríamos a vernos hasta cuarenta años después.
Y así seguía sacando piezas del fondo, muy al fondo:  la ropa escogida para conocer a un amigo virtual a quien quería dar una buena impresión, la sudadera heredada de mi madre con el logo de nuestro equipo de béisbol y que había que usar para ganar, la camiseta comprada como souvenir de ese rinconcito que visitamos y tanto nos emocionó, el ajuar usado para lucir especial en una noche especial con esa persona más especial aún,  y aquella otra pieza que jamás volví a tocar pues era la imagen de la decepción y la rabia. 
Todo el pasado encerrado en un clóset, reflejado en los artículos guardados y olvidados. Lleno, como también  se nos llena el alma de tiempos pasados sin dejar lugar para los que vendrán. 
Es Navidad. Época de renovación.  En lo espiritual y en lo físico.  Es el momento para deshacernos de todo lo que nos moleste, nos atrase, nos amarre.  ¡Fuera rencores, frustraciones, desengaños, fracasos! Aún hay tiempo para soñar, planear, ilusionarse, fijarse metas. Sí, ¡es Navidad! Final y comienzo.  Otra oportunidad para empezar a acumular nuevos  y mejores tiempos.  Les hago espacio. ¡Viene el mañana! Salgo a recibirlo.

16 de diciembre de 2012

Navidad es amor


Como una participación especial en la Navidad, un grupo de blogueras participamos en un intercambio de escritos. Las parejas de blogs fueron escogidas al azar y así “La Opinión de Milly” y “Escribiendo en voz alta” formó uno de ellas.  Aquí el escrito de la amiga Milly, reflexionando sobre el significado de la Navidad, mientras en su blog, aparece, como invitada, mi entrada. 


La navidad es mi época preferida del año. Celebrar el nacimiento de Jesús con  adornos, regalos, cenas navideñas y fiestas, me ha apasionado desde niña.  El día de acción de gracias comienzo a sacar los adornos para decorar mi hogar y encender el tan esperado arbolito.  En navidad viajamos, en navidad cumplo aniversario de bodas con mí amado, en navidad me disfruto las parrandas y el suculento menú navideño Boricua. ..
Esta navidad ha cambiado mi vida. Hace dos semanas perdí un ser querido y la distancia no me permitió asistir a su velatorio. El día del entierro, mi esposo se enfermó y desde hace una semana paso mis días en un hospital. La muerte rondó por mi hogar y si no llegábamos a tiempo al hospital para cuidado inmediato nuestra historia sería otra. He continuado mis días con mucha fortaleza y con un sabor navideño un tanto agridulce. Los acontecimientos de las pasadas semanas han cambiado mi vida. Muchas veces tenemos que vivir momentos difíciles para despertar del viaje de compromisos que nos vamos sin pensar ni meditar en lo que acontece a nuestro alrededor. El tren de vida que vivimos nos ha llevado a alejarnos de la familia, olvidar la tradición de cenar en familia, orar, meditar o rezar antes de dormir… En estas últimas semanas he hablado con familiares con los cuales no me comunicaba hace años.  He dejado el escritorio desorganizado a la hora de salir al encuentro con mis familiares, dándole más importancia a quien la tiene y la merece. He orado con mi hija en las noches y le he inventado cuentos de princesas…En fin, he puesto todo mi amor en quienes lo merecen, por si no hay mañana.
Es navidad, momento de reflexionar, de compartir en familia, de besos, abrazos… Puerto Rico está atravesando una de sus peores crisis de valores. Mi invitación es a celebrar en familia, a regalar amor, a BAJAR LAS ARMAS… Que cese el fuego en nuestra Isla. Si los grandes países llegan a acuerdos de paz, los puertorriqueños podemos lograrlo. Basta ya del miedo a la criminalidad, basta ya de vivir encerrados a causa de la maldad de los hombres. ¡Navidad es Amor!

(La autora mantiene un blog de opinión de productos, acontecimientos y lugares de interés. Acceda a su blog mediante el siguiente enlace: La Opinión de Milly )

21 de noviembre de 2012

¡Son niños!


