30 de diciembre de 2010

El mejor regalo

¿Quién dijo que los regalos tienen que ser materiales?  Este es uno de los regalos más hermosos que he recibido en mi vida. Es de parte de mi hijo menor, Juan Noel, quien vive hace cuatro años en Moreno, provincia de Buenos Aires.  Estoy tan emocionada que tengo que compartirlo con ustedes, porque es un regalo de amor. Nada más.  Amor.

29 de diciembre de 2010

EL BRINDIS DEL BOHEMIO

En torno de una mesa de cantina,
una noche de invierno,
regocijadamente departían
seis alegres bohemios.
Los ecos de sus risas escapaban
y de aquel barrio quieto
iban a interrumpir el imponente
y profundo silencio.

El humo de olorosos cigarillos
en espirales se elevaba al cielo,
simbolizando al resolverse en nada,
la vida de los sueños.
Pero en todos los labios había risas,
inspiración en todos los cerebros,
y, repartidas en la mesa, copas
pletóricas de ron, whisky o ajenjo.

Era curioso ver aquel conjunto,
aquel grupo bohemio,
del que brotaba la palabra chusca,
la que vierte veneno,
lo mismo que, melosa y delicada,
la música de un verso.
A cada nueva libación, las penas
hallábanse más lejos
del grupo, y nueva inspiración llegaba
a todos los cerebros,
con el idilio roto que venía
en alas del recuerdo.

Olvidaba decir que aquella noche,
aquel grupo bohemio
celebraba entre risas, libaciones,
chascarrillos y versos,
la agonía de un año que amarguras
dejó en todos los pechos,
y la llegada, consecuencia lógica,
del "feliz año nuevo" . . .

Una voz varonil dijo de pronto:
- las doce, compañeros;
digamos el "requiescat" por el año
que ha pasado a formar entre los muertos.
¡Brindemos por el año que comienza!
porque nos traiga ensueños;
porque no sea su equipaje un cúmulo
de amargos desconsuelos . . .

- Brindo, dijo otra voz, por la esperanza
que la vida nos lanza,
de vencer los rigores del destino,
por la esperanza, nuestra dulce amiga,
que las penas mitiga
y convierte en vergel nuestro camino.
Brindo porque ya hubiere a mi existencia
puesto fin con violencia
esgrimiendo en mi frente mi venganza;
si en mi cielo de tul limpio y divino
no alumbrara mi sino
una pálida estrella: Mi esperanza.

¡Bravo!, dijeron todos, inspirado
esta noche has estado
y hablaste bueno, breve y substancioso.
El turno es de Raúl; alce su copa
y brinde por . . . Europa,
ya que su extranjerismo es delicioso . ...

Bebo y brindo, clamó el interpelado;
brindo por mi pasado,
que fue de luz, de amor y de alegría,
y en el que hubo mujeres seductoras
y frentes soñadoras
que se juntaron con la frente mía. . .
Brindo por el ayer que en la amargura
que hoy cubre de negrura
mi corazón, esparce sus consuelos
trayendo hasta mi mente las dulzuras
de goces, de ternuras,
de dichas, de deliquios, de desvelos.

-Yo brindo, dijo Juan, porque en mi mente
brote un torrente
de inspiración divina y seductora,
porque vibre en las cuerdas de mi lira
el verso que suspira,
que sonríe, que canta y que enamora.
Brindo porque mis versos cual saetas
lleguen hasta las grietas
formadas de metal y de granito,
del corazón de la mujer ingrata
que a desdenes me mata . . .
¡pero que tiene un cuerpo muy bonito!

Porque a su corazón llegue mi canto,
porque enjuguen mi llanto
sus manos que me causan embelesos;
porque con creces mi pasión me pague. ..
¡vamos!, porque me embriague
con el divino néctar de sus besos.

Siguió la tempestad de frases vanas,
de aquellas tan humanas
que hallan en todas partes acomodo,
y en cada frase de entusiasmo ardiente,
hubo ovación creciente,
y libaciones, y reir, y todo.
Se brindó por la patria, por las flores,
por los castos amores
que hacen un valladar de una ventana,
y por esas pasiones voluptuosas
que el fango del placer llena de rosas
y hacen de la mujer la cortesana.

Sólo faltaba un brindis, el de Arturo,
el del bohemio puro,
de noble corazón y gran cabeza;
aquel que sin ambages declaraba'
que sólo ambicionaba
robarle inspiración a la tristeza.

