22 de enero de 2009

Somos iguales

Quizás ayer fue uno de esos días que al recordarlo años después nos preguntemos: ¿Qué hacía yo cuando Obama juraba como el primer presidente negro de Estados Unidos? Miro a mi nieto, durmiendo ajeno a todo y pienso: ¿Le parecerá a él raro en el futuro tanto escándalo por el color de la piel del Presidente? Tal vez comentemos el hecho y me pregunte: “Sí… ¿y?” Ojalá fuera así porque querría decir que la declaración “Todos los hombres son iguales” habrá dejado de ser una frase hecha y habrá cobrado su significado real.

Dice la Declaración Universal de los Derechos humanos, adoptada y proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas del 10 de diciembre de 1948 en sus primeros artículos que:

· Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
· Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Todos los seres humanos somos libres e iguales. Todos los seres humanos tenemos los mismos derechos y libertades. Todos. ¿Es esto cierto? No, aún no. Podremos afirmar que todos los seres humanos son libres e iguales cuando no sea necesario hacer distinciones:

· Cuando no se mencione como característica primordial ser: “el primer negro”, “la primera mujer”, “el primer hispano”.

· Cuando no se hable de minorías para asegurar oportunidades de empleo.

· Cuando todo niño tenga garantizado educación, alimento y albergue.

· Cuando no se haga hincapié en el color de la piel o en rasgos étnicos.

· Cuando no sea necesario proclamar un día de la mujer para defender sus derechos.

· Cuando no nos dividamos en clases sociales ni sea determinante la preferencia sexual.

· Cuando no sean necesarias leyes para proteger a los ancianos, los niños o los discapacitados.

· Cuando se erradique el hambre, la miseria, la injusticia y todos seamos libres para escoger nuestra felicidad.

· Cuando la vida humana valga más que un pedazo de una tierra o un ideal.

· Cuando no nos limiten fronteras ni banderas.

· Cuando no se cometan crímenes en el nombre de Dios.

· Cuando ningún pueblo intente dominar a otro, cuando no reine la ley del más fuerte, cuando la violencia no vaya por encima de la razón y la palabra.

· Cuando se piense en que todos y cada uno somos parte de la raza humana, custodios de este planeta, habitantes de un mismo hogar.

Solo entonces tendremos derecho a proclamar nuestra igualdad. Mientras tanto, nos queda muy grande la palabra “humano”.

Siluz

2 comentarios:

  1. Inpresionante. hasta estoy agradeciendo lo que pasò con Claudia,porque me permite leerte.
    Un placer .Coincido totalmente.Ademàs
    es maravilloso verte con tus hijos
    tu hija es de una belleza! que cabello
    y debo agregar
    clonada a su madre
    los varones.....actor uno,judokas
    y llego al nudo
    de los bebès
    ni hablemos
    uno màs bello que el otro
    Una mujer MUY RICA;vos.

    ResponderBorrar
  2. Gracias, Mariel.
    Te cuento que mis hijos son Ramírez Cruz... así que ¿quién dice que no somos familia?
    Un abrazo. Luego voy a leer todo por tu blog.
    Te enlazo.

    ResponderBorrar