Son niños.
Solo niños.
Aquí o allá, al norte o al sur, 
al este u occidente, 
¡son niños!
Uno duerme arropadito en su cama
y otro busca un rinconcito en la calle .
Y son iguales.
Son niños.
Solo sus ojos los diferencian:
unos brillan de asombro  al despertar una mañana de reyes
y otros lloran aterrorizados entre disparos y bombas.
Pero son niños… solo niños.
Uno, quizás en oriente, construye los juguetes
con que juega el de occidente.
Uno recibe su botella tan pronto llora y el otro,
busca entre desperdicios y basura, un bocado que llevarse a la boca.
Uno descansa seguro entre brazos maternales
y para el otro ya no son refugio, la escuela, su casa, el templo ni la calle.
Uno no sabe de dolor ni de rencores
mientras el otro agarra una piedra para poder defenderse.
Uno es abrazado por su madre cada mañana
mientras al otro, en una absurda guerra, toda su familia es asesinada.
Uno es protegido de golpes y caídas
mientras el otro es usado por las tropas como escudo viviente.
Por Dios, ¡son niños!
Son todos iguales.
¿Por qué entonces no hay risas en todas las bocas?
¿Por qué algunos conocen solo terror y lágrimas?
No hay tierra ni religión, poder ni riqueza que valga sangre inocente.
No hay causa, creencia, motivo, razón que pueda justificar tanta barbarie.
Y no creas que  esto no te incumbe o está lejos de tu ambiente.
Pon la cara de tu niño en la de cualquiera de esos otros.
¡Date cuenta!
El hambre de un niño es también el del tuyo.
El miedo de  un niño se ve en los ojos del tuyo.
Los niños de la calle son los niños de tu casa.
Los niños de Gaza son los niños del planeta.
¡Son todos iguales! ¡Son niños!
Y asesinar a un niño es matar la esperanza.

Siluz

14 de noviembre de 2012

Solo el mar es para siempre

"..antes que el tiempo se acuñara en días,
el mar, el siempre mar, ya estaba y era"
(J.L. Borges)
Tanto movimiento alrededor me asusta. Hoy es el día, sin duda. Han hablado de esto por meses. Antes eran meros cuchicheos, rumores, luego se supo con certeza. “El terreno tiene más valor que los apartamentos”.  “Es una excelente localización para un hotel”. “Los turistas siempre buscan el mar”.  Así llegaron ellos, con cascos como guerreros: marcaron viejos planos, hicieron marcas en mis paredes,  dieron instrucciones, desalojaron a los vecinos y forraron mi base de explosivos.

Ya no queda nadie. Los del apartamento 2 fueron los primeros en irse. Supongo que no quisieron verme caer, sobre todo por los niños. Sería un espectáculo muy fuerte para ellos. Era tan lindo sentirlos regresar del mar, salpicando de sus bocas risas y sal. Revivía, con ellos, aquellos años en los que  yo era una sola y en mi terraza tropezaban juguetes e ilusiones.
Después se fue la pareja de ancianos que vivían en el número 4.  Si no entendí mal, los mudaban a un “hogar de abuelos”, quizás tratando de evitar su verdadero nombre. Salieron despacio, no con la ilusión de una nueva morada, sino con la resignación de quien va a la última. Creo que fueron los inquilinos que más tiempo duraron aquí; claro, después de mi gran familia. Esa sí que no podré olvidarla. Ya va tanto tiempo de eso.  Entonces me pensaba  una casona antigua y respetable, sin saber que otros me consideraban un caserón destartalado. Esos años, en que los dueños reunían a hijos y nietos en sus vacaciones, fue mi época de gloria, la que más disfruté y donde me sentí más útil y amada. Pero a la hora de venderme y convertirme en  casitas de juguete, no respetaron el recuerdo de los viejos  ni la angustia de Marcela.   Ella siempre estuvo, envejeció conmigo, y se había quedado tan sola. La última vez que la vi estaba tan ida, tan distinta, tan lejana. Aun así, estoy segura que era ella.  Quiso utilizar su llave, como antes, pero ya no funcionó.  Marcela sabía que aquí estaba yo. Y yo sabía que era ella. Nadie lo entendió.
¿A dónde habrán ido los del 3? Era una pareja joven, dos mujeres. Fue tanta la angustia al tener que abandonarme, que ni se despidieron de mí. Todas las noches daban la vuelta por el mar, y al cruzar la puerta de entrada al vestíbulo, me saludaban. “Qué bueno estar en casa”, decían. “No sabes cuánta paz nos dan tus paredes”. Eran las únicas que parecían percatarse de mi existencia. Ojalá puedan encontrar otro refugio como el que encontraron en mí.
¿Qué será del inquilino del 1?   Un hombre solo, ya mayor. Nunca lo visitó nadie, ni lo vi salir más allá de la playa. Se sentaba a escribir, horas y horas, caminaba un rato, y volvía a escribir. Antes de irse, guardó sus papeles en una cajita que escondió entre mis muros.  Se marchó solo, sin maletas, sin nada. Temo que, al igual que sus memorias, muera conmigo.