Por todos lados estrechado, alzó la copa
frente a la alegre tropa
desbordante de risa y de contento
los inundó en la luz de una mirada,
sacudió su melena alborotada
y dijo así, con inspirado acento:

-Brindo por la mujer, mas no por esa
en la que halláis consuelo en la tristeza,
rescoldo del placer ¡desventurados!;
no por esa que os brinda sus hechizos
cuando besáis sus rizos
artificiosamente perfumados.
Yo no brindo por ella, compañeros,
siento por esta vez no complaceros.
Brindo por la mujer, pero por una,
por la que me brindó sus embelesos
y me envolvió en sus besos;
por la mujer que me arrulló en la cuna.

Por la mujer que me enseñó de niño
lo que vale el cariño
exquisito, profundo y verdadero;
por la mujer que me arrulló en sus brazos
y que me dió en pedazos
uno por uno, el corazón entero.
¡Por mi madre!.. bohemios, por la anciana
que piensa en el mañana
como en algo muy dulce y muy deseado,
porque sueña tal vez que mi destino
me señala el camino
por el que volveré pronto a su lado.

Por la anciana adorada y bendecida,
por la que con su sangre me dió vida,
y ternura y cariño;
por la que fue la luz del alma mía;
y lloró de alegría
sintiendo mi cabeza en su corpiño.
Por esa brindo yo, dejad que llore,
que en lágrimas desflore
esta pena letal que me asesina;
dejad que brinde por mi madre ausente,
por la que llora y siente
que mi ausencia es un fuego que calcina.

Por la anciana infeliz que sufre y llora
y que del cielo implora
que vuelva yo muy pronto a estar con ella;
por mi madre bohemios, que es dulzura
vertida en mi amargura
y en esta noche de mi vida, estrella . ..

El bohemio calló; ningún acento
profanó el sentimiento
nacido del dolor y la ternura,
y pareció que sobre aquel ambiente
flotaba inmensamente
un poema de amor y de amargura.

Guillermo Aguirre Fierro (Mexicano)
(1887-1949).
Entre sus múltiples obras sobresale la que le dio renombre y celebridad, el volumen de versos titulado "Sonrisas y Lágrimas", donde aparece el famoso poema romántico "El Brindis del Bohemio"

24 de diciembre de 2010

¡Feliz Navidad!

A todos los amigos que me visitan, a todos los que escuchan cuando escribo en voz alta, a todos los que leen y comentan, a los que pasan calladitos, a los que buscan alguna información o imagen, a todos los que tocan a esta puerta o se acercan a los alrededores:  ¡Gracias!
Que sea una temporada de paz tanto en nuestros países como en nuestros corazones.
Que ni la fortaleza ni la esperanza nos abandonen para que podamos sonreír a pesar del dolor, caminar a pesar de los obstáculos, vivir y no meramente existir.
Un abrazo desde y hacia cada rinconcito del planeta que llamamos hogar.
¡Feliz Navidad!

16 de diciembre de 2010

Los caminos

“Hay soledad en el hogar sin bulla,
sin noticias, sin verde, sin niñez.
Y si hay algo quebrado en esta tarde,
y que baja y que cruje,
son dos viejos caminos blancos, curvos.
Por ellos va mi corazón a pie.”
César Vallejo



Cuando trajeron a Chayanne me dio mucha gracia el nombre, pero no por eso lo acepté de buen grado. Los chicos lo encontraron en medio de la carretera, asustado por los frenazos de los carros que evitaban atropellarlo. En ese momento, se oía una canción de Chayanne en un radio cercano, y a Tere, enamorada de él como todas sus amiguitas, se le ocurrió llamarlo así. De esta forma llegó a casa, ya bautizado y sin que nadie me preguntara. Y así se quedó, pues antes de darnos cuenta, era parte de la familia.

Fue el mejor compañero de los niños. Les di como condición para adoptarlo que tenían que ayudarme en su cuidado. Aceptaron. Paco quedó a cargo del baño y Tere de su alimentación. En la mañana, permanecía conmigo pero una vez llegaban de la escuela, no se despegaba de ellos.

Todos los días los esperábamos en el balcón. Yo, en el sillón y él, a mis pies. El cachorro conocía el ruido del motor del autobús, y de solo escucharlo entrar al camino, corría a recibirlos. Su regocijo era mayor a la rapidez con que movía el rabo.

Como es natural, los chicos crecieron y poco a poco, se fueron olvidando de Chayanne. Los juegos y carreras quedaron atrás, junto a la infancia. Sus rutinas, prioridades e intereses cambiaron. Aún así, el perro los esperaba de sus salidas, los ojos siempre puestos en los caminos.

Los mismos caminos que atravesaron un día para dejar atrás esta casa. Esta casa que ahora me queda grande, esta casa callada y vacía que luce hoy sin vida. Esta casa desierta, que en silencio me restriega mi soledad.

