27 de septiembre de 2011

TALLERINES: Diez años de un taller literario virtual

     Vagaba perdida entre talleres con demasiados integrantes, impersonales.  Recién me retiraba de mi carrera como maestra de teatro y buscaba otros horizontes. En julio de 2005, recibí, no un comentario a un cuento que había enviado, sino un mensaje desde Israel de un argentino, Enrique Epelbon.  Me invitaba a unirme a un taller literario cerrado, un grupo más íntimo.  Jamás imaginé que sería parte de mi vida desde entonces. Tallerines, con sus consignas mensuales,  me dio la disciplina que le faltaba a mi inspiración.       

     Un día, Enrique me pidió que me uniera al grupo de coordinadores. Este triángulo, con una punta en Israel, la segunda en Argentina y una tercera en Puerto Rico, ha logrado, a pesar de la distancia física, mantener la comunicación, la unidad, el entusiasmo para que este grupo cumpla diez años como taller virtual.  En este momento, Tallerines cuenta con trece integrantes de distintos países: México, Cuba, Puerto Rico, Venezuela, Uruguay, Argentina e Israel.

     La vida nos llevó a muchos de nosotros a conocernos en persona.  Publicamos una antología poco después, Cuént@me.com y este año la segunda: En_red_dando historias.  Pero lo más importante, encontré grandes amigos de distintas partes del mundo que compartimos la misma lengua, amor por la literatura, ansias de crear y sed de aprender.

     Dedicamos esta antología al compañero Héctor Chilibroste, argentino-uruguayo  a quien la vida se llevó sin darnos la oportunidad de despedirnos.  Es una forma sencilla de dejarle saber, a él y a su familia, que es y seguirá siendo parte de Tallerines. 

PRÓLOGO
          Es una tierra sin banderas, sin fronteras, donde los sonidos integran un bien común y las letras pertenecen a todos. Constituye la atmósfera una convergencia mágica de palabras, ideas, creencias, tradiciones y costumbres.  Un reino en el que se respira respeto y paz, sin diferencias entre lo real y lo fantástico.  Leopardos y pumas habitan en armonía con venados y gacelas, y sus  rugidos acompañan el trino de gran variedad de aves. Una abubilla, cuyas alas anchas al volar le dan el aspecto de una mariposa gigantesca, es la responsable de unir a tan diversos seres.  En la rama de un araguaney, se posa un turpial, sobre el flamboyán una tímida reinita mientras vigila sobre los ahuehuetes un águila real.  Varios horneros construyen nidos en los ceibos que bordean ambos lados del río de plata. Sobre las palmeras, vuela libre un tocororo, orgulloso de su plumaje tricolor, cual bandera. En el centro del bosque sobresale un jardín, donde crecen, silvestres, flores de todas las especies.  A su alrededor, revolotean, cantando, cientos de mariposas, todas similares pero cada una diferente en color y estilo.
          —Enriquito, ve a hacer tus tareas y deja de soñar despierto.
          Así el cuento del niño quedó inconcluso. 
          Comienza un nuevo siglo. La maravilla de Internet le permitió al ya maduro escritor, unir su canto al de otras mariposas. El tiempo y las circunstancias quemaron algunas alas, pero esas cenizas serían la base para un canto nuevo.  Enrique buscó en bosques vecinos y en ellos encontró plumas ansiosas, que se integraron con facilidad al coro.  Y nació Tallerines.
          Tallerines, taller literario virtual.  En sus comienzos se conoció como” El Canto de las Mariposas”. Hoy, el grupo mantiene unos quince integrantes y solo se aceptan nuevas solicitudes cuando surgen vacantes. Con un acertado olfato para detectar buenos escritores y mejores seres humanos, su fundador, Enrique Epelbon, busca en la red.  Nos encuentra en certámenes que no ganamos, perdidos  en talleres abiertos o errantes en amplios foros. No imaginábamos el lugar trascendental que Tallerines ocuparía en nuestras vidas. Ahora sabemos cuán afortunados somos.
          Tallerines. Disparador de ideas.  Enciende la mecha que hace explotar nuestra imaginación. Se asignan consignas mensuales, temas dados que desafían nuestra creatividad. Aguijoneados por las propuestas, llegan los personajes, los conflictos, las ideas que serán convertidas en cuentos. Las respetuosas críticas y sugerencias de los compañeros nos ayudan a corregirlos, instándonos a desarrollarlos para permitirles crecer.
          Tallerines.  Red de Babel.  Amalgama de letras, palabras y cuentos.  Como en la torre, aunque a la inversa, un mismo idioma une a un grupo de personas con distintas costumbres, edades, creencias, vidas, experiencias, tradiciones. Diversidad mágica, maravillosa y creadora. Con el tiempo, descubrimos que el nudo más fuerte lo ata la amistad.
          Han pasado diez años. Ya no cantan solas las mariposas. Gacelas, pumas y aves entonan la misma canción. El cuento fue terminado, el sueño, hecho realidad.
          Varias letras escribieron una palabra: Tallerines, para luego, junto a las otras, enmarañarse en la red, enredando historias.