El constante movimiento ha cesado. Ahora hay un silencio cómplice que me grita adiós.  Es el principio del fin. Empieza el conteo regresivo.  10, 9, 8…
Segundos después, ruinas, cenizas, polvo, humo. Y una increíble vista abierta al mar,  mi mar.

Siluz
(basado en el cuento de Pilar Galindo,  Historia de una casa)

25 de octubre de 2012

Nochebuena - Luis Lloréns Torres


¡Las doce!... De lejos, venían las coplas,
en suaves rasgueos de tristes guitarras.
Los árboles viejos gemían en sus copas.
Los árboles nuevos, reían en sus ramas.
La turba del pueblo, sonámbula y loca
cantando ovillejos, pasaba, pasaba…
Y apenas si el viento traía sus notas,
como últimos ecos de una cabalgata.
Los árboles viejos gemían en sus copas.
Los árboles nuevos reían en sus ramas.

¡Las doce!...Y adentro, la gata de Angora
veía que al fuego un pavo brillaba…
Reía el abuelo. Reían las mozas.
Y al último nieto la abuela arrullaba.
Reían… De lejos, venían las coplas
en suaves rasgueos de tristes guitarras.
La noche era un sueño de luna y aromas
y cisnes serenos en nítidas aguas.
Los árboles viejos gemían en sus copas.
Los árboles nuevos reían en sus ramas.



¡Las doce!... Y a un vuelo como de palomas
que todas a un tiempo blanqueasen la rama,

la abuela entre nietos se vio, en una ronda

de rostros risueños que así gorjeaban:


—Abuelita, queremos, —decía la tropa—

queremos un cuento de alguna encantada.

—Que no hable de muertos. —Que dure una hora.

—El del niño bueno. —Aquel del fantasma.

—Abuelita, un cuento... —decía la tropa—.

—Un cuento queremos, abuela del alma.
—¡Silencio, silencio! Narraré una historia...
—les dijo. —Y cogiendo a la nieta en la falda,
la arropó de besos. Y así comenzóla:

—Era yo, en un tiempo, la niña mimada,
muy niña, recuerdo que así, cual tú ahora...
Y el resto del cuento fue un collar de lágrimas.
Los árboles viejos gemían en sus copas.
Los árboles nuevos reían en sus ramas.

17 de octubre de 2012

Instantes eternos


Cada fotografía es un instante rescatado al olvido. Cada palabra escrita un pensamiento atrapado en el tiempo. Unamos ambos, y hacemos eternidad.
Las fotos son mías, a excepción de la cuarta en la que aparezco, que la tomó mi hija. Las primeras cuatro son del Mar Caribe, al sur de la isla (Patillas), las siguientes del Atlántico al norte (Piñones y Arecibo), la Cordillera Central, la Laguna Tortuguero (Vega Baja), el Centro Ceremonial Caguana (Utuado), el Viejo San Juan, ríos de San Sebastián y Sabana Grande y la costa de Guánica. La última es la Ceiba de la Libertad, sembrada en el 1897 al final de la calle Esperanza en San Germán.
Las frases, prestadas.  Siempre alguien que dice lo que pensamos, con las palabras que nosotros no encontramos, en alguna canción,  en algún escrito. Después de todo, no somos tan distintos los seres humanos.



















2 de octubre de 2012

Mientras tanto...