Teresa se fue, maleta en mano, con la ilusión del amor recién probado y la certeza de que la felicidad era posible. Francisco, mochila a la espalda, partió poco después, deseoso de vivir nuevas aventuras, tomar otros rumbos, conocer el mundo, ya aquí pequeño para él. Y yo me quedé, con el perro, con mis plantas, con estas habitaciones estancadas en el tiempo desde el día en que cerraron sus puertas.

Chayanne, ya viejo, descansa a mi lado, sin ánimo siquiera para perseguir lagartijos De vez en cuando escucha algún sonido familiar, alza la cabeza, mira los caminos, pero vuelve a acostarse decepcionado. Son otros niños los que descienden ahora del autobús. Baja la cabeza y parece dormir; se mueve, quizás sueña o, como yo, cierra los ojos para vivir sus recuerdos.

En el balcón se sigue meciendo un sillón. Chayanne y yo, esperamos…


Siluz
11/2010


11 de diciembre de 2010

Volaron a la inmortalidad

"La muerte es el comienzo de la inmortalidad".
Robespierre

Cuando muere un grande, nos resistimos a su pérdida. Queremos explicar su ausencia, justificar su partida pensando que da un paso hacia la inmortalidad. No nos resignamos y seguimos pensando que está vivo, que aparecerá, que ha sido todo un engaño publicitario. Y al final nos consolamos con la certeza de que muere el hombre y nace la leyenda.   Olvidamos que esos gigantes son seres humanos, tan indefensos como nosotros ante la adversidad. Y también les toca el dolor, las lágrimas, las enfermedades, y la muerte.
     Es duro ver a un ídolo, a un héroe, a una estrella caer abatido por alguna enfermedad, sobretodo cuando ocurre en su juventud o en plena cumbre de su carrera. Más aún, cuando esa muerte no fue natural sino provocada. Cuántos de estos que consideramos genios de la música han caído víctimas de sobredosis de drogas, balas asesinas, accidentes automovilísticos o de aviación.
     No voy a entrar en todas esas partidas provocadas. Eso podría ser tema para otra entrada. Hoy, que se cumplen 120 años del natalicio del inolvidable Carlos Gardel, vamos a limitarnos a las muertes por accidentes de aviación. Es cierto que la carretera nos ha robado a muchísimas personalidades, entre ellas: Jean Dean, Tamara, Cecilia, Nino Bravo, la Princesa Diana o Grace Kelly. Pero el cielo…ay, volando se nos fueron otros grandes como Pedro Infante, Carlos Gardel, Aaliyah, Roberto Clemente y el recordado autor del Principito, Antoine de St, Exupery.

Pedro Infante
Esste famoso cantante de rancheras y actor de la época de oro del cine mexicano y fanático de la aviación, ya había tenido dos accidentes serios.  El 15 de abril de 1957  decidió viajar a la capital pues su segundo matrimonio, realizado en Mérida cuatro años antes, había sido declarado nulo por la Suprema Corte de la Nación.  No llegó a Ciudad México pues uno de los motores del avión en que iba como copiloto falló y causó su caída en espiral sobre Mérida. Murieron todos los ocupantes del avión y una familia en tierra.  En el aniversario de su muerte, cada 15 de abril, sus admiradores van a su tumba a cantar rancheras y llevarle flores, porque Pedro Infante no ha muerto, sigue vivo en sus corazones.

Aaliyah
El 25 agosto 2001, tras filmar un vídeo musical en Las Bahamas, abordaron una avioneta, aparentemente con exceso de equipaje, en la Isla Abaco.  Poco después del despegue, la misma se estrelló. Tenía 22 años y ya había sido nominada en cinco ocasiones para el Grammy y una para el Oscar.

Roberto Clemente
Uno de los mejores jugadores puertorriquenos de beisbol de Grandes Ligas, ganador doce veces del "Guante de Oro" y de dos campeonatos mundiales con su equipo Piratas  de Pittsburg. El 31 de diciembre de 1972 volaba rumbo a Managua, Nicaragua, con la intención de llevar artículos, ropa y alimentos para las víctimas del terremoto ocurrido en ese país una semana antes. Su avión cayó en el Atlántico pocos minutos después de despegar. Se dice que iba sobrecargado. Ese mismo año había alcanzado la suma de 3000 hits. Fue admitido póstumamente al Salón de la fama, convirtiéndose en el primer latinoamericano en formar parte de este honroso círculo.

