Óleo de Ángel Ballestero Pinazo, inspirado en el poema de Julia de Burgos “Río Grande de Loíza” |
Es nuestra la hora
Traidores y Judas,
¡temblad!
que es nuestra la hora
¡nuestra!
Ya se acerca el grito de los campesinos,
la masa,
la masa explotada despierta.
¿Dónde está el pequeño que
en el raquitismo deshojó su vida?
¿Dónde está la esposa que murió de anemia?
¿Dónde está la tala que ayudó a sembrarla
la que hoy está muerta?
¿Dónde está la vaca?
¿Dónde está la yegua?
¿Dónde está la tierra?
Campesino noble,
tu desgracia tiene solo una respuesta.
El imperialismo de Estados Unidos
tiene una ancha fosa.
Allí está tu muerta,
allí el pequeñuelo,
allí tu vaquita,
allí está tu yegua,
tu tala y tu tierra.
Campesino noble,
tu tragedia tiene solo una respuesta,
afila tu azada,
afeita el machete,
y templa tu alma.
Baja de los riscos y cruza los prados,
borrachos de caña.
¡Acércate!
Mira las centrales.
¡Allí está tu muerta!
Contempla el salvaje festín de las máquinas,
agarra bien fuerte tu azada y prosigue
y di: “¡Hasta la vuelta!”
¡Acércate!
Aquí están los bancos
con papel tan solo llenaría
tu casa de muchas monedas.
¿Lo tienes? No obstante
aquí está tu tierra,
tu única vaquita,
tu tala y tu yegua.
Contémplato todo:
fachadas,
banqueros,
monedas.
Empuña bien fuerte el machete
y prosigue
y di: “¡Hasta la vuelta!”
¡Acércate!
Hay muchos que esperan la llegada tuya
que es hoy decisiva en la causa nuestra.
¡Agarra tu azada!
¡Empuña el machete
y abraza las filas de la independencia!
Traidores y Judas
¡temblad!
que es nuestra la hora,
nuestra la victoria,
nuestra la república,
nuestra su grandeza.
Una patria libre se unirá al concierto
de los pueblos grandes en Hispanoamérica.
Y la tiranía bailará su danza
-la danza macabra de la despedida-
envuelta en la sangre de los mil traidores
que han alimentado
su vil salvajismo
y su cobardía.
¡A formar, compañeros,
a formar,
que es nuestra la hora!
¡nuestra!
¡nuestra!
¡nuestra!
Julia de Burgos
Amaneceres
Una Canción a Pedro Albizu Campos.
De corazón a labio,
de Norte a Sur y a estrella,
los montes y los niños y el aire te saludan.
Príncipe del imperio de las constelaciones
donde comienza el alma a iniciarse la idea.
Descubridor del cielo verdadero y presente
por donde el mundo mira la tierra borinqueña.
Vencedor de prisiones, libertador de rumbos,
enterrador perpetuo de todas las cadenas.
Todo en ti se adelanta en bandadas de sueños
desde Atlanta hasta el tierno manantial de las sierras.
Porque te fuiste, íntimo, soñando claridades,
y, soñando, a tu estrella solitaria regresas.
Todo en ti se adelanta en banderas de nubes
Desde Atlanta hasta el hombre que doquiera peleas.
Porque te fuiste, inmenso, peleando libertades.
Y peleando mundiales libertades regresas.
Todo en ti se adelanta en magnitud de símbolo.
Desde Atlanta hasta el hoy eterno de tu ofrenda.
Porque te fuiste, todo, de amor a Puerto Rico
y todo, de amor patrio, a lo eterno regresas.
Corazón del instante, nervio y pulso del mundo,
que vivió en tu martirio, por ti se libera.
En tu cárcel los pueblos aplastados se vieron
y a tu nombre los pueblos, redimiéndose, llegan.
A tu nombre, canción en la boca de un río,
relámpago antillano cabalgando la tierra,
amapola de América, dibujada en mil pétalos,
universo rendido al alma borinqueña.
Julia de Burgos