"Antes del tiempo que pasé en el seno de mí madre,
¿No habré estado en otra parte y sido otra persona?”
(Confesiones de san Agustín)


El miedo, como la energía, no se pierde, solo se transforma.
Cuando niña, lloraba, pensando que un terremoto no nos iba a dejar recibir el nuevo día. Nunca sentí uno, quizás vi noticias de desastres en otros países. O escenas tan impresionantes que me afectaron.  Lo cierto es que temía que la casa  temblara y techo y paredes cayeran sobre nosotros. La idea de despertar bajo escombros o atrapada entre muros y columnas no me dejaba dormir.
Lo mismo me ocurría con algunos animales. En ocasiones, ni osaba salir al patio pues creía que una pantera merodeaba entre los árboles.  Sentía su hermosura diabólica hipnotizante, el sonido de patas sigilosas entre las ramas, los ojos fijos en cada uno de mis movimientos.
Otras veces, me asaltaba el terror en la playa. A pesar de mi admiración por el mar,  no podía olvidar que un poco más allá acechaban tiburones.  No  tuve ilusión por viajar en avión, mucho menos en barco.  Siempre me persiguió la imagen de una madre protegiendo a su niña, abrazadas en el mar abierto, a la espera de la ayuda que nunca llegó.  Escena que alguien me contó, supongo, y que ya no pude borrar de mi mente.
Ahora, ya adulta, me angustia esta expectativa.  Sé que llegará el día fatal, se manifestará de alguna manera: el día del diagnóstico, del accidente, del infortunio, de la desgracia. El principio del fin, el fin sin principio.
Mientras tanto... soy… tratando de olvidar sucesos que no he vivido, memorias que no son mías, temores abandonados entre espacios perdidos en los tiempos.

Suena el teléfono. Mira el reloj… las cuatro de la mañana.  ¿A quién se le puede ocurrir llamar a esta hora?  Despertar y volverse un manojo de nervios fue la misma cosa. Supo que  había llegado el día.
Al contestar, cayeron sobre ella todas las tragedias guardadas por siglos de lágrimas sin consuelo. Gritó, sin saber por qué, esperando lo peor. Pero nadie habló.
Sintió el dolor insoportable en el pecho, las heridas de las garras, el sabor de la sangre, la impotencia ante lo inevitable, la presión de sentirse atrapada, sin salida, en medio de la inmensidad del mar. 
Y miedo, mucho miedo…pues se hundía en un viaje sin regreso del cual ya no podría partir.

Siluz

18 de septiembre de 2012

Bellezas naturales de Vega Baja

Vega Baja es rica en recursos naturales y posee seis de los principales ecosistemas de la isla de Puerto Rico: mangles, arrecifes, bosques, cuevas, humedales y estuarios. El 40.2% del territorio vegabajeño ha sido declarado reserva natural. Y es aquí donde vivo, mi "patria chica", mi rinconcito en este planeta que nos sirve de hogar.
Cuando oía decir a mis compadres que la Laguna Tortuguero era el patio de su casa no pensé que,  literalmente, era así.  Había visitado muchas veces la laguna, pero en auto, usando las entradas a lo largo de la carretera. Pero ir a pie, desde su casa y encontrar al final del camino, esta maravilla, fue una experiencia inolvidable.
Cuántas veces viajamos a otros puntos de la isla para conocer nuestros lagos: el Lago dos Bocas, el Caonillas, el de Guajataca, el de Patillas, y nos olvidamos de esta hermosa laguna, entre Vega Baja y Manatí. Debemos recalcar que la mayoría de nuestros lagos son embalses o represas, construidos artificialmente para almacenar agua para consumo doméstico, industrial u otras necesidades. Nuestra laguna, en cambio, es una reserva natural,  hermosa  y de un enorme valor ecológico.