Carlos Gardel
José María "Indio" Aguilar Porrás estuvo presente en Medellín el 24 de junio de 1935. Años después, recordando la tragedia de Gardel, dijo para la extinta revista Cine Argentino:

“Una vez en Medellín, resolvimos almorzar para seguir luego rumbo a Cali. Recuerdo que en el momento de ascender, Carlos volvió la cabeza para decirme:
—Bueno, Indio, nos queda una hora y cuarto, y después, aunque se rompan todos estos bichos, no nos subimos nunca más a uno.
¡Pobre Carlitos! ¡Cuán lejos estaba de soñarse que minutos más tarde iba a quedar convertido en cenizas! El último en entrar fue el señor Flit, que era el que cerraba las puertas. Antes de hacerlo, trajeron doce tambores de películas que debían pasar esa noche conjuntamente con la función de Gardel. El piloto Samper se opuso tenazmente a llevarlas, alegando ser demasiado peso para el trimotor, pero contra su negativa, y después de mucho discutir, se dispuso que fueran. Inmediatamente Flit se dio a la tarea de colocar a todos la correa de seguridad. Yo fui el único que me resistí a ello; por eso logré salir del aparato. Las últimas palabras que pronunció Gardel fueron para pedirme un caramelo y un poco de algodón para los oídos.
Apenas tuvo tiempo de colocárselo. El avión, que había comenzado su marcha, no conseguía despegarse del suelo. Me parece que por una rara intuición, todos presentimos la catástrofe y nos miramos. Samper, que hacía esfuerzos desesperados para despegar, no pudo evitar el choque de su trimotor F 31 con el superavión Manizales.
Se alcanzó a escuchar un ruido sordo y enorme, y los dos pájaros del aire ardieron instantáneamente. Por instinto de conservación, no sé cómo ni cuándo, me largué por una abertura del trimotor, ya cubierto en llamas, pero no pude hacerlo sino por un instante. Reconocí los gritos de Gardel, Le Pera y Riverol, que eran tan desgarradores que, enloquecido de desesperación, me lancé a las llamas para auxiliarlos, defendiéndome con un pedazo de saco que me quedaba. Pero no conseguí hacerlo. Al único que alcancé a ver fue a Corpas Moreno, y tenía la cabeza separada del cuerpo. Aquello era infernal y dantesco; nos estábamos quemando vivos, nos estaban ardiendo las carnes
Del avión Manizales murieron todos; del nuestro, sólo quedamos Flit, Plajas y yo. Según me han informado, el primero está sin vista y sin manos, y el segundo, demente”.

El informe oficial sostiene que el accidente se debió única y exclusivamente a dos causas:
     a. las deficiencias topográficas y aerológicas, propias del aeródromo "Olaya Herrera" de la ciudad de Medellín.
     b. un fenómeno aerológico propio del mencionado aeródromo y que consiste en la aparición súbita de una corriente que se presentó unos diez segundos antes de ocurrir el choque con una intensidad 6-7 Beaufort de una dirección suroeste

Sin embargo, aún hoy persisten diversas versiones que descalifican lo afirmado en dicho informe. Unas hablan de la supuesta rivalidad entre las dos empresas protagonistas del siniestro: la SACO (Sociedad Aérea Colombiana) y la SCADTA (Sociedad Colombo Alemana de Transportes Aéreos) o más precisamente entre los pilotos Ernesto Samper Mendoza y Hans Ulrich Thom. Otras se refieren a una eventual disputa entre Gardel y Le Pera (o Gardel y Samper Mendoza), que habría culminado con un balazo fatal en la nuca del piloto. El asunto es que fuera cual fuera la causa, el accidente apagó la voz oficial del tango, aunque sea común escuchar que "Gardel cada día canta mejor".

Antoine de St. Exúpery
EL 31 de julio de 1944 cayó derribado el avión de St. Exúpery. En marzo de 2008, 64 años después, Horst Rippert, un piloto alemán que tenía entonces 24 años, revela:

"Yo cumplía una misión no lejos de Toulon. Y descubrí un Lightning que volaba muy bajo. Volaba de manera extraña. Era un blanco fácil para mí. Y el piloto del Lightning no parecía darse cuenta. Pensé: si no te vas ahora, te acribillo. Me fui a pique en su dirección y disparé, no contra el fuselaje sino contra las alas. Le di. Se fue derecho al agua. No vi saltar al piloto cuando el avión se precipitó al mar".
"Me enteré unos días después que era Saint-Exupéry. Me quedé horrorizado. De niño, de adolescente, mi vida giraba en torno a los héroes de las novelas de Karl May y de Saint-Exupéry. En nuestra niñez, en la escuela, todos habíamos leído y adorábamos sus libros. Sabía admirablemente describir el cielo y los sentimientos de los pilotos. Su obra produjo la vocación de volar en muchos de nosotros.
Desde entonces esperé y sigo esperando que no haya sido él quien cayó en el mar ese día. Pero ¿qué podía hacer? Durante todos estos años me he repetido esa pregunta”.
Yo derribé el avión de Antoine de Sanit-Exupéry y nunca pude perdonármelo. Ese día abatí al más amigo de mis enemigos”.