22 de septiembre de 2013

Fusiles y Muñecas

 Veo en mis nietos toda la niñez de esta tierra.
A ellos, a mis hijos, a mis sobrinos, mis sobrinos-nietos,
mis ahijados, los hijos de mis ahijados, 
mis alumnos, los hijos y nietos de mis alumnos,
mis amigos, los hijos y nietos de mis amigos.
Para todos los niños, los que son, los que fueron,
los que le robaron su infancia, los que la disfrutan,
los que un día crecerán, quieran o no,
los que conservan a ese niño en su interior y hacen que se sienta orgulloso del adulto que son,
los que lo perdieron, los que lo averguenzan, los que lo olvidaron,
para todos nosotros, niños del ayer, los de hoy, los de mañana.

Fusiles y Muñecas
Juan de Dios Peza

Juan y Margot, dos ángeles hermanos,
que embellecen mi hogar con sus cariños,
se entretienen con juegos tan humanos
que parecen personas desde niños.


Mientras Juan, de tres años, es soldado
y monta en una caña endeble y hueca,
besa Margot con labios de granado
los labios de cartón de su muñeca.

Lucen los dos sus inocentes galas,
y alegres sueñan en tan dulces lazos;
él, que cruza sereno entre las balas;
ella, que arrulla un niño entre sus brazos.

Puesto al hombro el fusil de hoja de lata,
el kepis de papel sobre la frente,
alienta el niño en su inocencia grata
el orgullo viril de ser valiente.

Quizá piensa, en sus juegos infantiles,
que en este mundo que su afán recrea,
son como el suyo todos los fusiles
con que la torpe humanidad pelea.

Que pesan poco, que sin odios lucen,
que es igual el más débil el más fuerte,
y que, si se disparan, no producen
humo, fragor, consternación y muerte.


¡Oh, misteriosa condición humana!
Siempre lo opuesto buscas en la tierra;
ya delira Margot por ser anciana,
y Juan, que vive en paz, ama la guerra.

Mirándoles jugar me aflijo y callo:
¿Cuál será sobre el mundo su fortuna?
Sueña el niño con armas y caballo,
la niña

con velar junto a la cuna.

El uno corre de entusiasmo ciego,
la niña arrulla a su muñeca inerme,
y mientas grita el uno: ¡Fuego, fuego!,
la otra murmura triste: "Duerme, duerme".

A mi lado ante juegos tan extraños
Concha, la primogénita, me mira:
¡Es toda una persona de seis años
que charla, que comenta y que suspira!

¿Por qué inclina su lánguida cabeza
mientras deshoja inquieta algunas flores?
¿Será la que ha heredado mi tristeza?
¿Será la que comprende mis dolores?

Cuando me rindo del dolor al peso,
cuando la negra duda me avasalla,
se me cuelga del cuello, me da un beso,
se le saltan las lágrimas y calla.

Sueltas sus trenzas claras y sedosas,
y oprimiendo mi mano entre sus manos,
parece que medita en muchas cosas
al mirar cómo juegan sus hermanos.

Margot, que canta en madre transformada,
y arrulla a un hijo que jamás se queja,
ni tiene que llorar desengañada,
ni el hijo crece,

ni se vuelve vieja.

Y este guerrero audaz de tres abriles
que ya se finge

apuesto caballero,
no logra en sus campañas infantiles
manchar con sangre y lágrimas su acero.

¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!
Amo tus goces,

busco tus cariños;
Cómo han de ser los sueños de los hombres,
Más dulces que los sueños de los niños!

¡Oh, mis hijos!
No quiera la fortuna
Turbar jamás vuestra inocente calma,
No dejéis esa espada ni esa cuna:
¡Cuando son de verdad, matan el alma!


Juan de Dios Peza 
(1852-1910)
Poeta, periodista y político mexicano. La publicación que se identifica más con su ideología y estilo es "Cantos del hogar", un poemario de naturaleza intimista que se considera emblemática de la poesía de su generación. Su poema más famoso a nivel internacional es "Reir llorando", también conocido como el poema de Garrik.