El libro Vega Baja, su historia y su cultura, nos dice: "La laguna Tortuguero se considera una de las principales fuentes de agua dulce en Puerto Rico y la región del Caribe. Su formación geológica se debe al descargue de las aguas subterráneas del acuífero conocido como Aymamón, a través de las capas rocosas compuestas por estratos de calizas".  
La laguna es la única laguna natural de Puerto Rico. Sus fuentes principales de agua son el agua subterránea de los acuíferos y el agua que corre por descargas fluviales durante las lluvias.  Hay cientos de manantiales distribuidos por el fondo de la laguna y un canal que la conecta con el mar
Los ríos Cibuco e Indio surcan las tierras de Vega Baja. El primero nace en las montañas de Corozal y el segundo en las de Morovis. Dentro de la zona del karso, por donde discurre el Río Indio, encontramos flora y fauna endémica, especies en peligro de extinción, manantiales, quebradas tributarias como la Quebrada la Hicotea, bosques secundarios, árboles centenarios endémicos, cuatro cuevas diferentes, yacimientos arqueológicos y petroglifos indígenas, entre ellos, el Yacimiento Paso del Indio, uno de los más importantes de todo Puerto Rico. En algunas partes, el río se sumerge en áreas de topografía cárstica caracterizada por sumideros y cavernas aflorando en los humedales costeros de Vega Baja. El Río Indio es el mayor afluente del Río Cibuco.
El río Cibuco tiene una longitud aproximada de 22 milas (35.13 kilómetros) desde que nace hasta que desemboca en nuestra Mar Bella. Así se le conoce a la playa de Vega Baja o de Puerto Nuevo, una de las más hermosas de la isla, famosa por la enorme roca que sirve como rompeolas natural y que la hace tan especial.  Tiene además, una poza, segura para los niños. La vista, desde lo alto de la roca, del mar abierto, es impresionante.



8 de agosto de 2012

¿Por qué nos decidimos por “home schooling”?


Cuido a mi nieto Nahuel desde que nació.  Su mamá es maestra y aunque ha tenido etapas de desempleo (odiosa Ley 7), ha estado conmigo siempre que tiene trabajo. El año pasado, a pesar de que no lo hicimos con planificación, Nahuel aprendió a leer y escribir. No fue intencional, sino solo una respuesta a sus propias preguntas e intereses. “Tengo la cabeza llena de preguntas”, nos decía. Llamaron su atención los distintos sonidos y pronto captó la idea de cómo se escribían.  Nos pedía que le compráramos letras, las quería de todos colores y formas. 
Empezó a organizarlas en palabras y nació en él la curiosidad de por qué unas palabras se escribían con s o con z, con c o con k o con b “de barriguita” o v.  Quería expresarse en papel, y la mejor forma que encontraba era dibujando. 
Siente una atracción especial por los planetas, la luna y las estrellas.  Igual lo atraen las banderas de los diferentes países, los mapas, las ciudades.  Pues leemos mapas y dibujamos figuras geométricas, armamos el sistema solar y construimos banderas. Nos divertimos aprendiendo.

Nahuel tiene 5 años cumplidos. Llegó el momento de apuntarlo en kínder. ¿Llevarlo al kínder era darle una herramienta para su desarrollo o frenar sus ansias de aprender? Visitamos varias escuelas y entre todas, pensamos que había una que cumplía con nuestras expectativas. Pero surgió un problema, Nahuel es varón y tiene el pelo largo. Y no lo aceptaron. Una escuela moderna con ideas arcaicas. ¿O será que el pelo no afecta el intelecto de las niñas pero embrutece a los varones?
Nahuel es feliz en casa, ¿por qué no convertirla en su escuela? ¿No es eso lo que hemos estado haciendo hasta ahora? ¿No aprendían antes los niños todo lo que sabían de sus padres?  ¿No es lo ideal que el niño tenga una atención individualizada, donde podamos guiarlo en su desarrollo, con la suficiente libertad para disfrutar del proceso de aprender?  Educar en casa es un proyecto familiar: llevar al niño a seguir aprendiendo a su propio ritmo, sin temor al fracaso, sin ansiedad, sin fragmentar su conocimiento, con un horario flexible y con el derecho a hacer cambios en la marcha.  Es nuestra meta este año, lograr una verdadera educación, sin límites ni barreras, sin paredes ni tiempo, integrada y comprometida.  Así nos ayude Dios...

22 de julio de 2012

“Si alguien quiere saber cuál es mi patria…”


En estos días, a través de facebook, recibí de una querida amiga esta imagen con la cita de Séneca: "Nadie ama a su patria porque es grande, sino porque es suya".  Y sé que es cierto, no la amamos por su extensión territorial, ni por sus logros, ni por sus atributos naturales, ni por su clima, sino por ser nuestra.  Entonces, quiere decir que no hay elección, ¿amamos la patria porque fue la que nos tocó?   ¿Cuál es en realidad nuestra patria?
Son muchas las definiciones que se han dado de la palabra “patria”.  Quizás es, junto a Dios  y amor, una de las voces  más difíciles de explicar, pues es mucho más que un concepto. Implica pasado y futuro, raíces y destino, cultura y tradiciones, sentimientos, creencias e ideología.  Decir que se refiere al “sitio donde se nace” es muy limitante, pues la patria, más que separarnos por fronteras, debe unirnos como humanidad.
Nadie mejor que un poeta para tratar de expresar el verdadero sentido de la patria.  El español Ventura Ruiz Aguilera decía:La Patria se siente, no tiene palabras, que claro la expliquen las lenguas humanas”
Tal vez sea Julia Prilutzky Farny, ucraniana nacionalizada argentina, quien define, de la forma más sencilla y certera, el significado de patria. 

Se nace en cualquier parte.
Es el misterio - es el primer misterio inapelable-,
pero se ama una tierra como propia
y se quiere volver a sus entrañas.
Allí donde partir es imposible,
donde permanecer es necesario,
donde el barro es más fuerte
que el deseo de seguir caminando,
donde las manos caen bruscamente
y estar arrodillado es el descanso,
donde se mira al cielo con soberbia
desesperada y áspera,
donde nunca se está del todo solo,
donde cualquier umbral es la morada.
Donde se quiere arar. Y dar un hijo.
Y se quiere morir, está la Patria.

Algunos, como recurso, prefirieron analizar lo que no es la patria para llegar a lo que sí es.  El argentino Leopoldo Marechal, en su poema  Descubrimiento de la patria afirmaba que:

La Patria no ha de ser para nosotros
una madre de pechos reventones;
ni tampoco una hermana paralela en el tiempo
de la flor y la fruta;
ni siquiera una novia que nos pide la sangre
de un clavel o una herida…
 La Patria no ha de ser para nosotros
nada más que una hija y un miedo inevitable,
es un dolor que se lleva en el costado
sin palabra ni grito.

El mejor ejemplo de esto es el poema ¿Qué es la patria?… preguntaste del paraguayo Chester Swann.
¿Qué es la patria? preguntaste
con candorosa inocencia
-Hijo mío, no es la patria
himno, escudo ni bandera
Tampoco patria es un mapa
O un pedazo del planeta

La patria es algo sin nombre
que se lleva dondequiera.
Patria no son uniformes
de una horda de soldados.
Tampoco son las fronteras
con que nos tienen rodeados.
No es la patria, hijo mío
ésa gigantesca hacienda
de adiposos estancieros
engordados con prebendas.
Tampoco es patria, esa historia
que nos mienten en la escuela.
Ni esos decretos firmados
por brutos analfabestias

¿Y qué es la patria entonces?
has insistido, hijo amado.
Espera que te lo aclare
en un romance cuadrado.
Patria no es esa estancia
gerenciada por tiranos.
Tampoco es un pasaporte
que se vende por centavos.
Tampoco es esa bandera
que nos guía a la batalla
para matar a tu hermano
por orden de los canallas.

La patria es justicia, es paz.
Es el lugar donde habito
es una tierra sin mal
aunque gobierne un maldito
Es el límite impreciso
entre tú y los demás.
Y sobre todas las cosas,
conciencia de libertad.

La patria no tiene dueño
Ni es propiedad privada
Es de todos y es de nadie
Como el aire y como el agua.
No es carroña de gerentes
ni cuartel de pistoleros
donde cobardes con armas
someten a los más buenos.
No es la presa de rapiña
de políticos protervos
Ni es el cofre sin fondo
de los bancos extranjeros.

La patria es algo inherente
que llevamos allí dentro
y respira con nosotros
aquí o en el mundo entero.
Patria es rosa sin espinas
y jardín frágil y bello
Es cristal del agua clara
Y tierna como hembra en celo
Es suspiro de azahares
por las estrellas del cielo
Es órbita interminable
que viaja en el firmamento.

La patria, hijo mío, es todo
el mundo que nos alberga
Compatriotas nuestros son
Los hermanos de la Tierra.

La patria es el ancho orbe
La redondez del planeta
Con todos los animales
Y plantas que nos alientan.

La patria es madre amorosa
Es carne, piel y madera
Es rescoldo sempiterno
de pretéritas hogueras.
Es verde de los paisajes
Es azul claro del cielo
Es agua clara del río
Y poncho de los arrieros.
Tal vez por ahora estemos
tan cortos de entendimiento
y busquemos separarnos
cercando nuestros linderos.
Pero vendrán otros tiempos
De honda solidaridad
En que nuestra patria sea
La Tierra… y la humanidad.

Igual pensaba el poeta cubano José Martí cuando decía “Patria es humanidad”, cita que usó como epígrafe Mario Benedetti en su poema:

La manzana es un manzano
y el manzano es un vitral,
el vitral es un ensueño
y el ensueño un ojalá,
ojalá siembra futuro
y el futuro es un imán,
el imán es una patria,
patria es humanidad

El dolor es un ensayo
de la muerte que vendrá
y la muerte es el motivo
de nacer y continuar,
y nacer es un atajo
que conduce hasta el azar,
los azares son mi patria,
patria es humanidad

Mi memoria son tus ojos
y tus ojos son mi paz,
mi paz es la de los otros
y no sé si la querrán,
esos otros y nosotros
y los otros muchos más,
todos somos una patria,
patria es humanidad.

Una mesa es una casa
y la casa un ventanal,
las ventanas tienen nubes
pero sólo en el cristal
el cristal empaña el cielo
cuando el cielo es de verdad,
la verdad es una patria,
patria es humanidad

Yo con mis manos de hueso,
vos con tu vientre de pan,
yo con mi germen de gloria,
vos con tu tierra feraz,
vos con tus pechos boreales,
yo con mi caricia austral,
inventamos una patria,
 patria es humanidad.

Jorge Luis Borges decía: “Nadie es la patria, ni siquiera los símbolos... ni siquiera el tiempo… Nadie es la patria, pero todos lo somos” y Benedetti reafirmaba que “Quizá mi única noción de patria sea esta urgencia de decir Nosotros; quizá mi única noción de patria sea este regreso al  propio desconcierto”.
Y será este desconcierto, el que nos haga preguntarnos unos a otros cuál es mi patria. Para José Martí: “Nuestra patria es una, empieza en el Río Grande, y va a parar en los montes fangosos de la Patagonia”. Si pensamos que la República del Río Grande existió en Norteamérica entre las fronteras de la República de Texas y la República Mexicana y que la Patagonia es la punta más remota de la América del Sur, podemos deducir que a pesar de que nos separen las banderas, nos une la historia y la cultura.
Entonces, ¿reconoceremos nuestra patria? Según el dominicano Pedro Mir:

Si alguien quiere saber cuál es mi patria
no la busque,
no pregunte por ella.

Siga el rastro goteante por el mapa
y su efigie de patas imperfectas.
No pregunte si viene del rocío
o si tiene espirales en las piedras
o si tiene sabor ultramarino
o si el clima le huele en primavera.
No la busque ni alargue las pupilas.
No pregunte por ella.

(¡Tanto arrojo en la lucha irremediable
y aún no hay quien lo sepa!
¡Tanto acero y fulgor de resistir
y aún no hay quien lo vea!)

No, no la busque.
Si alguien quiere saber cuál es mi patria,
no pregunte por ella.
No quiera saber si hay bosques, trinos,
penínsulas muchísimas y ajenas,
o si hay cuatro cadenas de montañas,
todas derechas,
o si hay varios destinos de bahías
y todas extranjeras.

Siga el rastro goteando por la brisa
y allí donde la sombra se presenta,
donde el tiempo castiga y desmorona,
ya no la busque,
no pregunte por ella.
Su propia sangre, su órbita querida,
su instantáneo chispazo de presencia,
su funeral de risa y de sonrisa,
su potrero de espaldas indirectas,
su puño de silencio en cada boca,
su borbotón de ira en cada mueca,
sus manos enguatadas en la fábrica y
sus pies descalzos en la carretera,
las largas cicatrices que le bajan
como antiguos riachuelos, su siniestra
figura de mujer
obligada a parir
con cada coz que busca su cadera
para echar una fila de habitantes
listos para la rueda,
todo dirá de pronto dónde existe
una patria moderna.
Dónde habrá que buscar y qué pregunta
se solicita. Porque apenas
surge la realidad y se apresura
una pregunta, ya está la respuesta.

No, no la busque.
Tendría que pelear por ella…